Evelyn Andrea Delgadillo tenía apenas 26 años y soñaba con una carrera musical de éxito con su grupo “Pueblada”, en el que se desempeñaba como bajista. Sin embargo, luego de un aparatoso procedimiento de la SENAD, -realizado en un foco de microtráfico, ubicado entre San Lorenzo y Capiatá-, fue detenida y llevada a una celda de esa institución, en donde estuvo privada de su libertad, sin presencia de abogado defensor y sin comunicación con su familia. (por Mario Ferreiro)
Cuando fueron a buscarla, unas horas después, ya era muy tarde, Evelyn yacía muerta en extrañas circunstancias en el baño del lugar.
La tragedia es inmensa porque se trata de una joven vida y especialmente porque todo el procedimiento ignoró, una vez más, los protocolos más básicos que deben aplicarse a personas posiblemente intoxicadas con cualquier tipo de sustancia que alteren su conducta.
Es particularmente ofensivo que una joven mujer de apenas 26 años, de contextura más bien frágil, sea recluida en un calabozo sin la más mínima contemplación de su condición de enferma adicta, mucho más gravitante que su posible involucramiento con algún indicio de tráfico de estupefacientes al menudeo.
En pleno siglo XXI nuestras autoridades dedicadas a la persecución del delito del narcotráfico todavía no pueden distinguir entre un peligroso traficante y un adicto, y muestran especial ensañamiento en los eslabones más débiles de la cadena.
Esto es: aquellas personas que por su necesidad de seguir consumiendo son empujadas a la compraventa de drogas, en cantidades generalmente mínimas, que en nada inciden sobre los enormes volúmenes que se mueven todos los días en ese rubro a nivel nacional e internacional.
Desde ese punto de vista, la muerte de Andy Luna, sea esta por autoeliminación o por otro motivo aún más oscuro, es un escandalo de enormes proporciones para la fallida política de lucha contra el narcotráfico en nuestro país.
No olvidemos que ya han ocurrido muchos otros excesos que derivaron por ejemplo en la muerte de una niña en un procedimiento antidrogas o casos de gatillo fácil que nunca terminaron de esclarecerse. Mientras tanto pululan las pistas clandestinas y por la hidrovía viajan toneladas de cocaína rumbo a Europa.
Evelyn Andrea Delgadillo estaba bajo custodia del Estado paraguayo cuando perdió la vida. Ergo: éste es el directo responsable de su triste destino. Nos guste o no, si sus padres deciden accionar ante los organismos internacionales de derechos humanos, es muy probable que obtengan una victoria clara en ese ámbito, con el consecuente resarcimiento que deberá ser pagado por todos.
Claro que eso jamás devolverá la vida de una joven mujer que pudo o no tener problemas, como cualquiera en la vida, pero que jamás debió ser conducida a una mazmorra de la SENAD, como si se tratase de un sicario de frontera o un traficante de alto vuelo.
Al contrario: éstos parecen cada vez más protegidos, mientras infractores menores, como Luna, pagan con sus jóvenes vidas un precio demasiado alto, intentando mostrar unos resultados de supuesto éxito que ya más nadie cree.
La muerte de Evelyn Andrea Delgadillo no debe quedar impune. Mañana pueden ser nuestros propios hijos, arrojados como animales a un pozo por el simple hecho de haber equivocado el camino o haberse encontrado en el lugar errado.
Para todo ello hay salidas alternativas y tratamientos especializados, no precisamente la cárcel y la muerte.
No hay derecho. Están matando a nuestros chicos.
Más información: Piden información detallada para aclarar la muerte de una joven bajo custodia de la Senad