InicioActualidadAbuso sexual infantil: importantes señales de alerta para detectarlo

Abuso sexual infantil: importantes señales de alerta para detectarlo

Primeramente, hay que entender conceptualmente lo siguiente: La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia sexual como: “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.

El abuso sexual infantil es una de las formas más graves de victimización infantil (entendiéndose victimización como el proceso en el que un sujeto pasa a ser víctima de un delito), caracterizado, principalmente, por la imposición de actividades de naturaleza sexual a un niño, niña o adolescente; aprovechando la relación de desigualdad, asimetría o vulnerabilidad del menor; así como la posición de poder del victimario para lograr determinada satisfacción sexual.

Según el sitio especializado Western New York Urology Associates, en 8 de cada 10 casos de abuso sexual, el niño conoce al agresor. Con frecuencia el agresor es alguien que el niño confía o ama, tal como un padre, vecino o familiar.

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Existen diferentes formas de abuso sexual. Como sucede con otras formas de abuso, puede ser físico, verbal o emocional. Podría ser lo suficientemente sutil para que un niño no sepa lo que está pasando, pero sólo se sienta incómodo. De acuerdo con el Massachusetts Citizens for Children y la organización Stop It Now, el abuso sexual infantil incluye:

  • Conductas que involucran caricias tales como:
    • Acariciar los genitales, pechos o ano de un niño por placer sexual u otro motivo innecesario.
  • Practicar juegos sexuales o hacer que un niño toque los genitales de alguien más.
  • Introducir objetos o partes del cuerpo (dedos, lengua o pene) dentro de la vulva, vagina, boca o ano de un niño, por placer sexual u otro motivo innecesario
  • Comportamientos que no involucran caricias tales como:
  • Exponer los genitales a un niño
  • Mostrar pornografía a un niño
  • Hacer comentarios sexuales a un niño
  • Hacer que un niño pose, se desnude o realice una postura sexual (incluyendo para tomar fotografías)
  • Espiar en los dormitorios y baños

La violencia sexual, incluido el acoso sexual, ocurre con frecuencia en instituciones supuestamente “seguras”, como las escuelas, donde algunos de los agresores incluyen compañeros o profesores. 

En un informe de la OMS, se señala que en estudios provenientes de diversas partes del mundo, con inclusión de África, Asia meridional y América Latina, se ha documentado que proporciones sustanciales de niñas dicen haber sufrido acoso y abuso sexuales en camino hacia la escuela o de regreso de esta, o bien en instalaciones de la escuela o la universidad, incluidos baños, aulas y dormitorios, y que los perpetradores eran compañeros o profesores.

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Lamentablemente, la violencia contra los niños, niñas y adolescentes está generalizada en todos los países de América Latina y el Caribe en donde se ha medido, aunque la prevalencia varía según el entorno y el tipo de violencia.

Con frecuencia los niños no les dicen a otras personas sobre el abuso sexual debido a que se sienten asustados, avergonzados y confundidos. Frecuentemente sus agresores los convencen de que deben mantenerlo en secreto. Hay que estar alerta de los siguientes signos de advertencia potenciales:

Signos Físicos

  • Ropa interior desgarrada, manchada o ensangrentada
  • Dificultad para caminar o sentarse
  • Enrojecimiento, dolor, sangrado o hematomas en la parte externa del área genital, vaginal o anal.
  • Secreción inusual que sale de la vagina o ano
  • Frecuentes e inexplicables infecciones urinarias o dolores de garganta
  • Infecciones de transmisión sexual
  • Embarazo

Signos Emocionales

  • Estado de depresión clínica o sentimientos de suicidio
  • Falta de confianza
  • Cambio en respuesta a los adultos o niños de mayor edad (aunque los hombres representan más del 90% de los abusos, no descarte la posibilidad de los ofensores sexuales del género femenino)
  • Nuevos miedos o histeria
  • Baja autoestima
  • Depresión con dolencias físicas tales como:
  • Dolor de cabeza, dolor de estómago o dolor en el pecho
  • Insomnio
  • Fatiga
  • Falta de apetito

Signos de Comportamiento

  • Apego
  • Problemas para dormir
  • Incontinencia urinaria, chuparse el dedo o pérdida del control intestinal
  • Miedo para quitarse la ropa o vestir capas extras de ropa
  • Miedo para ir al baño, rechazo para tener una evacuación intestinal o estreñimiento
  • Dificultad para hacer amigos
  • Llegar a la escuela temprano o quedarse más tiempo, para evitar estar en casa
  • Miedo marcado a una persona (incluyendo padres) o ciertos lugares
  • Promiscuidad, comportamiento seductor o interés inapropiado a la edad en asuntos sexuales
  • Juegos sexuales persistentes, inapropiados con coetáneos o juguetes o masturbación excesiva
  • Ausentismo o bajo desempeño escolar
  • Escapar de casa
  • Alcoholismo o drogadicción

Contextualización del abuso sexual infantil desde la psicología social

El sitio web especializado Mente y Ciencia, enfocado en la psicología, señala que “la evidencia científica disponible y el consenso internacional sitúan la dificultad para detectar y prevenir el abuso sexual infantil, como el mayor reto en la intervención sobre este fenómeno”. Relacionan además diversos factores socioculturales -de gran interés para la psicología social- que contribuirían a invisibilizar y perpetuar el abuso sexual infantil:

  • El ocultamiento, la negación, la manipulación de la memoria o la relativización de los hechos forman parte de la propia dinámica del abuso sexual infantil. Si la persona menor tiene capacidad de raciocinio; el abusador niega o distorsiona el relato de los hechos, criminalizando, culpabilizando, amenazando o coaccionando a la víctima para que lo oculte; llegando a normalizar, e incluso a naturalizar los abusos, enmascarándolos como signos de ‘afecto’ o ‘cariño’.
  • Las personas del entorno cercano suelen mantenerse impasibles, ya sea por sobrecogimiento, por no disponer de herramientas o por la negación ante la disonancia cognitiva. En el ASI intrafamiliar, las personas del entorno de la víctima pueden llegar a desarrollar algún grado de dependencia o implicación emocional con el agresor, pudiendo llegar a ser también víctimas del abusador.
  • El ASI sigue siendo un tabú profundamente invisibilizado socialmente por tradiciones culturales muy arraigadas, cayendo en toda clase de mitos y desinformación; y hallándose inmerso, a modo de muñeca rusa, dentro del tabú de la sexualidad.
  • El abuso sexual intrafamiliar y del entorno próximo es potencialmente indetectable, ya que el agresor, que es precisamente quien debe velar por el bienestar y la protección de la víctima, pone en marcha toda clase de mecanismos de manipulación, control y encubrimiento para invalidarla y así poder continuar perpetrando los abusos en el tiempo.

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Cómo responder

Sobre la base de las normas establecidas por las Naciones Unidas en la Convención sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos, los siguientes principios generales deben observarse al dispensar atención a niños y adolescentes que han sufrido, opodrían haber sufrido, abuso sexual. 

Entre las recomendaciones de prácticas adecuadas, citan lo siguiente: Los prestadores de atención de salud deben prestar apoyo de primera línea que sea sensible a las cuestiones

de género y esté centrado en el niño o adolescente, en respuesta a una revelación de abuso sexual. Esto comprende:

  • Escuchar con respeto y empatía la información que suministra el niño o adolescente;
  • Indagar acerca de las preocupaciones o inquietudes y las necesidades del niño o adolescente, además de responder a todas sus preguntas;

  • Dar una respuesta que no emita juicios y que muestre aceptación;
  • Adoptar medidas para mejorar su seguridad y reducir al mínimo los daños, en especial los resultantes de la revelación y, si existe la probabilidad de que continúe el abuso, esto incluye asegurar la privacidad visual y auditiva, cuando sea posible;
  • Dar apoyo emocional y práctico al facilitar el acceso a los servicios psicosociales;
  • Suministrar información adecuada para la edad acerca de lo que se hará para darles la atención que necesitan, incluso si su revelación del abuso tendrá que comunicarse a las autoridades pertinentes designadas;
  • Asistirlos de manera oportuna y de conformidad con sus necesidades y deseos;
  • Asignar prioridad a las necesidades médicas y al apoyo de primera línea inmediatos;
  • Hacer que el entorno y la manera en que se prestan los servicios sean apropiados para la edad, así como sensibles a las necesidades de quienes afrontan discriminación resultante, por ejemplo, de la discapacidad o la orientación sexual;
  • Empoderar a los cuidadores no abusivos con información que les permita comprender los posibles síntomas y comportamientos que el niño o adolescente podría mostrar en los próximos días o meses y saber cuándo deben solicitar ayuda adicional.

La OMS sostiene que la expansión de la base de conocimientos y la difusión de la información ya existente y la nueva que se genere ampliarán el campo de acción y conducirán a mejores programas y estrategias para abordar correctamente estos casos. Los datos sobre la prevalencia y los patrones también pueden ser una herramienta importante para conseguir que los gobiernos y las instancias normativas se ocupen del problema y convencerlos de las repercusiones en la salud pública y los costos de la violencia sexual.

Asimismo, destaca que el perfeccionamiento de las leyes existentes y de su aplicación puede servir para mejorar la calidad de la atención prestada a las supervivientes y para frenar la violencia sexual al endurecer las sanciones contra los agresores. Algunas medidas al respecto comprenden las siguientes:

  • Fortalecimiento y ampliación de las leyes que definen la violación y la agresión sexual;
  •  Sensibilización y capacitación de la policía y los jueces acerca de la violencia sexual;
  • Una mejor aplicación de las leyes existentes.

Más información: Campaña busca concientizar sobre el abuso sexual infantil y adolescente

El Ministerio de la Niñez y la Adolescencia recuerda que si uno es testigo de un caso así, hay que llamar al 147 (Fono Ayuda del MINNA), al 911 con la Policía Nacional, y/o al 133 con el Ministerio de la Defensa Pública.

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