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30 años del asesinato de Santiago Leguizamón: No se mata la verdad matando a un periodista

Una fresca jornada como hoy, pero del año 1991 encontraba a Santiago Leguizamón en su radio Mburucuyá ZP 31, ubicada en la ciudad de Pedro Juan Caballero, departamento de Amambay. Como ya era costumbre, conducía su programa matutino llamado “Puertas Abiertas”. En ese punto de su vida, era corresponsal del extinto diario Noticias y Canal 13 de la capital, y editor de la revista Mburucuyá en conjunto con la periodista Zulia Giménez. En un tiempo pasado llegó a ser corresponsal de otros diarios capitalinos como ABC Color, Última Hora y Hoy. 16 años ejerciendo el periodismo, Santiago era la voz de los que no la tenían en aquella frontera tan complicada con el Brasil.

En un punto de la mañana, conversó en contacto telefónico con su amigo Humberto Rubín, quien estaba en la Radio Ñanduti. Recordaron la icónica fecha: Día del Periodista Paraguayo, en conmemoración a la fecha de publicación del primer diario nacional, el Paraguayo Independiente, un 26 de abril de 1845. Pero eso quedó en segundo plano, cuando Rubín, altamente preocupado, pidió a su amigo que se cuide.

Humberto: – Te pido por favor que te cuides, Santiago.

Santiago: – ¿Todavía querés que me cuide?

Humberto: – ¡Mucho más que antes!

Santiago: – ¿Vos escuchaste algún dato importante por ahí?

Humberto: – Sí, sí.

Santiago: – Je, je…

Humberto: – No, no es para reírse.

Santiago: – Hay dos clases de muerte Humberto: una es la muerte material. Y otra es la muerte cuando uno abandonó la ética y la voluntad de trabajo. ¡Muchas gracias, Humberto!

En esa última conversación quedaba marcada a fuego la ética de Santiago. Él prefería la muerte física a la muerte ética. Era consciente del lugar en donde ejercía la profesión. Era 1991, años bastantes emergentes para el narcotráfico en todo el continente, y en Pedro Juan Caballero el negocio iba bien encaminado, hechos ilícitos que Leguizamón siempre denunciaba en su radio.

Tanta era la influencia de su trabajo que incomodó al considerado capo más grande de la frontera, Fahd Yamil “El Padrino” (recientemente entregado a la justicia brasileña). Este capo llegó a reconocer que fue amigo del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989), a quien calificó como un “patriota”. También mencionó su amistad con el expresidente Andrés Rodríguez, y dijo que ya no tiene negocios ni propiedades en el Paraguay, país donde reconoció que “hizo mucho dinero”.

El artículo titulado “Quién me ha robado el mes de abril?” sobre este caso, publicado en el sitio web Impunidad.com, relata que la pareja de Leguizamón, Ana María Morra, radicada con sus hijos en Asunción por la inseguridad imperante en PJC, sabía que su marido tenía una foto comprometedora. Tan comprometedora que la Embajada de los Estados Unidos estaba interesada en obtenerla. Posaba en ella, al parecer, el jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria con Yamil y Rodríguez, presidente de la República hasta 1993. Nada de esto se mencionó durante el proceso judicial, signado por la lentitud, las irregularidades y la ineficacia.

Dante Leguizamón, hijo del periodista, recordó en un programa de radio hace un par de días que su padre investigó desde un principio temas relacionados al narcotráfico y al proceso de triangulación de la soja en Amambay. Ese trabajo llegaría tristemente a su final a las 12:15 de un viernes, 26 de abril de 1991.

A la salida de su radio, el periodista iba rumbo a un restaurante para reunirse con su compañera de profesión Zulia Giménez. Pero un comando de tres personas en un Volkswagen Gol de color negro se lo impidió en la línea fronteriza. Estaban bien armados y con una misión.

José Paulo dos Santos Galdino, alias Paulão, sicario que actuaba de campana, avisó que se aproximaba el auto Datsun, color blanco, conducido por el periodista Leguizamón, quien iba acompañado de su secretario, Baldomero Karape Cabral. El vehículo de los delincuentes cerró el paso y dos hombres saltaron a tierra. Uno de ellos llevaba una pistola 9 mm y una 38 Magnum, y el otro una escopeta calibre 12 recortada. Empezaron los tiros.

Así quedó el vehículo del periodista.

El auto del periodista fue rociado a balazos. Santiago, a pesar de eso, logró juntar fuezas para gritarle a su secretario y amigo: “CORRÉ, SALVATE… YO YA NO PUEDO”. Fueron sus últimas palabras. Cabral logró abrir la puerta y salió del auto cuando escuchó el escopetazo final, el tiro que arrancó el ojo izquierdo al periodista. Con el trabajo terminado, los sicarios volvieron a su vehículo y escaparon en dirección al país vecino. Forenses documentaron que 22 balazos impactaron en el cuerpo de Santiago. 

A metros de semejante escena, se ubicaba un hombre supervisando que la tarea fuera realizada según lo planeado. Luiz Henriques Álvarez Georges, alias Tulú, sobrino y mano derecha del Padrino, el Turco Fahd Yamil Georges. Este dato lo reveló Paulâo cuando cayó preso por otro crimen cometido en Brasil.

El Grupo Especial de Operaciones de Frontera de la Policía brasileña, al mando del delegado Osmar de Camargo, investigó el caso y logró atrapar a varios de los involucrados, revelando que se trataba de una banda de sicarios fronterizos que realizó varios crímenes por órdenes del clan Yamil, entre ellos el asesinato del periodista paraguayo. La Policía brasileña solo tardó ocho meses en esclarecer el caso Leguizamón, pero lo hizo a simple modo de información, ya que el asesinato fue cometido en el lado paraguayo, donde no tenía jurisdicción.

Mientras tanto, la Justicia Paraguaya, quien podría haber tramitado obtener la declaración de los asesinos y recurrir internacionalmente para procesarlos adecuadamente tanto a ellos como a los autores morales, no lo hizo. 

El caso más emblemático del primer periodista asesinado en tiempos democráticos post dictadura cumple 30 años sin que la Justicia Paraguaya, si es que existe, haya podido determinar de manera oficial quiénes fueron los asesinos. Tristemente, 18 periodistas perdieron la vida a causa de quiénes piensan erróneamente que así callarán las voces que cuentan la realidad de un sufrido país. No se mata la verdad matando a periodistas. 

Monolito en memoria de Santiago Leguizamón ubicado en Sajonia, Av. Carlos Antonio López, frente al parque del mismo nombre, en Asunción.

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