InicioActualidadSemana del prematuro: Tobias Paredes, el milagro de la familia

Semana del prematuro: Tobias Paredes, el milagro de la familia

“Los milagros sí existen. Yo puedo probarlo y sentirlo a través de mi hijo. Él es el milagro”, comienza a narrar Carmen Nuñez, del barrio Ciudad Nueva de Ciudad del Este. Carmen es madre de Tobias Emmanuel Paredes, de dos años, que nació el 24 de octubre de 2018 tras solamente 34 semanas de gestación (el tiempo normal es de 37 semanas).

Hoy Carmen tiene 37 años y considera que cuando dio a luz a Tobias las circunstancias complicaron su situación: “En ese tiempo tenía 35 años y mi única hija la había tenido 16 años antes, así que había pasado un buen tiempo entre ese momento y el que me embaracé de Tobias. Los doctores me decían que a mi edad existían más peligros. Yo tenía presión alta y me diagnosticaron diabetes gestacional alrededor del cuarto mes de gestación, así que los médicos siempre trataron mi embarazo como de alto riesgo”, explica sobre los antecedentes.

“A las 34 semanas me subió la presión de golpe y tuvieron que llevarme prontamente al sanatorio. Ya allí, me hicieron una cesárea de urgencia. No hubo tiempo para prepararnos, para nada. Tuvimos que usar medicamentos ajenos para que él pudiera nacer, porque nosotros no teníamos nada”, cuenta emocionada. “Nació y yo no pude verle porque seguía mal, eso fue lo que más me afectó en el momento”, rememora.

Sobre la salud de su pequeño tras las primeras horas, comparte: “Cuando nació, a Tobias ya le bajaron a neonatología. Yo pasé a otra sala, siempre preguntando por mi bebé. Todos me decían que estaba bien, pero era solo para tranquilizarme. Estuve con eso hasta que hablé con mi marido, que me contó la realidad del caso: a las tres horas de nacido, mi hijo ya estaba intubado, porque nació con problemas respiratorios”.

“Siempre digo que mi hijo es un milagro, es increíble. Los doctores dijeron que aguantaría máximo unas dos o tres horas, pero Tobias aguantó 10 horas intubado y fue ahí, cuando vieron que podía resistir, que se movilizaron para buscar terapia intensiva”, comparte Nuñez. “En Ciudad del Este no hubo caso, pero finalmente encontraron un espacio en Asunción. Hasta ese punto, no le había conocido a mi bebé, no podía verle. No fue hasta antes del traslado que me prepararon para la que podía ser la primera y última vez que le vería”, relata.

“A pesar de la situación, en todo momento tuve la fe puesta en Dios. Rezaba mucho por el varoncito que tanto tiempo esperé. Después de nuestro primer encuentro, inmediatamente ya le prepararon para llevarle a Asunción. Yo me quedé acá, internada más ocho días más, porque mi presión no bajaba. Mi bebé, acompañado por su papá, llegó bien a Asunción, soportó otra vez el viaje, a pesar de todos los pronósticos. Entró a terapia, aguantó todo, pero necesitaba de mí, necesitaba de su mamá”, asegura Carmen, conmovida.

Se movilizó la comunidad, el barrio, los parientes, toda la gente, porque era algo inexplicable, un milagro. “Tuve que salir del hospital a los 15 días. Allá mi bebé estaba evolucionando bien, pero necesitaba hacer el apego, que solo podía hacer conmigo. Con mi estado, agarré el primer colectivo a Asunción y me fui. Luego de que nos encontramos, empezó a reaccionar más rápidamente. Pasaba todas las pruebas de los doctores. Estuvimos cinco días más en la terapia del Sanatorio Británico de Asunción y finalmente hice lo que todos dijeron que no íbamos a lograr: volví a mi ciudad con mi bebé, fuerte y sano, en los brazos”, cuenta orgullosa.

Tobias y Carmen durante sus encuentros en la terapia del niño.

La calidez humana, la gran protagonista

Desde que entraron al hospital, Carmen y su familia sintieron el cariño de parientes y amigos: “Ellos fueron los que empezaron a buscar todos los medicamentos, a hacer actividades y moverse por nosotros. Fue gracias a Dios y a toda la gente que nos apoyó, que estuvo con nosotros. Siempre digo que Tobias es hijo de la gente, porque hicieron todo lo que estaba de su parte para salvarle”. Colaboraron con él, lo que se sumó a la batalla del niño: “Él hizo su parte, fue muy fuerte, muy valiente, un héroe. Superó todas las barreras que tenía en su camino”.

Hoy Tobias es un niño tranquilo, que disfruta de una infancia normal: “Los doctores siempre me dijeron que iba a tener secuelas, pero él es un niño muy sano. Desde que nació, se sometió a controles muy estrictos y visitas quincenales al doctor, pero gracias a Dios nunca mostró señales de desarrollar ninguna enfermedad”.

Carmen todavía se emociona cuando piensa en lo mucho que avanzaron desde aquel 24 de octubre de 2018: “Es un chico muy tranquilo. El mes pasado cumplió dos añitos y ver lo que era cuando nació y lo que es ahora es realmente increíble”, comparte. “Los milagros sí existen. Yo puedo probarlo y sentirlo a través de mi hijo Tobías. Él es el milagro. Cada vez que pienso en lo que pasó, cuando le veo sonreír o cuando me dice “Te quiero mamá”, empiezo a lagrimear. Es un amor sin igual el que sentimos, que le hizo a sanar. Cada vez que salía de verle, me decían que evolucionaba. Ese apego que hicimos cuando él era tan pequeño, en esa sala de terapia, es un vínculo que conservamos hasta hoy. Solamente él y yo podemos saber lo que se siente, lo que pasamos y cómo eso nos unió tan profundamente”, finaliza.

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