InicioActualidadLa heroica lucha contra el cáncer de Rosana Villaba

La heroica lucha contra el cáncer de Rosana Villaba

“Yo ya tenía acompañamiento médico porque mi mamá tuvo cáncer de mama y murió a consecuencia de eso”, relata Rosana. “Tenía controles periódicos y años atrás ya me habían retirado un nódulo benigno. El año pasado, de agosto para adelante, comencé a tener problemas de salud menores. No era todavía el momento de mi chequeo, pero probablemente ya era una manifestación de que tenía cáncer. Durante una cobertura me golpeé un poco y primero comencé a tratar ese golpe, pero como no mejoraba, el clínico me recomendó ir con el mastólogo”, comienza la comunicadora de 44 años.

“A fines de setiembre marqué la consulta. Como me dolía la espalda, no podía hacerme la mamografía, así que me hice otro estudio con imagen y allí el mastólogo ya vio las microcélulas, como las llaman ellos, esparcidas por todo el seno izquierdo. Por mis antecedentes, por el riesgo, recomendó que me hiciera la biopsia, pero el primer resultado arrojó que no era cáncer. El Dr. Andrés Ruiz Diaz, que es un excelente mastólogo, no se conformó con este primer diagnóstico, así que me fui a otra biopsia y ahí salió que era cáncer de mama de un tipo bastante agresivo y avanzado”, cuenta. “Si yo me guiaba por el primer diagnóstico, no sé qué iba a pasar. Tal vez su sapiencia, su instinto, no sé cómo, hizo que él (el mastólogo) entendiera que no estaba bien este primer estudio. El resultado del segundo estudio llegó en octubre del año pasado, en coincidencia con el mes de la conciencia del cáncer de mama. El diagnóstico fue terrible” narra la también periodista de Noticias Paraguay.

El shock del diagnóstico

Inicialmente, el impacto fue casi imposible de soportar: “Es un shock demasiado grande cuando uno recibe el diagnóstico (de una enfermedad) grave. Yo le perdí a mi hermano y a mi madre por el cáncer, así que sabía muy bien a lo que me enfrentaba. Me llevó bastante tiempo asimilar que ahora me pasaba a mí. Tuve muchísimo acompañamiento de mi familia, de mis compañeros, de mis amigos, lo que me ayudó a entender lo que estaba pasando y a hacerle guerra”.

Ante lo inevitable de la enfermedad, ella y su familia se vieron obligados a seguir adelante de la forma que fuera: “Viajé dos días después de tener el diagnóstico que confirmó que era cáncer. Decidimos que iba a buscar ayuda médica en el Brasil, porque mi esposo es brasileño y se dio esa oportunidad. Cerca de la ciudad en la que él nació, donde está su familia, está el hospital del cáncer donde inicié mi tratamiento”.

“Yo dejé de trabajar en diciembre del año pasado. Comencé la quimioterapia y estuve de tratamiento por 4 meses. Es una de las quimioterapias más fuertes, porque en los estudios diagnósticos concluyeron que yo tenía el estado para soportar ese tratamiento. Además, me hicieron la mastectomía radical, una cirugía bastante compleja. Luego me volvieron a hacer los estudios, pero a partir de la cirugía justo coincidió con la pandemia, así que solicité mi traslado y continué mi tratamiento en otro hospital. Luego continuaron 25 sesiones de radioterapia, la tercera parte del tratamiento. Respondí bien a todos los tratamientos y estoy con hormonoterapia con un medicamento que inicialmente debo consumir por cinco años, que se utiliza para evitar que vuelvan a aparecer las células cancerígenas y que el cáncer se expanda a otros órganos”, explica.

Rosana Villalba en la actualidad.

Como la mayor parte del tratamiento se desarrolló en el extranjero, también existieron dificultades familiares para acompañarla: “La primera vez que me fui, estuve con mi marido y mis dos hijas. Ellas tuvieron que dejar el colegio por dos semanas. Conversamos con los directivos de su colegio, que nos dieron un trato especial dada la situación. Mi familia estuvo conmigo durante las primeras semanas, pero como era fin de año, tuvieron que volver por los exámenes. Mi marido tenía que trabajar, porque alguien tiene que trabajar en la familia, así que volvió también. Me quedé un buen tiempo sin ellos, pero siempre estuve acompañada por mi familia política”.

En este sentido, reflexiona: “Yo creo que solo es muy difícil. Yo desarrollé síndrome de pánico, dormía apenas tres horas al día y eso que el tratamiento que recibí era bastante completo: tenía atención de psicólogos, de asistentes sociales que te acompañaban en todo momento, porque ellos saben que cuando a una persona le diagnostican una enfermedad grave, no solo se enferma en el cuerpo, sino que también la mente. Pasan mil cosas por la cabeza, la mente se bloquea y cuando no están bien anímica, emocionalmente, es un obstáculo para la recuperación”.

Aún así, su mayor sostén fue su creencia: “El paciente necesita de acompañamiento, no solo de su familia, sino también de un ser superior. Yo creo que eso fue lo que me ayudó: aferrarme a mi fe en Dios, a mi devoción a María Auxiliadora y en todo momento confiar en que el tratamiento, que todo lo que los médicos resolvían iba a salir bien. Sabía bien que con la quimioterapia se me iba a caer completamente el cabello, que iba a tener los efectos que vi en mi mamá y en mi hermano por el tratamiento. Esa parte no me sorprendió, sino que me preparó”, comenta.

Este mes, Rosana retornó a los medios y se describe como alguien feliz: “Retomo a medias, por culpa de la pandemia. Si bien yo ya estoy de alta y en revisiones trimestrales como comienzo, estoy todavía en población de riesgo por las secuelas del tratamiento. Por la pandemia no puedo salir a trabajar a la calle. Los médicos dijeron que tomando los cuidados puedo salir, pero los directivos del canal optaron por que yo haga la modalidad de teletrabajo, de trabajar desde casa”.

“Uno no sabe lo que le espera”, medita. “Yo tenía la esperanza de que iba a volver a trabajar y acá estoy. Estoy muy contenta, muy feliz de hacer lo que más de la mitad de mi vida vengo haciendo, que es trabajar en periodismo. Solamente me había apartado en mis vacaciones y ahora tuve un largo retiro, de un año y tres meses. De hecho, estoy expectante, esperando que esta situación ya pase para que pueda volver a salir a la calle”, concluye.

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