InicioEmprendedoresCocina-escuela: La UNE abre sus talleres a toda la comunidad

Cocina-escuela: La UNE abre sus talleres a toda la comunidad

“La cocina-escuela nace y es parte del proyecto de extensión Plaza Sustentable, que nació en el 2016”, explica la docente extensionista Liliana Martínez, una de las encargadas de la actividad. “Ese proyecto se volvió multidisciplinario cuando se sumó la Facultad de Ciencias Económicas, con el proyecto Emprendedurismo, que trajo varios tipos de capacitación para las mujeres: manualidades, zapatillas bordadas, también se trabajó con talleres de pan dulces, galletitas decoradas, elaboración de productos de limpieza, arte en las uñas, entre otros. Todo lo que les pudiera ayudar a tener ingresos desde su casa”, cuenta.

“En esos proyectos, los cursos se hacían en la casa de una de las participantes, en el asentamiento Villa Universitaria del Km. 8 Acaray. Cada vez se iban sumando más mujeres, así que se dio la necesidad de contar con un local más amplio para que más personas se beneficien de la iniciativa”, detalla.

“Este grupo de mujeres también empezó a trabajar en ferias en la universidad, en las que traían productos tres veces a la semana para vender en el desayuno. Incluso vendían productos que no se trabajaron en los talleres. Ahí nos dimos cuenta de que hacía falta trabajar más con la calidad de los ingredientes, la presentación de los productos. Como en el Rectorado había espacio, decidimos presentar el proyecto cocina-escuela en la UNE y ampliar las posibilidades de participación, no solo para mujeres de Villa Universitaria, como inicialmente habíamos hecho, sino para que participen también de otros barrios, que participen las funcionarias y funcionarios de la UNE, egresados, alumnos, para que puedan desarrollar un oficio en estos talleres y luego puedan elaborar desde sus casas y vender en sus comunidades”.

La apertura del proyecto fue todo un éxito desde el inicio. “En el primer taller estuvieron dos mujeres de Hernandarias, que se sumaron a las de Villa Universitaria. En el segundo ya se sumaron mujeres de otros puntos del Km 8 Acaray, mujeres del barrio Carolina, barrio San Juan, María Auxiliadora… que son cercanas a la universidad. En la primera clase estuvieron solo 10 mujeres y en la última clase, que hicimos la semana pasada, participaron 18 mujeres. En esta ocasión, para la elaboración de empanadas, que se realiza mañana (por hoy) ya llamó gente de distintos lugares, porque se va conociendo más”, comenta.

Para las capacitaciones, cuentan también con profesionales capacitados de la universidad. “Trabajan con una profesora que tiene formación en el área de gastronomía y que es funcionaria de la dirección de extensión, Mirian Flecha. Ella hizo varios cursos de capacitación, se recibió de repostera, así que ella desarrolla la parte teórica y práctica”, puntualiza.

Cada una de las clases sigue más o menos el mismo esquema, según Martínez. “En la primera parte de la clase, la profesora les entrega copias de la receta, después empieza toda la explicación, si quieren tomar apuntes, algunos detalles para la elaboración del producto y luego la parte práctica”.  Adelanta que “La intención es que ellas vayan a su casa y practiquen, pero después nosotros también tenemos previsto reforzar el aprendizaje, fijar bien, incluso tomaremos un pequeño examen, para que cada una pueda mostrar lo que aprendió y asegurar la calidad del producto”, añade.

“Es importante mencionar que las mujeres que participan son las que piden qué quieren aprender en cada curso. Muchas de las que ya estaban elaborando y vendiendo, mencionaron que necesitaban perfeccionar sus productos para vender con más confianza”, revela la docente.

Un contenido para el fortalecimiento de pequeños emprendimientos

Los cursos abordan también detalles importantes para la venta, como el manejo de los costos y el cálculo de las que deberían ser las ganancias, según Martínez. Además, agrega: “Muchas ya están vendiendo en sus comunidades y la idea es que esto sea permanente ya. Para continuar con el proyecto, está establecido que se van a adquirir comprar mobiliarios, cubiertos, hornos y otros elementos, para equipar bien esta cocina y que esté abierta a la comunidad, que es la finalidad del proyecto”.

En cuanto al costo para la participación, refiere: “Los primeros cursos fueron gratuitos, porque los encargados del proyecto estaban colaborando con los ingredientes. Desde la clase pasada se le está pidiendo G. 20.000 a cada participante, para poder cubrir el costo de los ingredientes. Muchas mujeres manifestaron que no tienen tiempo par ir a buscar los mejores precios, los mejores productos, entonces las profesoras se encargan, se hace una rendición en el curso y se paga esa suma, pero todo lo demás es gratuito”.

Sobre la importancia del proyecto, la docente señala: “Yo creo que es una oportunidad para las mujeres que están en su casa, que no tienen profesión ni trabajo remunerado. Las mujeres con las que trabajamos son amas de casa, no tienen ingresos económicos, tienen hijos y están ganando dinero con lo que hacen. En este tiempo de la pandemia fue muy difícil para ellas y nos preguntaban todo el tiempo cuándo podían volver a la universidad, porque ahí ellas exponen sus productos y venden. Con las ventas, pueden comprar útiles para sus hijos que están en la escuela y salvar otros gastos en la casa”.

Finalmente, explica que “El compromiso de la universidad no es solo con la comunidad externa, por eso nosotros, a través de esta iniciativa, abrimos la posibilidad para que gente que ya esté vinculada con la universidad, ya sean funcionarios, alumnos o sus familiares, tengan una oportunidad de capacitarse para emprender y tener ingresos”.

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