Dirigida por Kirk DeMicco (Los Croods) con la ayuda de Brandon Jeffords (Lluvia de Albóndigas 2), Vivo es el primer musical producido por Sony Pictures Animation, entregado a Netflix tras varios intentos de estrenarla en cines, propósito finalmente frustrado por la pandemia de COVID-19.
La película inicia en La Habana, Cuba, en donde el músico Andrés Hernández (voceado por Juan de Marcos González) hace funciones callejeras en la plaza principal junto al kinkajú Vivo (Lin-Manuel Miranda). A ambos los une una gran amistad, además de una fuerte química musical. Sin embargo, su rutina es interrumpida por una carta de una vieja amiga de Andrés, Marta Sandoval.
Marta (interpretada por Gloria Estefan) es una cantante cubana que construyó una carrera de éxito en los Estados Unidos, con quien Andrés solía tocar en los inicios de su carrera musical. En la carta, ella le informa que está a punto de retirarse como cantante, y lo invita a acompañarla en lo que será su concierto de despedida en el Mambo Cabana en Miami.
Andrés, por su parte, ve en esta invitación la ocasión para reconectarse con Marta, hacia quien tenía sentimientos que nunca le expresó. El músico, cargando en su maleta una canción que le hizo a Sandoval muchas décadas atrás pero nunca le mostró, se prepara entonces para emprender viaje, encontrando la oposición de su amigo Vivo, que no quería dejar Cuba. No obstante, circunstancias inesperadas hacen que el kinkajú cambie de parecer y se comprometa a llevar la canción a Marta, ayudado por Gabi, la sobrina preadolescente de Hernández.
La música de Lin-Manuel Miranda, el alma de Vivo
El encargado de la música de la cinta es Lin-Manuel Miranda, compositor estadounidense famoso por el musical Hamilton (como curiosidad, Miranda también es primo de René de Calle 13). Y lo hace con mucha solvencia, dando realce y autenticidad a los momentos clave, inspirado en los orígenes de la salsa cubana, aunque también incursionando o agregando elementos de otros estilos.
Miranda, además de cantante y compositor, es también un rapper proficiente, y se sirve de buena manera de los rapeos para narrar rítmicamente la historia, tanto el mismo como otros intérpretes. Por ejemplo, uno de los puntos altos del musical es la canción hip hop de Gabi, al estilo “Nicky Minaj o Missy Elliott si fueran niñas” (de hecho, Elliott participa en el remix de la canción presente en el soundtrack).
Asimismo, se destaca la performace vocal de Juan de Marcos Gonzalez, de Buena Vista Social Club, quién se encarga de las voces de Andrés Hernandez tanto en español como en inglés.
La música como lenguaje del alma
El kinkajú Vivo tiene la particularidad de que no puede conversar con los humanos. Esto hace que deba valerse de otras vías para hacerse entender, y frecuentemente la música es la que tiende ese puente de comunicación y lo acerca tanto a Andrés como a Gabi.
La dinámica entre Gabi y Vivo es especialmente digna de nota: Gabi es una niña muy entusiasta y amante de la música, aunque sus dotes, tanto en el canto como en los instrumentos, son todavía bastante rudimentarios, lo cual irrita constantemente a Vivo. El kinkajú, por su parte, está rigurosamente adiestrado en lo musical, en base a su rutina de varias presentaciones diarias junto a su dueño.
Sin embargo, ambos encuentran la forma de complementarse y ayudarse mutuamente en su travesía a Miami, y ambos comprenden la importancia del cometido de hacer llegar la canción de Andrés a Marta Sandoval.
En suma, Vivo es un buen aporte a la representación latina en el cine estadounidense, con una sólida banda sonora y una mirada al costado más trascendental de la música: la perdurabilidad y el poder simbólico de una canción, y la manera como la música trasciende generaciones, sobrevive a la muerte física y destruye barreras.