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La extraordinaria historia de Petrona Ramirez: la docente que salvó a la primera escuela de Presidente Franco

Hace no mucho, Alto Paraná era una zona de frondosos bosques. En menos de un siglo de historia, el cambio ha sido brutal: de la selva, los obrajes y los peones a la capital cosmopolita y las plantaciones de soja. La distancia entre un mundo y otro es mucho mayor en ambiente circundante (el bosque atlántico del Alto Paraná, tristemente, casi no existe más) que en cantidad de tiempo transcurrido.

En aquella época– primera mitad del siglo XX – se erigía Presidente Franco como “madre de ciudades”. A pesar de no ser la ciudad más antigua, quedó con ese mote porque a partir de ella se fue poblando paulatinamente el departamento y se erigieron otras ciudades. Y en Franco surgió una de las primeras instituciones educativas de la zona de las que se tienen registro: la escuela inferior No. 3109 Coronel José Felix Bogado.

Los escasos registros históricos señalan que en la segunda mitad de la década de 1940 había una sola maestra, la profesora Catalina de Ayala. Sin embargo, al tiempo la escuela quedó inactiva, y así lo estuvo por 3 años. Esta situación obviamente provocó un éxodo masivo de niños en edad escolar hacia países vecinos. Los padres de la zona, preocupados con esto, se movieron para gestionar la venida de una maestra, quién terminó siendo Petrona Ramirez Rolón, de Paraguarí.

La llegada de Petrona

La historia de su llegada es digna de una escena de Cien Años de Soledad, de Gabo Garcia Marquez. Le tomó cinco días llegar desde su ciudad hasta Franco: primero fue en tren desde Paraguarí hasta Encarnación, y luego desde Encarnación por barco subiendo por el río Paraná, hasta llegar al Puerto Presidente Franco, el 14 de marzo de 1949.

Desfile del 14 de mayo, año 1957. Petrona al frente de los alumnos/as.

Llegando al lugar, tras los citados 5 días de viaje, fue recibida por un emocionado grupo de pobladores (entre ellos alumnos y sus padres), quienes incluso explotaron petardos y agitaban banderitas paraguayas en su honor, gritando “¡Qué viva la maestra! ¡Bienvenida la maestra!”. Que no quepa duda de que el acceso a la educación para una vida más digna es el más válido de los motivos para el festejo.

A Petrona le tocó ser Directora de la institución y a la vez profesora de 1º, 2º y 3º grado, en turno mañana y tarde, para un total de 45 alumnos

Tras la llegada de la flamante y festejada maestra, se logró la reapertura de la escuela. A Petrona le tocó ser Directora de la institución y a la vez profesora de 1º, 2º y 3º grado, en turno mañana y tarde, para un total de 45 alumnos (¡Ufa!). Afortunadamente, el funcionamiento de la escuela desde ese entonces ya nunca más se detuvo. La población escolar, a la par, crecía rápido y las pocas aulas ya no daban abasto: se daban clases incluso en casas desocupadas o en dependencias de la Prefectura de Marina. Se logró elevar la categoría de la institución, quedando como Escuela Superior No. 30 Dr. Moisés Santiago Bertoni. Tras 30 años de trabajo al frente de la entidad, la profe Petrona se jubiló en 1979. Falleció a los 93 años, en el 2016.

Una de las últimas fotos de la profe Petrona, fallecida en el 2016.

Su historia es la misma de muchísimas otras mujeres que, en su momento, dejaron sus lugares de origen para servir en comunidades en donde se les necesitaba, con los riesgos que eso conllevaba y, muchas veces, teniendo que personificar la institución entera en sí misma, como fue el caso de la profesora Petrona. En una sociedad de constantes cambios y evolución no siempre para bien, la figura del educador se mantiene siempre importante y necesaria en la construcción del futuro que queremos y necesitamos.

Petrona discurseando a través de un walkie talkie. Década del 60.

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