Pocas cosas se equiparan con el fútbol para una gran parte de la población, que suele ser fanática de algún equipo local. Como parte del folclore nacional, existe una cierta (gran) rivalidad marcada de años entre estos conjuntos, aunque en los últimos años también entraron a esta rivalidad otros clubes populares.
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Entonces, si a esta ecuación de fanatismo sumado a un enfrentamiento tradicional le agregamos la variable de un jugador estrella pasando “a la otra vereda” obtenemos como resultado ciertos sentimientos negativos. Algunos sobreviven a pesar de años y hasta décadas de lo ocurrido.
Desde El Urbano destacamos cinco de estos casos icónicos del deporte nacional, y arrancamos con uno histórico:
Hugo Ricardo Talavera
Quienes lo vieron jugar lo recuerdan como uno de los mejores 10 del fútbol paraguayo. No es para menos, con el Ciclón consiguió un histórico tricampeonato durante la década del 70 (1972-1973-1974).
“En el Ciclón jugaba de 6 ó de 8, porque Arrúa ocupaba el puesto de 10 desde el año 1968 y era la figura de Cerro, y recién cuando fue transferido a España pude adueñarme de la camiseta 10”, afirmó en 2005 para ABC.
Luego, en 1975 ocurrió una tragedia para los hinchas azulgranas. El dr. Abraham Zapag, presidente de aquel entonces del Club Cerro Porteño, decide transferir a casi todas sus estrellas por no haber salido campeones. Varios de ellos fueron hasta Para Uno, entre ellos este gran jugador.
El resto es historia para el Decano, que consiguió su primera Copa Libertadores para la institución. Los hinchas más avejentados recuerdan este caso con mucho dolor.
Guido Alvarenga
Apodado como “El Mago”, Alvarenga es recordado aún con cariño por varias personas en ambas instituciones tradicionales del país. Ese cariño supera el dolor de haber ido al club rival simplemente por lo mágico que era su fútbol durante su carrera deportiva. Era el talento personificado.
“Alvarenga era lo que tenía y me bastaba para hacerlo jugar. Yo le decía cosas porque era un pibe fantástico, un señor en todos los sentidos”, dijo alguna vez nada más y nada menos que Diego Armando Maradona, quien lo dirigió en los 90.
Máximo ídolo azulgrana desde 1998 hasta 2001, año en que logró el título absoluto con el Ciclón, siendo Mario Jacquet el DT. Pero, inesperadamente, una confrontación con el técnico lo privó del partido final. Enojado, Guido dejó Cerro, se fue a México y, un año después, volvió al país pero fichando por la franja.
En Olimpia se consagró campeón de la Recopa Sudamericana en el año 2003.
Julio César Enciso
A principios del 2000 se dió este caso emblemático en el fútbol paraguayo. Enciso era un 6 que manejaba espléndidamente bien la pelota y dominaba el mediocampo. Un jugador con una fuerza única y personalidad avasallante. “Anguja’i” como le decían, participó con la Selección en el Mundial de Francia 1998 y ganó la Medalla de Plata en las Olimpiadas Atenas 2004.
Julio César Enciso hizo las inferiores en Cerro Porteño y debutó en Primera División con el Ciclón. Salió campeón en 1994, siendo figura ese año. Una buena temporada en el azulgrana durante el 1996 le valió su pase al extranjero, yendo al Internacional de Brasil ganando el Campeonato Gaucho en 1997.
A pesar de haber declarado que nunca iría al tradicional rival por su amor a Cerro, fichó por Olimpia en el año 2001. Con el Decano fue capitán y pieza clave para ser campeón de América en el 2002 y ganador de la Recopa 2003.
Como cita el medio especializado Cancha Chica: “Ver a un jugador formado en la cantera de su club ser el encargado de levantar el máximo trofeo continental fue una de las cosas más dolorosas que tuvo que sufrir el hincha cerrista en aquella consagración”.
Pablo Zeballos
Uno de los delanteros más polémicos de los últimos años. Así como supo ganarse el amor de los hinchas de Cerro, también cosechó un odio furibundo que sigue hasta estos días. Muchas remeras con el número 9 y su apellido fueron tachadas o directamente rotas, a causa del amor al odio generado por este goleador.
Fichó por el Ciclón en el año 2010, y rápidamente se convirtió en un icóno del club por sus goles y actitud. Tanto fue el cariño, que una de sus declaraciones lo marcó para siempre: “Ja, ¿yo a Olimpia?, ni loco” rezaba la tapa de un diario por aquellos años, con un Pablo Zeballos tomando tereré con el escudo de Cerro.
Y enloqueció nomás. Dos meses después de esas palabras firmó por Olimpia. Es recordado el primer clásico tras esta transferencia, en donde marcó el gol para el triunfo de la franja, gritando apasionadamente frente a la gradería Norte, en donde se ubica la hinchada azulgrana.
Roque Santa Cruz
El caso más actual y que más duele para muchos hinchas olimpistas. A pesar de que Roque no se puso la azulgrana, el hecho de haberse ido al Gumarelo (institución ligada a una figura política Hartamente Conocida) cuando había prometido retirarse con el Decano fue crucial para el fanático franjeado.
Considerado como uno de los mejores futbolistas paraguayos de los últimos tiempos, Roque supo forjar una impresionante trayectoria en Europa. Pero antes de ello, empezó a brillar justamente en el Club Olimpia. Goleador desde sus inicios, rápidamente se hizo una estrella en el Rey de Copas y logró una icónica transferencia al Bayern Munich de Alemania.
Pasaron los años, y el hincha franjeado siempre deseó que el hijo pródigo volviera a la institución que lo vió nacer. Incluso Roque habría mencionado esa intención, la de volver al club en algún momento. Esto se hizo realidad en 2016, cuando retornó a Olimpia.
Su regreso estuvo marcado por alegrías: se consagró campeón del Apertura y Clausura del 2018 al 2019, logrando un tetracampeonato. También ganó el Clausura 2020 y la Copa Paraguay junto a la Supercopa Paraguay en el año 2021.