De nuevo con mucho calor y sol, empezamos la jornada tempranito en el stage McDonald’s, donde estuvieron nuestras representantes esteñas Las Hijas de la Alquimia. El dúo de hip hop compuesto por Stefania Ramos e Ingrid Fernandez demostró que tiene pasta para empezar a pisar los grandes escenarios nacionales.
Un poco más tarde, los Mocasinos lucieron su sonido vintage ante un puñado de fans fieles bajo el sol luqueño. Su versión de “I Wanna be Adored” de The Stone Roses, correctamente llamada “Quiero Ser Una Puerta”, fue muy bien recibida por los presentes. También tocaron una canción de Los Teenager’s Paraguayos e insertaron a una linda sección de vientos en varios temas.
Quisimos ver a Louta, pero el inicio de su presentación se retrasó un poco y en el otro escenario ya subía Benito Cerati. Extrañamente, el publico que se acercó al escenario McDonald’s mientras tocaba él fue pequeño, pero a Benito poco le importó: se mostró simpático y buena onda, interactuando y bromeando con la gente a la par de demostrar la potencia y buen alcance de su voz. Buen e infravalorado show.
Pasadas las 19, llegaba Diego Torres al escenario Flow Samsung, sin duda una de las presencias más desconcertantes en la grilla de un festival que de por sí ya destaca por su diversidad. Sin embargo, desde el primer acorde que sonó, todos esos cuestionamientos salieron raudamente volando, ya que no existía una canción en su repertorio que el público, del estilo que sea, no conozca de memoria. Obviamente, la gente terminó coreando todos los temas y ovacionando al cantante argentino.
Cayó la noche en el Parque Olímpico y ya los fans más ardorosos empezaban a agolparse ante el escenario Bud 66, en donde tocaría Billie Eilish. Sin embargo, eso no nos impidió ver el show de Modest Mouse igualmente desde un lugar decente: tolerancia, diversidad, la clave para una buena convivencia. Los estadounidenses empezaron con “Dramamine”, una isla de midwest emo y afinaciones alternativas plantada en pleno y caluroso Paraguay. Sus clásico álbum “The Lonesome Crowded West” de 1997, lastimosamente muy poco difundido en en nuestro país, merece una escuchada atenta.
Inversamente proporcional a la recepción que tuvo Modest Mouse fue el furor y el tumulto que causó Rosalía, por mucho una de las artistas más esperadas por el público en esta edición de Asuncionico. Lastimosamente la española sufrió algunos inconvenientes técnicos: el sonido estuvo bajo y su show fue cortado de forma abrupta por un fallo de energía en medio de la canción “CUUUUuuuuuute”. Rosalía sorteo el momento incómodo a puro carisma, quedándose en el escenario a despedirse de los fans, que le lanzaron cariñosamente varios objetos, entre ellos una bandera LGBT+ que se puso a la espalda.
El bizarro final del show de Rosalia generó un clima de preocupación y tensión en la multitud, que esperaba aún por el set de Billie Eilish, el cual llevaba ya 15 minutos de retraso. Afortunadamente Billie calmó los ánimos y saltó al escenario dando un concierto sin ningún inconveniente, ante los ensordecedores gritos de sus fans. Fue impresionante como cada gesto, cada inflexión y cada movimiento de la cantante era seguido inmediatamente por el público, que reaccionaba con gritos, risas y aplausos.
Al final, a pesar de los problemas, el saldo sigue siendo positivo para Asuncionico, que desplegó una interesante infraestructura, con varias comodidades para el público. Asimismo, el Parque Olímpico se mostró con una interesante nueva opción de local para el multitudinario festival. Esperamos la edición 2024 con ansias.