El 24 de mayo de 1866 se libró la batalla de Tuyutí, una de las más sangrientas en la historia de América del Sur, en donde el ejército paraguayo perdía para siempre la oportunidad de desalojar a los aliados del territorio paraguayo. El entendido en Historia del Paraguay, Sergio “Puche” Sánchez, ilustra para El Urbano lo que fue este cruento episodio de la Guerra de la Triple Alianza.
En un día como hoy, el ejército paraguayo atacaba con 23.000 hombres al ejército aliado de por lo menos 45.000 efectivos estacionados en el campo fortificado de Tuyutí. Francisco Solano López confiaba en dar una batalla decisiva pasando a la ofensiva para empujar al enemigo de vuelta al río Paraná.
Al tiempo de librarse la Batalla de Tuyutí también corre por el campamento aliado una noticia tremenda: El secretísimo tratado del 1 de mayo (de 1.865) ha sido publicado y sus cláusulas, repartiéndose los despojos del Paraguay, son comentadas y analizadas en todos los países de América.
“Todo estaba planeado como para sorprender al enemigo al amanecer, la idea de la maniobra del Mariscal López era un doble envolvimiento, por el flanco izquierdo del campamento enemigo iba a caer la columna del General Francisco Isidoro Resquín y el por el flanco derecho iba a maniobrar la columna del General Vicente Barrios, quien al llegar a un punto determinado, debía dar la señal para el ataque general”, narra Sánchez.
El planeamiento estratégico del Mariscal Francisco Solano López fue ejemplar, pero en la ejecución se cometieron errores, que hicieron que se pierda el factor sorpresa y eso fue clave para que nuestro ejército tuviera un revés.
MAYO DE 1866 HACE 158 AÑOS Soldados uruguayos pertenecientes al Batallón de Infantería “24 de abril” apostados con uniforme de invierno, dado el clima del momento, atentos con bayonetas caladas en una de las trincheras de vanguardia del ejército aliado en Tuyutí. El fotógrafo captó el momento exacto en que los soldados enemigos estaban concentrados en los fosos, atentos a cualquier requerimiento ante un eventual ataque de las fuerzas paraguayas. El fotógrafo fue Javier López enviado por la compañía fotográfica Bate & Cía de la Primera Colección “Guerra del Paraguay – Primera Serie”, siendo su título “Batallón 24 de abril en las trincheras de Tuyutí “.
En la batalla de Tuyutí, unos 70.000 hombres se enfrentaron en condiciones extremadamente adversas. Según los principios de la guerra, incluso cuando se está en inferioridad numérica, el factor sorpresa puede decantar la balanza a favor del atacante. Sin embargo, en este caso, el terreno impidió que las tropas paraguayas pudieran sorprender al enemigo. Las cuatro columnas atacantes se toparon con una resistencia formidable: una fusilería rayada superior y una artillería mejor equipada por parte de los aliados, lo que resultó en enormes pérdidas para los paraguayos.
Al finalizar la contienda, el ejército paraguayo estaba tan diezmado que se volvió incapaz de lanzar otra ofensiva de similar magnitud. A pesar de la valentía demostrada, los paraguayos no lograron su objetivo de dominar completamente el campamento aliado. Tras la retirada, los pocos sobrevivientes de la División Díaz se reagruparon, pero ningún batallón logró reunir siquiera 100 hombres en condiciones de luchar.
La batalla de Tuyutí no solo fue desastrosa, sino que marcó el principio del fin de las aspiraciones paraguayas en la guerra.
ANTECEDENTES
Después de las confrontaciones iniciales en el territorio paraguayo, como el Paso de Patria y Estero Bellaco, las fuerzas aliadas, bajo el liderazgo del argentino Bartolomé Mitre y compuestas por aproximadamente 50,000 hombres, continuaron su avance cauteloso.
El 20 de mayo, tras cruzar el Bellaco Sur, las tropas aliadas avanzaron mientras los paraguayos se replegaban más allá del Bellaco Norte. Según el coronel inglés George Thompson del ejército paraguayo, citado por el historiador Sergio “Puche” Sánchez, “la posición de Paraguay era formidable; de haber sido atacados, el Mariscal López tenía preparado un contraataque lanzando 10.000 hombres a través de un camino forestal hacia la retaguardia enemiga, un plan que podría haber resultado exitoso de no haberse modificado en el último momento”.
El ejército aliado, ajeno a los planes paraguayos, programó un ataque general para el 25 de mayo, destinado a enfrentar a las fuerzas paraguayas que se habían fortificado en posiciones adelantadas.
LA BATALLA
Lo que debía iniciarse al alba para tomar por sorpresa a las tropas aliadas, no ocurrió. De haber tenido éxito, el gobierno paraguayo habría quedado en una posición inmejorable, pues la mayor parte de las fuerzas enemigas habrían quedado destruidas.
La señal de ataque se dio recién al mediodía, cuando todos los aliados ya ocupaban posiciones defensivas, lo que resultó en un desastroso número de bajas y heridos.
El plan consistía en un ataque coordinado de tres poderosas columnas por la derecha, el centro y la izquierda. Mientras tanto, una cuarta columna, al mando del general Vicente Barrios por el extremo derecho, debía cruzar el monte del Sauce y aparecer sorpresivamente en el Potrero Piris, a la retaguardia enemiga. La unidad de Barrios se uniría a las fuerzas del general Francisco Isidoro Resquín, que atacarían en el flanco izquierdo para encerrar al enemigo.
“Al salir del monte del Sauce en el Potrero Piris, la columna del general Vicente Barrios debía enviar un chasque al coronel José Eduvigis Díaz, comandante de la columna que avanzaría sobre el flanco derecho de los aliados, y este dispararía un cohete. Al oír el cohete, la artillería, comandada por el coronel José María Bruguez, dispararía un cañonazo que marcaría el inicio del ataque general”, relata Sergio “Puche” Sánchez.
La tropa de Díaz, favorecida por el terreno, fue la primera en atacar, derrotando a dos batallones uruguayos encargados de la defensa delante de Bellaco Norte, pero luego fue rechazada por tres batallones brasileños apoyados por 26 piezas de artillería desde una sólida posición defensiva.
Los paraguayos se vieron obligados a retroceder hacia el bosque y, finalmente, a retirarse por completo debido a un contraataque aliado.
La unidad del comandante Marcos, que debía atacar por el centro, flanquearía el estero por el paso Gómez. Sin embargo, se vio retrasada en su avance y fue rechazada en tres ocasiones, sufriendo graves pérdidas. La poderosa caballería de Marcos cargó contra las líneas brasileñas, pero el general francés Emilio Luís Mallet, comandante de las tropas brasileñas en el centro, había ordenado cavar un foso delante de sus posiciones, impidiendo que los paraguayos se acercaran a menos de 50 metros. Esto, sumado al fuego de la artillería imperial, diezmó a los jinetes paraguayos.
El general Resquín y sus dos batallones de infantería cruzaron el estero por el paso Yatayty Corá y Lequizamón, y su caballería de ocho regimientos por el paso Minas. Aunque la caballería logró derrotar a los pocos escuadrones argentinos presentes, su temerario ataque contra la infantería argentina, formada en cuadros, resultó prácticamente aniquilado. Los batallones de Resquín avanzaron con gran lentitud debido a las dificultades del terreno, lo que dio tiempo a los argentinos para tomar contramedidas adecuadas y rechazarlos a través del estero.
El general Barrios y sus hombres, también afectados por las dificultades del terreno, llegaron a Potrero Piris casi al mediodía. Para entonces, las tropas brasileñas ya estaban preparadas, perdiéndose el elemento sorpresa. No obstante, Barrios dio la señal y sus tropas atacaron a las unidades brasileñas y uruguayas. La acción decisiva del general brasileño Manuel Luís Osório, que ordenó a las reservas apoyar a las tropas más comprometidas, fue crucial.
Aunque inicialmente parecía que se convertiría en una completa derrota aliada, la batalla terminó en un sangriento desastre paraguayo. A las 16:30, tras cinco horas de combate, cesaron los enfrentamientos y las unidades paraguayas se retiraron.
“Durante la retirada, el entonces Coronel Eduvigis Díaz ordenó a la banda Para’i que ejecutara la música del Campamento Cerro León, sonando con tal fuerza que los aliados creyeron que habían llegado refuerzos, lo que provocó una parte de su retirada y salvó a nuestro ejército de una aniquilación total”, destacó Sanchez.
Mitre, desconociendo la situación real de los paraguayos y con grandes pérdidas en su bando, se negó a avanzar hacia Paso Pucú, sin saber que López estaba totalmente incapaz de contener cualquier ataque en ese momento. Se quedó en Tuyutí, esperando los movimientos de su enemigo.
Este error de coordinación y planificación costó a los paraguayos la destrucción de sus mejores unidades regulares, y la mayoría de los jinetes muertos eran miembros de la élite de Asunción. Al final de la batalla, los aliados aún poseían una fuerza de combate considerable, mientras que López, desde entonces, nunca más logró reunir una fuerza de tal magnitud para combatir.
Sin condiciones humanas para batir en campo abierto, a Solano López solo le restaba resistir atrincherado en las fortificaciones de Curupaytí y Humaitá, con la esperanza de poder desgastar a las fuerzas enemigas. Con esta victoria, las tropas aliadas se establecieron firmemente en territorio enemigo.
MONTÓN DE CADÁVERES PARAGUAYOS: Con ese título esta histórica fotografía forma parte de la colección de fotos de la Guerra del Paraguay (Guerra de la Triple Alianza) de la Biblioteca Nacional del Uruguay. La fotografía fue tomada en 1866 luego de la batalla de Tuyutí por el fotógrafo uruguayo Javier López. La foto original es en sepia y la hemos coloreado digitalmente para aproximarnos más a esta cruda realidad. Los cuerpos fueron amontonados para ser posteriormente incinerados. La imagen nos muestra la tragedia que significó esta guerra principalmente para el Paraguay que vio su población, mayormente masculina, disminuida en un enorme porcentaje.
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5 factores que determinaron la rotunda derrota paraguaya:
- Falta de liderazgo efectivo: Vicente Barrios, encargado de cruzar el Potrero Piris por la izquierda aliada, una zona complicada por enredaderas y bosques, no logró cumplir adecuadamente su rol. Comandando diez batallones de infantería y dos regimientos de caballería, un total de 8,700 hombres, Barrios no estuvo a la altura de las circunstancias. Se rumora que estaba bajo los efectos del alcohol el día de la batalla. De manera similar, el General Francisco Isidoro Resquín, a cargo de atacar por la derecha con dos batallones de infantería y ocho regimientos de caballería (6,300 hombres en total), desobedeció las órdenes del Mariscal F.S. López, involucrándose en enfrentamientos innecesarios en lugar de avanzar directamente hacia el sur.
- Cambio abrupto en los planes de batalla: Según el historiador Dr. Thomas Whigham, hubo un cambio repentino en la estrategia el 23 de mayo, cuando el Mariscal López convocó a sus comandantes para anunciar su intención de atacar al día siguiente. Un cambio tan súbito en los planes puede complicar su implementación adecuada, afectando la efectividad del plan original, que no era en sí mismo deficiente, pero sí la manera en que se intentó ejecutar y los recursos disponibles para ello.
- Traición por espionaje: Centurión relata que la noche anterior a la batalla, varios espías paraguayos, conocidos como “pomberos”, desertaron al bando enemigo, revelando detalles cruciales de los planes de ataque paraguayos. Esta filtración de información comprometió severamente la estrategia paraguaya.
- Desventaja en armamento: La artillería jugó un papel decisivo en la batalla, donde los aliados disponían de 60 cañones estratégicamente posicionados, en contraste con los apenas 5 cañones paraguayos. Los cañones brasileños, en particular los modelos Lahitte, demostraron ser devastadores contra los ataques frontales de las fuerzas paraguayas.
- Superioridad numérica de los aliados: Antes del ataque, se estimaba que las fuerzas aliadas duplicaban en número a las paraguayas, con unos 30.000 hombres frente a los 23.000 paraguayos. Este desequilibrio resultó en un total de 15,000 bajas paraguayas, comparado con aproximadamente 11.000 bajas aliadas. La abrumadora superioridad numérica de los aliados fue un factor determinante en el resultado de la batalla.
Estos factores combinados no sólo llevaron a una derrota táctica en el campo de batalla, sino que también marcaron un punto de inflexión estratégico en la guerra para Paraguay, debilitando severamente su capacidad militar para futuros enfrentamientos.
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LA MÁS SANGRIENTA
La batalla de Tuyutí es reconocida como una de las confrontaciones más letales del siglo XIX, destacándose por la extraordinaria cantidad de bajas en un breve lapso de tiempo.
En apenas cinco horas de combate, el campo de batalla fue el escenario de una horrenda carnicería que dejó aproximadamente 13,000 hombres muertos—cerca de 7,000 paraguayos y 6,000 aliados. Además, el número de heridos y las graves secuelas que sufrieron posteriormente, subrayan aún más la brutalidad del enfrentamiento.
En el ámbito académico, dentro de la enseñanza de la Historia Militar, se pone especial énfasis en el estudio de batallas significativas como las de la Guerra de la Triple Alianza o la Guerra del Chaco. El análisis detallado de estos conflictos permite que el personal militar adquiera una experiencia valiosa de manera indirecta, comprendiendo cómo se aplicaron los recursos, los principios estratégicos y los fundamentos de las operaciones militares en situaciones reales.
Particularmente, la batalla de Tuyutí, junto con otras como Curupayty y Nanawa, se estudian como ejemplos emblemáticos no solo en Paraguay sino también en academias militares internacionales.
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Contrario a la creencia común que sostiene que las maniobras ofensivas son la única vía hacia la victoria, la historia militar paraguaya ofrece ejemplos notables de éxito a través de estrategias defensivas.
Las batallas de Curupayty y Nanawa son testimonios de cómo operaciones defensivas bien ejecutadas pueden también culminar en victorias decisivas, demostrando la importancia de una planificación estratégica adaptada a las circunstancias y capacidades de las fuerzas enfrentadas.