Las desprolijidades, de hecho, se vienen arrastrando desde la promulgación de la Ley del Audiovisual, cuando la Secretaría Nacional de Cultura excluyó arbitrariamente a organizaciones y generó un descontento que se expresó a través de un tango de repudio.
Hoy, la cosa empeoró pues la Junta de Calificaciones, que tenía un mes para elevar la terna de candidatos tras un proceso de selección, no solo se expide con siete meses de atraso, se auto-adjudicó funciones que no le corresponden como nombrar un presidente y emitir resoluciones, hacer llamados y tomando decisiones que abortaron toda confianza en los referentes. Además, tras un segundo llamado y luego de cerrado el plazo de postulaciones, eliminó un requisito de carácter excluyente.
Esto volvió a generar descontento incluso en organizaciones que hoy están oficialmente dentro de la institucionalización del INAP, las cuales han solicitado impugnar a la Junta y reconformar con personas competentes.
La Secretaría Nacional de Cultura que debiera elegir el candidato a director del INAP luego del trabajo realizado por la Junta, aún no se ha expedido.