“Desde chico sabía dibujar. Era uno de esos niños que copiaba las figuritas de Dragon Ball, le dibujaba a Gokú, proyectaba en la hoja esos dibujos. En ese tiempo solamente llegaba hasta ahí, pero no tomaba en serio”, relata Marcos.
No fue hasta la adolescencia que entendió que era una pasión que podía desarrollar y perfeccionar: “No podría decir el momento exacto, pero sí tengo un recuerdo del tiempo en que decidí que era lo que quería hacer en mi vida, que fue cuando empecé a estudiar dibujo artístico en la Escuela Municipal de Artes y Oficios. Ahí conocí a personas, amigos que se dedicaban al dibujo y que eran muy buenos en eso. Yo también quería hacer lo que ellos, quería tener el nivel de ellos e incluso, si se daba, sobrepasar sus habilidades, así que me lancé más a la práctica, elegí figuras más realistas e intenté proyectarlas en las hojas. Con el tiempo me fue saliendo cada vez mejor”, explica.
Marcos cursó el Nivel Medio en el Colegio Nacional Santa Teresa de Jesús, del barrio San Rafael de Ciudad del Este, en donde ya destacaba por sus habilidades con el lápiz y el papel: “Ya me conocían como el que dibujaba bien. Es cierto que todavía no me dedicaba tanto a esto, aunque sí dibujaba mucho. Después de que salí del colegio fue que tomé en serio el dibujo y comencé a hacer retratos, dibujos realistas.
Sobre su fuerte a la hora de ilustrar, cuenta: “Mi técnica favorita es el realismo. Dibujo a lápiz de papel, lápices de colores y también hago pinturas a lienzo. Todo lo que sea estilo realista me gusta, ya sea a lápiz o al óleo”, comparte. “Lo que más me piden son retratos. Tengo una página en Facebook y promociono mis trabajos en Mercado Libre y es ahí donde la gente me contacta. Mi técnica más fuerte es el realismo a lápiz, que es justamente lo que a la gente más le gusta, lo que más piden. Cuando dibujo solo para mí, busco una imagen que me inspire, que me emocione. También me gusta retratar a alguien que me llame la atención, como un actor o cantante al que admire”.
Alcaraz tiene claro lo que quiere que transmita su trabajo: “Quiero que sea realista, pero no como una foto, sino como algo diferente y que también tenga una historia en sí mismo”. Sobre este último punto es en el que se muestra más apasionado: “Todo lo que hago es especial. Cada dibujo, cada pedido que hago tiene una historia. Por ejemplo, un retrato de pareja no es solo el dibujo en el papel, sino una representación del tiempo que estuvieron juntos. Lo que pasaron en ese tiempo es la historia en ese dibujo, yo solo estoy canalizando. Otra situación puede ser cuando se trata de un ser querido fallecido, el padre o tal vez la madre de alguien, estoy retratando el sentimiento de esas personas que pidieron el dibujo, doloroso o feliz, y estoy contando una historia. Cada trabajo es único y todo lo que hago se siente especial y diferente al anterior”.
Su principal inspiración, cuenta, es el artista brasileño Charles Laveso: “Él es una persona de cuyo trabajo disfruto y con la que también me identifico, porque ambos tenemos una dificultad física, pero que no nos impide seguir dibujando: él nació sin el antebrazo y yo me comparo con él porque tengo una dificultad en la vista”, señala.
“Fui practicando. Pienso que, si desde más joven tenía acceso un buen aparato con de internet, habría empezado a dibujar en serio desde antes”, indica.
“Mi familia me apoya y más ahora prácticamente estoy viviendo del dibujo. Aun así, la principal dificultad es que en Paraguay son más caros los materiales para dibujar y pintar. Tengo que cruzar la frontera, ir a Foz (de Iguazú) para comprar mis materiales, porque son más accesibles que los que encuentro acá”, añade. “Pienso que las personas son su propio obstáculo”, reflexiona, “Que ellas mismas se ponen las dificultades. Desarrollar una habilidad, perfeccionarse, es solamente cuestión de practicar y perseverar”, concluye.