En la Antigua Grecia, un "idiota" (ἰδιώτης o “idiōtēs” en griego) era aquel individuo absorto en sus intereses personales, desentendiéndose completamente de los asuntos públicos. Siglos después, la Real Academia Española interpreta este término como una persona engreída sin fundamentos y con escaso entendimiento. Es curioso cómo esta definición parece adaptarse sin esfuerzo al diputado…
