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34 años de Rock Sanber: “Fue un festejo anticipado de la caída de la dictadura”

Previsto inicialmente para el sábado 16 y domingo 17 de enero de 1988, Rock Sanber debía realizarse en el San Bernardino Country y Golf Club. Sin embargo, faltando pocos días para la fecha, el local rescindió contrato con Ángel Aguilera, el realizador del festival. Finalmente, se utilizó la cancha del Club Nacional, con capacidad para 30 mil personas.

Agonizaba la dictadura: en poco más de un año, Stroessner sería derrocado y mandado al exilio. Sin embargo, sus tentáculos aún se podían sentir a través de sus medios oficiales. “La prensa oficial en este caso hizo de contrera, pero pasó desapercibido, queda para la anécdota” cuenta Nicodemus Espinosa, narrando el ambiente y las reacciones que se vivían en la previa. “La prensa oficial tenía su diario que era Patria, y el lema de Patria era “El Diario de Circulación Obligatoria”, porque se les suscribía a los empleados públicos, y solamente ellos leían. No tenía mayor trascendencia, pero quedó en el papel”.

Una de las posturas en contra que quedaron en el papel, como menciona Nico, fue una furibunda diatriba firmada por Facundo E. Recalde, quien declaraba que a causa de Rock Sanber, la ciudad de San Bernardino se volvía “por dos días, sucursal del infierno”. Recalde fundamentaba su crítica mencionando a Jesús, a Satanás y utilizando palabras inexistentes, como “drogadismo” (?).

No obstante, la mayoría de los medios no oficiales reaccionaron con entusiasmo ante la presencia de artistas top del momento en Paraguay. “Yo estaba en el Diario Hoy, y fue todo lo contrario [a los medios oficialistas]”, relata Nico. “Hacíamos notas, yo hacía dibujos, hacía chistes sobre lo que se venía en Rock Sanber. En primer lugar porque a mí me gustaba el rock, siempre fui rockero. Y además me unía una amistad con Ángel Aguilera, que fue uno de los principales promotores de ese evento”.

El frustrado primer día, pasado por agua

El primer día (sábado 16) debían tocar Los Hobbies, Miguel Mateos, Fito Páez y Paralamas do Sucesso. No fue así porque faltando poco para el inicio del evento se largó una fortísima lluvia. “Fue un diluvio, pero una lluvia histórica, que inundó el local. Una laguna se formó en la cancha del Club Nacional de San Bernardino”, recuerda Nicodemus.

A causa de esto, toda la grilla que estaba distribuida en 2 días tuvo que ser exprimida en un día, quedando toda la fiesta para el domingo 17 de enero. Esto ocasionó que Miguel Mateos se baje del cartel, lo cual desató una ola de chismes y rumores, como bien manda el folklore festivalero y de shows internacionales: se decía que a Mateos no le gustó que le redujeran el tiempo de su show, o que no quería compartir camerino con otros artistas. Todos rumores sin mucho asidero; oficialmente Mateos ya tenía compromisos previamente agendados para el domingo, y por eso acabó no pudiendo presentarse.

Encuentro de la nueva y vieja guardia del rock paraguayo

Cupo a las 3 bandas paraguayas abrir el festival el domingo. La primera fue Onda Corta, seguida de RH+ y luego Los Hobbies. El contraste, principalmente entre estos 2 últimos, representaba el encuentro de la vieja guardia del pop-rock paraguayo y la nueva, que se estaba asomando.

Los Hobbies eran el grupo sobreviviente de la época de las orquestas bailables, con su muy conocido hit ‘San Bernardino (Navegando hacia el sol)’, que levantó al público, según se puede apreciar en un video que sobrevive de la época. Del otro lado, RH+, banda en ese entonces muy nueva, con un estilo moderno afincado en el sonido new wave y reggae blanco de bandas como The Police.

A Nicodemus no le cabe duda de por quién se inclina en esta batalla: “RH+ fue el verdadero grupo de rock paraguayo, que entró a tocar sus temas propios y temas de rock. Había otras bandas nacionales, pero hicieron canciones más de baile. RH+ además tenía en sus filas al Jimi Hendrix paraguayo que era Roberto Thompson, una figura a la que mucha gente conoció ahí. No eran muy promocionados en las radios, pero la perrada conocía y coreó encantadísima sus temas”.

Fiesta en el barro: “Suena Soda Stereo y enloquecimos todos”

El primer artista internacional en presentarse fue Fito Páez, que en ese entonces recién estaba empezando a darse a conocer internacionalmente, de la mano de su disco ‘Ciudad de Pobres Corazones’ de 1987. Luego vinieron los 3 platos fuertes: Roupa Nova, Paralamas y Soda Stereo.

Roupa Nova se metió al bolsillo a los asistentes de la mano de éxitos como “Show de rock n’ roll” y “Whisky a Go-Go”. Su fama llegaba no solo a Asunción y alrededores, sino también a localidades fronterizas como Ciudad del Este: varios asistentes se desplazaron desde el este del país a ver al grupo carioca.

“Los brasileños de Roupa Nova estuvieron impresionantes. Su entrada fue impactante: se apagaron todas las luces y alguien entró cantando, no se veía nada, y de repente una luz ilumina al vocalista en medio, y arranca el tema con las luces y la banda sonando detrás. ¡Una cosa increíble!” rememora emocionado Nicodemus, resaltando que la puesta en escena en cuanto a luces era muy buena para la época.

Paralamas hizo lo suyo con los numerosos hits extraídos de sus LPs ‘Selvagem?’ y ‘O Passo do Lui’, sin embargo, la banda más esperada por el público fue Soda Stereo, que subió ya bien pasadas las 2 de la madrugada del lunes.

“Soda Stereo para mí fue lo mejor. Inolvidable, hizo un show increíble. Cuando eso eran la banda que más pegaba, la más conocida. Y tenían todos los aditivos para impactar, lo musical, las luces, lo visual, era una banda que rompía todo. Y ya eran casi las 3 de la mañana, muchos ya dormían ahí en el barro esperándoles, y de repente suena Soda Stereo y enloquecimos todos”, cuenta Nico.

“Una anécdota interesante es que la cancha estaba cubierta de barro, y un poco eso convirtió todo en un Woodstock. El domingo cuando empezó el festival no llovió, pero la cancha, las instalaciones estaban hechas un fangal. No había lugar para sentarse, con eso te digo todo. E igual la gente gozó, bailaban, se tiraban en el barro. El barro fue un elemento que enriqueció el espectáculo”.

Un antes y un después para los espectáculos musicales

Reflexionando sobre lo que significó Rock Sanber históricamente, Nico dice: “Fue un año antes del golpe, y nosotros los “visionarios”, decíamos que era un festejo anticipado al golpe y a la caída de Stroessner. Pero fuera de broma, fue un acontecimiento increíble que le dio un marco de antes y después a los espectáculos musicales en Paraguay. El público no le tenía mucha fe al rock, a pesar de que ya hubo antecedentes con otras bandas, argentinas sobre todo”.

“Me impactó la cantidad de gente y la buena onda. No hubo peleas. Yo estaba ahí, entre el público, en la cancha te voy a decir, recorriendo, mirando. Era un acontecimiento esperado por muchísimo tiempo. Teníamos los rockeros una secreta esperanza de que alguna vez se iba a armar un concierto de esa envergadura, y bueno, ese fue un sueño cumplido”. Este sueño cumplido fue a la vez el comienzo de muchos otros: una ventana abierta (atención al juego de palabras), la semilla de la tradición festivalera paraguaya, cuyo ruido hasta hoy sigue.

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