Con 131 minutos nos volvemos a encontrar con Tom Cruise y Val Kilmer de la primera cinta, además de nuevos personajes protagonizados por Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis y Danny Ramirez.
La historia nos habla que después de más de 30 años de servicio como uno de los mejores aviadores de la Armada, Pete “Mavericks” Mitchel (Tom Cruise) se encuentra donde siempre quiso estar, superando los límites como un valiente piloto de pruebas y esquivando el ascenso de rango, que no le dejaría volar emplazándolo en tierra. Cuando se encuentra entrenando a un grupo de graduados de Top Gun para una misión especializada, Maverick se encuentra allí con el teniente Bradley Bradshaw (Miles Teller), el hijo de su difunto amigo “Goose”.
Acción, drama, ejército y aviones, esta obra respeta cada detalle de su predecesora y eso se puede sentir con el trabajo de Harold Faltermeyer, Hans Zimmer y Lorne Balfe en la banda sonora y con la fotografía de Claudio Miranda, quienes por momento nos ubican nuevamente en los años 80´s.
Ya el guion de Ehren Kruger, Eric Singer y Christopher McQuarrie crean una película nostálgica, con una dosis excesiva de masculinidad y también divertida, un blockbuster que funciona, que apela a los viejos tiempos, a lo épico y muchísimo más que en la primera, al amor romántico y a las espectaculares escenas de acción.
La dirección de Joseph Kosinski presenta más aventura, más madurez y a más altura. La película vuela sin perder ni un gramo de interés y fascinación, con todas sus claves y códigos del cine militar, romántico y de aventura.
Sin lugar a duda el punto mas destacable es Tom Cruise, un arranque concentrado que deja exaltado a cualquier fan, es un lujo verlo poniendo patas arriba las normas básicas de la aviación.
En conclusión “Top Gun: Maverick” esta diseñada para recrear muchos placeres de la original, satisface nuestro deseo de ir realmente rápido, realmente alto: lo que su antecesora inolvidablemente llamaba necesidad de velocidad.
