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Agustin Pio Barrios: a 137 años del nacimiento del héroe de la guitarra paraguaya

Existe polémica sobre el lugar de nacimiento de Mangoré. En los papeles, Agustin Pío Barrios Ferreira fue inscripto en el registro de San Juan Bautista, Misiones. Sin embargo, la familia Barrios Ferreira vivía en Villa Florida: su padre fue el argentino José Doroteo Barrios, cónsul argentino en Villa Florida, y su madre era Martina Ferreira, directora de la escuela de niñas de esa misma ciudad. Al no contar Villa Florida con registro civil, todos los inscriptos en la zona eran registrados en San Juan Bautista. La casona de los Barrios Ferreira es hoy el ex Colegio Nacional Florindeño.

De familia musical, Agustín empezó empezó a tocar guitarra desde niño: desde aproximadamente los ocho años de edad ya participaba de las presentaciones de la Orquesta Barrios, formada por miembros de su propia familia. Su gran talento musical le permitió alternar entre varios instrumentos como el violín, el arpa y la flauta. Más tarde eligió la guitarra como su instrumento principal.

Agustín junto a su hermano Francisco en un hotel de Buenos Aires allá por 1921. Foto: Sila Godoy

A principios de la década de 1900 ya empezaba a componer y a hacerse conocido como guitarrista, presentándose junto a su hermano,  el poeta Francisco Martin Barrios. En 1910, Barrios salió por primera vez del país para realizar un par de presentaciones en Corrientes, Argentina. Lo que inicialmente fue planeado como un viaje de unos pocos días se alargó por ¡doce años!: pasó de Corrientes a Buenos Aires, y luego a Uruguay, Brasil y Chile.

En este periodo, compuso obras extraordinarias como “La Catedral” y “Las Abejas” ambas de 1921. La crítica internacional ya empezaba a aclamarlo como uno de los más grandes concertistas de guitarra del mundo.

Regreso agridulce a Paraguay

Barrios regresó finalmente a Paraguay en 1922, en un momento nada bueno, ya que el país se encontraba sumido en una guerra civil. Rencillas internas en el Partido Liberal, partido de gobierno en ese entonces, hicieron que varios jefes militares se sublevaran contra el presidente provisional Eusebio Ayala. El conflicto duró más de un año, acabando recién en julio de 1923.

La mayoría de las actividades civiles quedaron suspendidas, no obstante, esto no le impidió a Mangoré de realizar varias presentaciones. La más recordada de ellas es seguramente la de la Plaza Uruguaya en 1925, poco antes de partir definitivamente del Paraguay para no volver.

Los detalles de esta presentación se volvieron una especie de mito popular: que Agustín Pío Barrios, ayudado solamente por su hermano Francisco, habría ayudado a construir el mismo el escenario y a acarrear las sillas. Que el público había sido muy escaso, alrededor de 50 personas (hecho altamente improbable, ya que para entonces Mangoré era un artista consagrado y había actuado en grandes escenarios del país, con éxito de público). Y que la amargura de esta presentación habría contribuido para su alejamiento definitivo del Paraguay.

Existe si, evidencia de que el gobierno paraguayo de ese entonces le había negado a Barrios la posibilidad de presentarse en el Teatro Municipal. Y que Mangoré, en un gesto de rebeldía contra los que le negaron apoyo, aunque también de simpatía hacia su pueblo y la cultura folclórica de las plazas, había decidido presentarse gratuitamente para el que quiera oír, en la plaza más icónica del microcentro de Asunción.

Por otra parte, fue durante esta última y relativamente breve estadía de 3 años en el Paraguay cuando Mangoré compuso su más conocida obra de tinte folclórico nacional: “Danza Paraguaya”, de 1924.

Giras, obras y destino final

Tras alejarse del Paraguay, siguió girando por toda Latinoamérica (Venezuela, Panamá, República Dominicana, México). En 1934 se presenta en Bélgica, y luego en Francia, Alemania y España. Además, realizó varias grabaciones, comercializadas en discos de 78 RPM, que eran el formato estándar de esa época.

Barrios siguió evocando a su terruño en sus composiciones, e incluso presentándose durante un periodo con trajes tipicos paraguayos, usando el nombre de Nitsuga Mangoré (de ahí el apodo que perdura hasta hoy), lo cual le valió algunas críticas entre los especialistas.

A finales de la década del 30, Barrios sufrió un infarto y paro respiratorio, y los médicos le aconsejaron llevar una vida más tranquila, alejada de las giras. Se radicó en El Salvador, aceptando la invitación del presidente Maximiliano Hernandez Martinez, quien le ofreció una estadía permanente y luego lo nombró profesor de guitarra del Conservatorio Nacional de El Salvador.

En ese país, formó a sus “doce discípulos”: doce alumnos, todos salvadoreños, que tuvieron el privilegio de ser los únicos a quien Mangoré impartió su cátedra de guitarra. Agustín Pío Barrios murió el 7 de agosto de 1944, de un infarto del miocardio.

¿Habrá repatriación?

Barrios fue enterrado en el Cementerio de los Ilustres en el Salvador. Hubo varios intentos desde Paraguay por repatriar sus restos, algunos desde varias décadas atrás, hasta ahora sin éxito. Esto ha causado controversia en El Salvador, en donde la mayoría de la población se opone al traslado, y varias figuras se han pronunciado en contra.

Entre ellos está el historiador Carlos Cañas Dinarte, quien lanzó unas polémicas declaraciones: “No es una cuestión de lugar de nacimiento, nacionalidades o pasaporte. El punto es que Mangoré no quiso regresar nunca a la tierra natal que no le dio ningún respaldo mientras estuvo vivo”, afirmó en una entrevista a la BBC.

Sin embargo, hoy en día la reivindicación de Barrios y su obra en Paraguay es más fuerte que nunca, tanto de parte del público y los medios como de artistas de talla internacional, como la concertista Berta Rojas. En 2008, Agustín Pío Barrios se convirtió en el primer artista paraguayo (y una de las pocas figuras fuera del ámbito militar) en aparecer en un billete, en este caso el de 50 mil guaraníes.

Dejó más de 300 obras compuestas (aunque algunas partituras se han perdido con el tiempo), alrededor de 50 grabaciones y muchos discípulos paraguayos, que si bien nunca pudieron ser sus alumnos directamente, se inspiraron en el y contribuyen a seguir difundiendo sus obras. Comentando sobre la añoranza y relación del célebre guitarrista con su tierra, Augusto Roa Bastos dijo: “Barrios nunca quiso ni pudo disimular la nostalgia que en sus andanzas sentía por su tierra. Y esta nostalgia fue quizás una de las más dolorosas compañías de su vida”.

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