InicioCultura¿Cómo sobreviven los centros culturales en pandemia? Drácena da un ejemplo

¿Cómo sobreviven los centros culturales en pandemia? Drácena da un ejemplo

De por sí, el sector artístico y de los eventos ha sido el más golpeado en la pandemia: el primero en cerrar y el último en, muy gradualmente, empezar a reactivarse. Dentro de este ecosistema, existen a su vez situaciones todavía más complejas que otras, como la de los Centros Culturales. Aún en situaciones normales, el mantenimiento de una institución de estas características representa un desafío, en especial si no se cuenta con ayuda del estado u ONGs. Y si a esto le sumamos una contingencia como la pandemia, la cuarentena obligatoria, la imposibilidad de aglomerarse, etc. el panorama se hace crítico.

Drácena surgió en el 2013, se encuentra en pleno microcentro de Asunción (México c/ Herrera) e inicialmente se centraba en el jazz. Luego se fue abriendo a otros géneros como el folklore, blues, música de cámara y pasó a sostener también actividades variadas como poesía, teatro, danza, cine y ferias. El centro cultural está encabezado por Seba Ramírez, músico y docente oriundo de Ciudad del Este que supo destacarse como baterista de varias bandas y ensambles de rock, jazz y otros estilos.

Seba Ramírez, director del espacio Cultural Drácena

“Antes de la pandemia luego ya venía siendo complicado para mí sostener el centro”, nos cuenta Seba. “Como no soy empresario, siempre me costó mucho que sea algo rentable. A veces llegábamos a fin de mes, a veces no, lo importante era tratar de mantener vivo nomás el espacio”. Luego llegó la pandemia, el cierre, la incertidumbre y el alquiler acumulándose. Drácena llegó a hacer delivery de pizzas para pagar las cuentas, y pasó a depender también de donaciones y de la ayuda de fondos, como el de la Secretaría de Cultura. Finalmente, surgió la idea de hacer una plataforma y de sostener la casa de manera virtual.

Membresía Drácena

La Membresía Drácena es un plan de suscripción mensual; por la módica y accesible suma de 50 mil guaraníes la persona puede acceder a 8 conciertos por mes, exclusivos de la plataforma. También se puede pagar un ticket por un solo concierto; por ejemplo, la entrada virtual al show de Passiflora este lunes está a 20 mil.

“La premisa es tratar de trasladar todas las actividades que teníamos en el espacio físico a la plataforma virtual”, describe Seba, “empezamos con la música, pero también queremos abarcar las otras actividades, como por ejemplo, las ferias. Vender artículos de feriantes y artesanos independientes una vez al mes en la web, de la misma forma que en el local teníamos feria mensualmente”.

La idea es tratar de que la gente se pueda enganchar y, así como paga Netflix, pagar una mensualidad de acceso a contenido artístico hecho acá en Paraguay. Conciertos, talleres, conversatorios…”. Para más adelante, Seba vislumbra también la creación de un banco de información, con contenidos más profundos de investigación musical. Pero aclara que van paso a paso, pues el presupuesto es escaso y el equipo se compone solamente de él y un par de personas que le ayudan con las redes sociales y el diseño de la página.

¿Cuál es el futuro de Drácena (y de los centros culturales en general)?

En este punto, Seba Ramírez hace una importante acotación: “es muy distinta la realidad de un centro cultural financiado por el estado y uno independiente. Nosotros somos independientes. A raíz de esta situación por la que estamos pasando, recibimos algún apoyo de fondos, pero no tenemos ingreso fijo que nos ayude a seguir existiendo. Yo a la par de dedicarme a Drácena, trabajo en otras partes, toco, doy clases particulares”, aclara el músico.

Ensamble en Drácena con Andrés Pellican, Víctor Scura, Bruno Muñoz y Victor Morel, durante uno de sus miércoles de Jazz pre pandemia.

La meta de Drácena a corto plazo consiste en acumular la cantidad máxima de membresías, ir mejorando su contenido y juntar fondos para en un futuro poder reabrir el espacio. De no prosperar este plan, el centro cultural tendría que, como mínimo, dejar la casa en donde está alojado actualmente y vislumbrar la posibilidad de existir solo de forma virtual. “Trato de ser optimista y de creer que la gente se va a prender, porque es un proyecto que me parece muy interesante. Creo en esto y estoy convencido de que es el camino para seguir difundiendo el arte y la cultura, que es lo que hacemos”.

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