InicioOpinión¿Y de ideologías en Paraguay, cómo andamos?

¿Y de ideologías en Paraguay, cómo andamos?

Anarquía. Palabra de uso común como sinónimo de “desorden”, pero ojo, no precisamente de uso popular. Al contrario, más bien está omnipresente en boca de autoridades  y comunicadores que buscan hacer gala de cierta cultura política. Error. El anarquismo es un movimiento político y filosófico con siglos de historia y bases muy fuertemente definidas.

En su acepción moderna, la anarquía como corriente surgió en el siglo 19, y tiene sus propias visiones organizacionales y sociales como cualquier otra: propone una sociedad sin Estado, pero no para que nos matemos y baleemos libremente (como en la mal llamada “anarquía liberal” que no era liberal ni anarquía), sino basada en la autogestión, la solidaridad y cooperación mutua entre sus miembros. Sí, es una utopía, pero también lo es cualquier ideología que se precie, ¿o acaso alguna, la que sea, ha cumplido sus profecías?

Sin embargo, terror no es una palabra exagerada para definir lo que genera una figura como Payo hablando de anarquía, en varios sectores y por diferentes motivos. Ojo, que no se confundan estos párrafos como un intento de ensalzar a Cubas; partimos de sus premisas para analizar una cuestión: ¿Por qué la mención a una ideología causa más temor que un senador que dice “para los amigos todo, para los enemigos la ley”?

La desideologización de los partidos políticos tradicionales

El politólogo Marcello Lachi, en un artículo que abordaba el comienzo de la era Lugo, hizo hincapié el proceso de desideologización que sufrieron los partidos políticos tradicionales paraguayos (ANR y PLRA) a partir del siglo XX. Estos se transformaron, según el analista, en “Partidos de Notables”.

“Los Partidos de Notables son organizaciones políticas formadas por personalidades locales, financiadas por grupos de latifundistas y empresarios, cuya estructura partidaria es prácticamente inactiva – excepto la parte administrativa – entre una elección y otra. Se activan completamente solo durante la campaña electoral”, describe Lachi. Un partido ideologizado reúne detrás un posicionamiento ideológico claro y un programa de acción concreto y público, con gran cantidad de adherentes y militantes. En cambio, los Partidos de Notables son poco claros o débiles ideológicamente, y sus apoyos se basan en la distribución de beneficios particulares a los ciudadanos, mediante redes clientelares que crean una relación de conveniencia.

Volvemos a citar a Lachi: “A todo esto, los partidos tradicionales paraguayos le sumaron una cultura de ‘pertenencia afectiva’, un sistema de valores y símbolos a través de los cuales el afiliado se sintiera integrante de una colectividad, más allá de su participación efectiva en el debate político interno, sino integrando afectivamente el historial partidario con su historial familiar. De esta forma, ambos partidos perdieron sus rasgos ideológicos y se transformaron en ‘comunidades’ (…), deben asumirse más como estructuras socio-histórico-culturales paraguayas que como agrupaciones de personas para la construcción de un proyecto político y social”.

¿Alguna vez un pariente tuyo de una generación anterior te dijo que deberías votar por X nucleación porque es el partido de tu familia, mostrándose a su vez totalmente desinteresado, o incluso INCAPAZ de nombrar motivo político o ideológico alguno por detrás de semejante decisión? Y si tu respuesta es “nunca”, ¿Seguro que sos paraguayo?

Lastimosamente, mirando al costado tendemos a encontrar más de lo mismo. Agrupaciones que, con variación de tamaño, presentan más ejemplos de Partidos de Notables. Empresarios metidos en política para defender sus intereses, o actores que no sobresalieron del escenario por su proyecto político, sino por otros motivos. Y no olvidemos al capo di tutti, al que está por encima del Estado de Derecho, hoy en día casi un Lord Voldemort, el-que-no-debe-ser-nombrado de la narcopolítica paraguaya.

La candidatura de Jaka es una más dentro de la tradición de candidatos notables no por algún proyecto político o postura ideológica, sino por otros motivos.

¿Necesitamos más ideología? Tal vez

Como sociedad, no solamente hemos sido conniventes con la corrupción, sino que llegamos al punto de olvidarnos para qué sirve y de qué se trata realmente un partido político. Fuimos más allá de normalizar las grietas y hoyos dentro de un proyecto: pasamos a lo casi distópico de creer que las grietas y hoyos son la única razón por la cual existe un proyecto político.

Si buscamos un cambio, nos falta el primerísimo paso: entender que un voto, o la simpatía, o el trabajo partidario pasa por un proyecto político y una idea de organización social en común, no como una transacción dentro de una empresa familiar. Cual sería ese proyecto o ese ideal, a cada uno cabe averiguar.

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