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¡Toro, humo en la colina!

Por Victor Ocampos.

Es sumamente interesante el estudio de la economía desde un enfoque individualista, nos permite comprender mucho de los procesos en que incurren los agentes para tomar sus decisiones, no obstante, estas decisiones ocurren en un medio ambiente compuesto por limitaciones físicas proporcionadas por la misma naturaleza, como por limitaciones institucionales formadas por la interacción entre individuos.

Si dos individuos que no se conocen, convienen en celebrar un intercambio de bienes y/o servicios, estamos ante una actividad que ocurre en el tiempo, es un hecho económico, que en última instancia dependerá su realización de la buena voluntad de ambos agentes y de que no ocurra cualquier situación deliberada o no, que impida la concreción del intercambio. Toda acción es de cara al futuro, por tanto, se enfrenta a la incertidumbre. Tanto el individuo A como el B pueden tener intenciones ocultas y oportunistas que puedan derivar en beneficios extraordinarios para uno, y pérdida para el otro. Es decir, uno puede hacer el pago y no recibir la mercancía, o recibir la mercancía en un estado que no era lo acordado, o puede haber atrasos, o puede que se reciba la mercancía, pero no se efectúe el pago, etc. A todo esto, se los llama costes de transacción, que serían aquellas fricciones que existen en el medio ambiente del mercado. Para contrarrestar estos inconvenientes se formulan contratos y los contratos siempre serán incompletos, los contratos, las reglamentaciones, las leyes etc., lo que buscan es justamente reducir esas fricciones, reducir riesgos, disminuir costes de transacción.

Pero volvamos al intercambio a celebrarse, ese intercambio, dentro de lo que sería teoría de juegos, puede plantearse como un Dilema del Prisionero, en que ambos jugadores pueden estar tentados a traicionar, ya que con ello ambos tienen la promesa de obtener algo sin entregar nada a cambio, pero si ambos traicionan, ambos pierden, si A entrega la mercancía y B no realiza el pago, pues A traiciona y B colabora. Por ello, en un dilema del prisionero, puede haber colaboradores y traidores. Por lo general si el juego se realiza una sola vez, el que obtiene mejores resultados es el que traiciona, siempre y cuando el otro colabore.

Sin embargo, las interacciones humanas pueden ser entendidos como dilemas del prisionero repetidos, pues si en una oportunidad alguien traiciona, ya para la siguiente, se sabe que es un traidor, pero si en la primera colabora, se entiende que es probable que siempre colabore. Entonces podríamos decir que para que los Dilemas del Prisionero sean exitosos, ambos agentes deben colaborar o cooperar, no obstante, los jugadores que no se conocen no tienen la certeza de que el otro jugador tenga intensiones de cooperar. ¿Cómo solucionar ese problema? Para ello los humanos hemos desarrollado la capacidad de comunicarnos.

En un cruce de rutas existe la posibilidad de que ocurra un choque si los agentes deciden cruzar al mismo tiempo, entonces debe haber una coordinación de acciones para que se cruce sin que ocurra el siniestro, para ello se debería poder anticipar la jugada o jugadas de los demás. Para ello se desarrollaron los señaleros en los automóviles, las luces de “stop”, etc., y también tenemos los semáforos, cuya función es emitir señales para que cada agente haga la jugada “correcta” y así darse una situación que conviene a todos los participantes.

Bueno, ya hemos abordado la situación problemática del dilema del prisionero que hace referencia a la confianza que uno pueda tener en la posibilidad de cooperación del otro y vice versa, por lo que hemos visto también la necesidad de emitir señales para poder saber qué jugada realizará el otro.

Sobre eso, en un trabajo muy interesante, Eric Posner, en su obra “Symbols, Signals and Social Norms in Politics and Law”, hace una relación entre la simbología patriótica y otras señales como medios de comunicación para la cooperación social.

Para comprender lo que plantea, debemos considerar que las personas se involucran en un comportamiento simbólico todo el tiempo, nos saludamos con las manos (incluso en estos tiempos de pandemia, saludar con un apretón de manos sugiere una información distinta a lo que sugiere un saludo con el choque de puños), los intercambios de anillos en un casamiento, el tipo de ropa que usamos para cada ocasión, aplausos después de una presentación en teatro o evento musical, el canto del himno nacional, el respeto por las reglas de tránsito, entre otras muchas manifestaciones simbólicas que emiten un contenido informativo importante.

Entonces, un hincha de fútbol viste la casaca de su equipo favorito, no solo por su amor al equipo, sino para transmitir a otros agentes con gustos similares, que están en el mismo bando. Del mismo modo, Posner sugiere que el respeto por los símbolos patrios implica la transmisión a los demás de que se desea cooperar o que está conforme con el statu quo, siendo que aquel que no respeta, potencialmente está transmitiendo la información de que no está de acuerdo con el statu quo, esto no implica que se odie a la patria. El caso de la simbología patria adquiere preponderancia en situaciones de peligro nacional. Dicho de otro modo, si existe una situación de inestabilidad geopolítica, supongamos un potencial conflicto armado, las manifestaciones de amor a la patria aumentan por una necesidad de transmitir la información de que apoyamos la causa, o que pretendemos colaborar o cooperar, y es por ello que en esos momentos los que cooperarían son sensibles ante manifestaciones de rechazo hacia símbolos patrios, ya que se interpreta como una señal de que aquellos no estarán dispuestos a cooperar, en términos de dilema del prisionero, son potenciales traidores.

Ahora bien, también existen los emprendedores o creadores de los símbolos (Sign Entrepreneur), quienes pueden manipular el significado de los símbolos, de las reglas y por tanto hacerlas desaparecer, hacerlas perder su capacidad de transmisión de información o como crear nueva simbología. Los legisladores son uno de los principales “Sign Entrepreneurs”.

Supongamos que el gobierno por medio de sus legisladores crea legislación que impone una pena a quienes no respetan la simbología patria, con esto se podría estar incentivando a que los que se consideran cooperadores (Quiene respetan los símbolos patrios y están conformes con el statu quo) empiecen a delatar a los potenciales traidores (aquellos que no respetan o no están de acuerdo con el statu quo), pero dependerá del costo de la legalidad, que aquellos “traidores” cambien su actitud, ya que si la pena es muy baja, es posible que muchos empiecen perciban que no respetar los símbolos patrios es en realidad una manifestación de disconformidad con el gobierno actual y muchos más empiecen a quemar banderas, cambiando el significado de la simbología, ya que en ese caso los que siguen respetando pasaran a ser los potenciales traidores.

También puede darse el caso de que las penas sean tan severas que obliga a que todos respeten, pero con esto, se elimina totalmente el contenido informativo de la simbología, ya que ahora nadie más sabe quien es potencial traidor y quien es un potencial cooperador.

Existen otros innumerables matices que se pueden analizar desde esta perspectiva. Por ejemplo si en el tránsito existen reglas de tránsito, pero incumplirlas no acarrean costos, simplemente la institución que se supone que es la normativa vial, deja de tener sentido.

Bueno, espero que se haya entendido el abordaje, pues me pareció interesan abordar este tema de los símbolos en estos tiempos en que tenemos lo siguiente:

Los que saludan con el choque de manos, trasmiten una información de que están tratando de tomar en serio la situación de pandemia, no implica necesariamente miedo, sino voluntad de cooperar. Algo similar con aquellos que se vacunan, los que van a vacunarse lo que transmiten es la información de que quieren cooperar para que todo vuelva lo más cercano a la normalidad lo antes posible, aunque confíe o no en las vacunas.

Podemos llevar el análisis también a lo que ahora por redes sociales se observa como los slogans contra un cierto partido, lo que transmiten no es odio hacia ese partido, sino disconformidad con el statu quo. Aquellos quienes esperan que se mantenga el statu quo, pues usan otra simbología.

Pero siempre es importante observar si estamos logrando o no reducir costos de transacción y de ese modo si estamos o no logrando un mayor nivel de cooperación social entre los individuos. Dicho de otro modo, ¿se logran cumplir contratos? ¿Se puede confiar en los demás? ¿Hay una escasez de vyros y una sobre oferta de letrados?

¿Alguna señal?

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