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9th & Walnut rescata la rabia y urgencia de los primeros años de Descendents

“9th & Walnut” empezó a grabarse en 2002, como un proyecto que buscaba reunir al trio que grabó el primer single de Descendents: Frank Navetta en guitarra y voz, Tony Lombardo en bajo y voz y Bill Stevenson en batería. La idea era desenterrar canciones de la etapa más temprana del grupo (1977-1980) que nunca llegaron a grabarse.

Navetta murió en 2008, con lo cual el concepto original no pudo realizarse y las sesiones quedaron en el freezer por varios años, hasta que durante la pandemia de covid en 2020, el vocalista Milo Aukerman (en la banda desde 1980) se decidió a grabar las voces.

Descendents a principios de los 80: Milo Aukerman, Tony Lombardo, Frank Navetta y Bill Stevenson.

Navetta y Lombardo, la furia original

Para entender “9th & Walnut” hay que entender a Frank Navetta y Tony Lombardo, la sección de cuerdas original de Descendents. En aquellos tiempos, el batero Bill Stevenson todavía no aparecía como compositor, así que el disco es básicamente una conversación entre las canciones de Frank y Tony, y por lógica, a ellos les cupo sentar la base de lo que sería el sonido del grupo.

Pero tampoco es que la idiosincrasia de Bill (o Milo, que llegó poco después) fuera tan distinta. Estaban en la misma. “En la van de los Descendents, mayormente solo tomaban café mientras vibraban con amargo resentimiento por el lugar que les había tocado, bajo el peldaño más bajo del mundo social” escribió Joe Carducci sobre ellos.

“Amargo resentimiento” es una buena forma de definir las emociones que se entrecruzan y son el combustible de “9th & Walnut”. Frank Navetta en particular jamás usó metáforas para esconder sus sentimientos acerca de sus conflictos familiares (ver “Parents” y “My Dad Sucks”, de Milo Goes to College y Fat respectivamente) o sus experiencias de bullying (“I’m not a Loser”), y es ésta misma rabia la que predomina en los nuevos/viejos temas, como el que fue el primer adelanto del disco, “Baby Doncha Know”.

Una cápsula de tiempo desde la primera ola del punk californiano

En cuanto a lo sonoro, los fans del álbum debut de la banda necesitarán solo unos segundos escuchando la intro de “Sailor’s Choice” para saber a dónde están siendo transportados. La intención es decididamente vintage; Descendents no trató de modernizar las canciones, más bien lo contrario: “9th & Walnut” busca acercarse lo más posible a cómo sonaría el disco si hubiera sido grabado en los 80.

El resultado es muy emocionante, más todavía teniendo en cuenta que Frank ya no está con nosotros. Cuesta explicar lo que produce en el cerebro y los oídos escuchar una grabación con sonido anacrónico en donde los 4 están tocando juntos por última vez, como si se hubiera abierto una pequeña ventana a los 80 enfrente tuyo: un portal en donde extendiendo el brazo pudiste rescatar un disco perdido en el tiempo.

Incluso Milo, quién en épocas más recientes ya optaba por cantar más limpio (lógico, tiene casi 60 años), rescata de nuevo su voz rasposa de otrora e incluso se arriesga a hacer notas bastante altas, como en la excelente “Nightage”, canción de Tony con un gran coro y una de las pocas que aquí sobrepasan la marca de los 2 minutos. Se destacan también las relecturas de “Ride The Wild” y “It’s a Hectic World” en la voz de Aukerman (originalmente cantadas por Tony y Frank respectivamente).

“9th and Walnut” sirve como una precuela al clásico LP “Milo Goes to College”. Un eslabón perdido en donde la banda muestra, además de su evolución musical, tener el coraje suficiente para rescatar un registro que los muestra desnudos, con las imperfecciones e inseguridades crudas de su juventud como nerds y losers de Long Beach que encontraban consuelo en el café, la comida chatarra y pescar en el océano Pacífico.

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