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Historia de los Pilsen Rock, parte 3: de teloneras a protagonistas, las bandas paraguayas se roban el show

2005 fue un año especial para el rock nacional, si los hubo. En caso de dudas, basta con mirar el calendario: ese año no hubo una, sino dos (!!!) enormes ediciones del Pilsen Rock, ambas con el furor intacto. Ni bien había bajado el polvo del Jockey en la madrugada del 15 de mayo, ya se empezó a hablar de la siguiente edición. Claro, ¿para qué esperar? Equipo que va ganando no se cambia.

A esa altura, el festival ya comenzaba a tener cierta “mística” entre el público y los músicos. Tocar en el Pilsen se iba volviendo sinónimo de que tu banda, de alguna forma, la había “pegado”, y llegar a ese escenario del Jockey era una especie de sueño. Bien en sintonía con esa idea, se armó por primera vez un concurso que premiaba a los ganadores con, oh gloria eterna, tocar en el Pilsen Rock Vol. 3.

De tal concurso salieron ganadores los Moon Ska Monkeys, banda de ska-punk compañera de camada de S.K.A. y con la misma fórmula de éxito: un demo y mil conciertos under bajo el brazo. Igualmente entraron gracias al concurso las bandas Aura, Per Sé y Bajo Zero, y completaban la grilla local Revolber, S.K.A., Rolando Chaparro, Flou y Gaia. Un total nada despreciable de 9 bandas nacionales, complementado por 6 internacionales: Rata Blanca, Trostky Vengarán, Los Auténticos Decadentes, No Te Va Gustar, La Mosca y Cidade Negra. La maratón festivalera sin precedentes sucedió el sábado 22 de octubre del 2005.

De los 90 al 2005, del under al Jockey Club

Existe una vieja tradición hippie-rockera que consiste en poner a un artista viejo como apertura de un concierto con bandas más jóvenes, que estén en su mejor momento. Se trata de un gesto de humildad y reconocimiento hacia las nuevas generaciones, y a la vez es una forma de hacer que la gente llegue temprano y entre en sintonía más rápido con el festival. Poniendo en práctica esta costumbre, abrió el concierto Gaia, histórica banda del rock nacional de los 90 que ya contaba con 3 discos lanzados (ninguna banda paraguaya de rock hasta ese entonces había llegado a tanto). A pesar de que era la media tarde y que la gente recién iba llegando, el show del cuarteto fue bien recibido, ya que tenían varias canciones conocidas por el público rockero.

Luego, empezaron a entrar las bandas del concurso: Bajo Zero hizo un buen despliegue de hard rock/heavy metal con interesante calidad técnica, con destaque para su guitarrista Gabriel Colmán; Aura agradó a los muchachos/as con su estilo nu-metal – género que estaba bien en boga en esos tiempos -, y en el medio, estuvo Per Sé, talvez el momento más polémico o discutido en el festival entre las bandas locales, por lo cual se merecen un parrafito o dos a parte.

Los Per Sé fueron acusados de no estar, digamos, a la altura del festival y de no lograr conectarse con el público. Mirando retrospectivamente, y apoyándonos también en un par de videos con buena calidad que quedaron en YouTube, se puede apreciar que la banda hizo una performance correcta. Uno se pregunta ¿no es acaso esa la idea y el espíritu de un concurso de bandas? El llevar a un escenario grande a un artista que talvez, de otra forma, no podría llegar allí. Sería injusto comparar la performance de Per Sé con la de Flou, pero por otra parte, también hay que entender el contexto de las críticas: hubo una especie de sentimiento de injusticia, por la alta consideración que tenia el festival entre los fans. En pocas palabras, las bandas nacionales dejaban la vara demasiado alta, y el público se volvió más exigente.

Sirve para tener una idea de la seriedad, el respeto y la dimensión que había tomado el Pilsen Rock en el imaginario del público, pero al mismo tiempo, queda la sensación de que la crítica fue demasiado dura con Per Sé. “No creas en el oficialismo, no creas en la oposición, no creas en lo que yo te digo, sacá tu propia conclusión” dice una canción de Insurgente, así que aquí te dejamos un video para que lo hagas.

Baile ska-punk al atardecer

Eran recién las 18 hs y ya hubo muchísimo rock, pero la jornada recién había empezado, y lo demostró Moon Ska Monkeys. “La experiencia fue increíble”, cuenta Nestor Sanchez, bajista y lider del grupo. “Cuando subimos y empezamos a tocar, vimos una polvareda enorme que se iba levantando, era la gente que venía corriendo a acercarse al escenario”. Hasta ese momento, el público había crecido de a poco, y durante el show de Moon Ska se fue acercando ya a las 70.000 personas que el festival finalmente congregaría. “Se llenó mientras ibamos tocando, y empezó a oscurecer también. Todo el mundo coreando. Se nos puso la piel de gallina”, recuerda Nestor.

Con Moon Ska se abrió una seguidilla de ska, reggae y latin rock muy bien pensada, que habrá puesto más que contentos a los fans de esos estilos: S.K.A., No Te Va Gustar, Cidade Negra y Los Auténticos Decadentes. ¡Uf! Y aún no daban ni las doce. Las guitarras limpias y ritmos sincopados dieron paso finalmente a la distorsión, primero con el punk rock de Trotsky Vengarán (Uruguay) y luego con Flou y Rata Blanca.

Los argentinos estuvieron sin duda entre los responsables de que se haya llegado al récord de agotar todas las 78.000 localidades disponibles para esa edición. El metal siempre fue uno de los subgéneros más convocantes en el rock paraguayo, sin embargo, había tenido escasa participación en la grilla hasta ese momento. Al sumar al público metalero a su público promedio, hubo un salto más en convocatoria. Muchos, miles fueron allí solamente para ver a Rata Blanca – la entrada seguía estando muy barata -, y la banda de Giardino no decepcionó.

Cabezas de cartel locales, un DVD y otros legados

Le tocó a Revolber la proeza de hacer que la gente se quede y volver a levantarlos después de Rata, cosa que consiguieron sin muchos dramas. Patrick había pasado por problemas de salud e incluso se sacó la remera, mostrando al publico una especie de sistema de monitoreo cardiaco que tenía en el pecho. Cerró la maratónica jornada La Mosca.

De este concierto salió un DVD, hoy en día inconseguible, registrando al menos una canción de cada banda local que participó en el evento. Fue el primer DVD editado en la historia del rock nacional y uno de los tantos legados que dejó el festival. El más importante: haber colocado a grupos locales como cabezas de cartel y – a la vez que se nutría de la creciente popularidad del rock under – darles una exposición y explosión aún mayor a las bandas través de su escenario. ¿Quién diría que el fin estaba tan cerca?

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