InicioActualidadParodia, farsa y burlas: así eran las “elecciones” en época de Stroessner

Parodia, farsa y burlas: así eran las “elecciones” en época de Stroessner

En el régimen stronista, cada cierta cantidad de años se repetía un siniestro ritual, del cual la ciudadanía ya conocía de memoria el final: en la radio anunciaban pomposamente “Stroessner ganó con el 80% (o 90%) de los votos”. Eran elecciones fraudulentas, con poca o nula observación internacional, realizadas con la intención de darle legitimidad y fachada democrática a la dictadura.

Recordemos que el gobierno de Alfredo Stroessner jamás se reconoció a sí mismo como régimen militar, dictatorial o autoritario. El stronismo se autodenominaba demócrata, y justificaba la represión a opositores y a la prensa como actos de “defensa a la democracia”. El dictador fue electo primeramente en 1954 tras el golpe de Estado que lo llevó al poder, en unas elecciones en las que no se presentó oposición. En total, fue reelecto ocho veces, para lo cual se tuvo que realizar una nueva Constitución en 1967 y enmendarla en 1977 de manera a permitir su reelección indefinida.

Nuestra historia se sitúa en el año 1983, en la ciudad de Presidente Franco. El protagonista, quién prefirió el anonimato y a quien llamaremos David, fue designado como miembro de mesa en el Colegio Nacional de EMD Dr. Raúl Peña, conocido simplemente como Colegio Área 5, de la mencionada ciudad. David, muy  joven y con ideales de corrección y honestidad, tal vez no se imaginaba la situación angustiosa que se le iban a presentar posteriormente.

La farsa electoral en el Colegio Área 5

“No había cuarto oscuro. Los miembros de mesa podían tranquilamente ver quién votaba en qué candidato, incluso cualquiera que pasara cerca podía ver”, empieza relatando David. Cabe mencionar que el carácter secreto del voto recién fue señalado de forma explícita y efectiva en la Constitución de 1992. “Una vez que se cerró la votación, me puse a contar las papeletas y a llenar la planilla, anotando los votos que había tenido cada partido. Mientras estaba en eso, uno de los miembros de mesa me vio. Al instante cambió su cara y me dijo, muy sorprendido ¡¿¿Qué estás haciendo??!”.

A David lo apartaron de la mesa de inmediato, mientras los demás miembros se agarraban la cabeza y se angustiaban pensando cómo le iban a explicar la situación al Delegado Electoral del stronismo. “Resulta que ya había una orden que establecía de antemano el porcentaje de votos que debía tener cada partido. Le correspondía 70% al Partido Colorado y 30% al Partido Liberal, y con esos datos teníamos que completar el acta”, cuenta el entonces miembro de mesa. “Las papeletas de votos ni se miraban, mucho menos se contaban”.

Al ver toda esa situación, David se vio ante un dilema: a pesar de que sus compañeros ya estaban trabajando para enmendar su “error”, todavía le correspondía como miembro de mesa poner su firma al final del acta de escrutinio. “Pensé ‘esto es una farsa’, y me negué a firmar el acta”. Obviamente, los otros miembros de mesa y demás autoridades presentes en el lugar enseguida se hicieron eco del incidente, y no les hizo mucha gracia. El joven siguió negándose, hasta que se retiró del lugar sin firmar.

“Salí del colegio y me fui a ver donde podía esconderme, porque por nada quería poner mi firma en eso. Me imaginé que si me iba a mi casa, me iban a encontrar, así que pensé y terminé yéndome al cementerio a esconderme”, relata David sobre las horas de aflicción que vivió tras su “fuga”.

Angustia, amenazas y el inevitable final

“Al final me encontraron, ya de noche, y me dijeron que tenía que firmar o me podían llevar a la cárcel. Incluso se fueron a mi casa y le amenazaron a mi mamá, le dijeron que podía tener problemas en su trabajo a causa de esto”. Ante este cuadro, David tuvo que ceder, y de mala gana volvió al colegio a poner su bendita firma en el acta. “Llegué y encontré el acta toda borroneada. ¡Se tomaron el trabajo de tapar con corrector, uno por uno, todos los datos que yo rellené! Y bueno, hice ahí un garabato que ni era mi firma”, acota sobre el desenlace.

Por suerte para David, terminó siendo un incidente sin mayores consecuencias (“Eso si, después jamás me volvieron a llamar para integrar una mesa”, cuenta entre risas). Para el país, ya sabemos: nos esperaban 6 años más de gobierno ilegítimo del “Tembelo”. Queda, no obstante, la fuerza del testimonio de David para las generaciones futuras; pintura de una parodia de elección y de la burla hacia la ciudadanía, a quien le eran negados sus derechos más básicos.

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