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La complicada existencia de la Última Cena

Ejecutada entre los años 1495 y 1498, “La Última Cena” es una pintura mural de Leonardo Da Vinci. Quizás es su obra más representativa, incluso por encima de la Gioconda. Fue declarada como “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco en 1980, y está considerada como una de las mejores obras pictóricas del mundo.

La obra retrata justamente a la comida final que, según los relatos evangélicos, Jesús compartió con sus apóstoles en Jerusalén antes de su crucifixión. La última cena provee de base bíblica a la eucaristía, también conocida como “sagrada comunión” o la “cena del Señor”.

Los cuatro evangelios canónicos afirman que tuvo lugar en la semana de la Pascua, días después de la entrada triunfal en Jerusalén y poco antes de que Jesús muriera crucificado. Durante el encuentro, Jesús predijo que iba a ser traicionado por uno de los apóstoles presentes, y que antes de la mañana siguiente, Pedro iba a negar tres veces haberle conocido.

Dicha temática ha sido tratada en todo tipo de soportes por el arte cristiano. La obra más difundida es el mural de Da Vinci. Leonardo escogió representar el momento posterior al anuncio de Cristo de que uno de los presentes lo traicionará, cuando todos se preguntan «¿Seré yo, Señor?».

Curiosidades de la obra

“La Última Cena” en todo su esplendor.

La pintura fue un encargo del duque de Milán, Ludovico Sforza, durante la última década del siglo XV. En esa época, Ludovico había mandado a diferentes artistas a monasterios e iglesias antiguas de la ciudad para darles una nueva vida, y entre los encargados estaba Da Vinci. Se dice que tardó más de lo esperado en completarse, principalmente por la costumbre de Leonardo de dejar hasta último momento las cosas. 

“Este hombre nunca termina nada”, decía el Papa León X sobre el genio renacentista. Cuentan las crónicas de la época que el creador de La Última Cena comenzaba innumerables proyectos, pero apenas lograba concluir ninguno. Al parecer, era un procrastinador nato.

La última cena original mide 4.6 x 8.8 metros, y se encuentra en el refectorio del convento dominico de Santa María delle Grazie en Milán. La obra es bastante grande, aunque quizás no lo parezca al verse en distintas páginas de la red.

La obra en exposición

Cuando acabó, la pintura fue alabada como una obra maestra de diseño y caracterización. La dio por terminada, aunque para el eterno insatisfecho de Leonardo, declaró que tendría que seguir trabajando en ella. 

Los artistas acudían desde muy lejos al refectorio del convento, miraban la pintura con detenimiento, la copiaban y la discutían. No por nada es una de las obras de arte más reproducidas, con casi infinitas copias en todo tipo de medios.​ Desgraciadamente, el empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro ya hacia el año 1500, lo cual provocó numerosas restauraciones en la magnífica obra. 

Llama la atención que la lista de espera para comprar una entrada para poder visitar esta obra es de aproximadamente dos meses, algo que está siendo afectado por los tiempos difíciles y pandémicos de nuestros días. 

La razón principal por la cual es tan difícil conseguir una entrada es la gran fragilidad de la obra, que ya tiene más de 500 años. Así, solo se permite el acceso a pequeños grupos de personas por vez, y para evitar aglomeraciones, solo se puede estar un máximo de 15 minutos frente a la pintura.

Y casi no llega a nuestros días

El convento donde se ubica la obra tras los bombardeos nazis.

Durante la Revolución Francesa, las tropas de Napoleón utilizaron la pared del refectorio para realizar prácticas de tiro. Luego pasó a ser un establo; sufrió una gran inundación en 1800, y 21 años después hubo un intento de extraer el mural. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943, los bombardeos lograron arrancar el techo del antiguo comedor dominico dejando la pintura a la intemperie durante varios años. 

Más del 60% del convento quedó destruido. Las tropas aliadas del ejército nazi tenían como instrucción bombardear todo tipo de centros culturales, desde museos hasta iglesias. Las pérdidas artísticas fueron incontables, pero, ya sea por suerte o por un milagro, la obra de Leonardo parecía tener una custodia divina.

La bomba cayó a escasos 20 metros de la pared de la obra, todos los alrededores se derrumbaron, la estructura de la iglesia quedó visiblemente afectada, pero sorprendentemente -pese a que todos los alrededores se cayeron- la obra de Da Vinci únicamente recibió los residuos de tierra y cemento, pero no se derrumbó. 

Esta obra guarda muchas anécdotas, e incluso hay quienes dicen que está llena de aspectos del esoterismo y de otras artes ocultas. Todo ello forma parte ya del mito que vive hasta nuestros días de una de las mejores obras de arte de la historia.

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