Con un karu guasu, música, danza, magia y malabares, integrantes de las comunidades y el equipo de Callescuela, celebró el tercer aniversario de Añua Róga. Los niños, niñas y adolescentes fueron los más felices con el festejo, con juegos, risas, torta y regalos. Y con la energía que les caracteriza, cantaron su tradicional cántico: “Vamos compañeros, estamos aquí luchando por la vida, con garra y con ternura venceremos, la dignidad del pueblo no se vende, ¡se defiende!”
Julia Cardozo, directiva de Callescuela comentó emocionada lo que significa para ellos el tercer aniversario de Añua Róga: “Es un logro muy importante para nosotros. Es un sueño realizado. Significa la lucha, la resistencia, esa lucha del día a día de tener un espacio propio como Callescuela, un espacio donde la comunidad sea partícipe de todo el proceso. Un espacio que pueda ser útil para la comunidad”.
Añua Róga es como su nombre lo expresa en guaraní “la casa del abrazo”. Es un espacio abierto donde se realizan diferentes actividades, como apoyo escolar para los niños, atención de primera infancia a niños entre 2 y 5 años de edad. También se realizan reuniones y encuentros de organización vecinal y de la Coordinación Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (CONNATS).
En tiempos difíciles, Añua también fue refugio. “Aquí ya albergamos a una parte de la comunidad, en días de lluvia con raudales. Hubo familias que se quedaron aquí por semanas, hasta que el agua baje. Aquí velamos a una persona que vivía en situación de calle a pedido de los vecinos”, comentó Julia Cardozo.
Si bien Añua Róga funciona hace 3 años como centro comunitario, Callescuela ya viene trabajando en Alto Paraná hace 18 años. El equipo de Callesuela está conformado por docentes de primera infancia, educadores de apoyo escolar, trabajadores sociales, una psicóloga y educadores comunitarios, quienes llegan a las casas de las familias para acompañarlas en sus necesidades y también cuando se registran casos de violencia que afectan a los niños o niñas. También cuenta con un equipo administrativo.
“El local no se tuvo de un día para el otro. Anteriormente se trabajaba en conjunto con el Hogar Santa Teresa. Empezamos haciendo apoyo escolar bajo los árboles y luego de años, de muchas actividades realizadas, logramos comprar los terrenos y construir el hogar. El hogar fue construido entre todos, los educadores, los niños, niñas y adolescentes, las madres, de manera participativa, se soñó y se pensó en conjunto. Las mamás pensaron una cocina gran para seguir haciendo las ollas populares y los niños un salón grande para los encuentros. Es una construcción intergeneracional en la que cada parte, tiene una historia”, finalizó Julia.