En los años 80, aún en plena dictadura, ya existían bandas fuertes de metal dentro de la escena local: Rawhide, Funeral, Metal Urbano… sin embargo, el punk tuvo que esperar un poco más. El heavy metal, por supuesto, de por sí ya cargaba la rebeldía juvenil, los pelos largos y la agresividad del sonido. El problema es que el punk rock contenía un detalle extra, el elemento X de la crítica social, lo cual en tiempos todavía de paranoia anticomunista era suficiente para retrasar un poquito más su nacimiento por estos lares. Sin embargo, para 1989, año de inicio de la lenta y dolorosa transición democrática, surge en Paraguay la primera banda de punk.
Kaos, los inicios
Kaos fue una banda de punk rock fundada por Felipe Vallejos, guitarrista de la legendaria banda de thrash/heavy metal Rawhide. La banda la conformaban Vallejos, Silvia Ortiz, Tanja Henke y Fernando Abadie. Felipe fue una figura importantísima en la escena nacional: además de Rawhide, El Templo y Shaman son otras de las varias agrupaciones por las que ha pasado. Silvia y Tanja a la par eran miembros de Avalon, también importante grupo pionero del rock femenino nacional. Por su parte, Fernando Abadie tocaba en Metal Urbano pero, nota de color, saltaría a la fama tiempo después como actor: apareció en Misión Imposible – Nación Secreta (2015), Out for Vengeance (2017) y White Collar Hooligan 3 (2014), entre otras.
En 1990, un año tras su creación, Kaos aparecería en el compilado “Lo mejor del Rock Nacional – Volumen 1” lanzado por el sello Musipar, con la canción “Títeres Rebeldes”. Esta fue la primera grabación lanzada de manera oficial por una banda de punk local. Del compilado, lanzado en formato cassette, participaron también Los Tauros, Alci Rock, Faro Callejero, Blood Expire, Frutas Verdes, Metal Urbano, Cacho Rock y Avalon.
Más velocidad, más contestación: aparece el hardcore punk
Un poco más adelante, por 1993 surgiría 200 Muertos, reconocida como la primera banda hardcore punk paraguaya. Gustavo Alfonso, baterista y miembro fundador, al ser consultado sobre si 200 Muertos hacía hardcore o punk, contesta “éramos las 2 cosas. Nosotros queríamos tocar rápido nomás”. Alfonso es una figura conocidísima y muy activa en la escena punk/hardcore de Asunción, y así lo ha sido por casi 30 años. Su primera banda fue Rabia Callejera, fundada en 1992 y que contaba además con un joven David Arriola en la guitarra y la voz. “Éramos muy chicos, no tocábamos ni timbre cuando eso, estábamos aprendiendo a tocar. Bien ramoneros, pero mucho más sucio obviamente. El primer demo que grabamos era batería, guitarra y voz nomás, no teníamos ni bajo.. si alguien todavía tiene ese cassette, ha de valer algo”, cuenta Alfonso entre risas. Su siguiente banda fue la supracitada 200 Muertos, banda que obtuvo muy buena repercusión local, en especial tras el lanzamiento de su cassette “Pogrom” en 1996.
Para cuando 200 Muertos apareció, ya existía una escena punk local, con bandas como Cautivos del Sistema y Enemigos de la Klase, con las que compartían el escenario constantemente. También tocaban con bandas de otros estilos: “Le invitábamos a bandas metaleras y ellas nos invitaban a nosotros. En esa época no había tantas rencillas entre metaleros y punks. Inclusive la gente que venía de afuera se sorprendía al vernos todos juntos chupando, porque en otros países no había eso, era más separado”, relata Gustavo, quien afirma al respecto de las folklóricas rencillas tan comunes dentro del punk rock: “Mi idea siempre fue divertirme, jamás imponer nuestras ideas. Las peleas surgen porque a veces los perros quieren sentir que pertenecen a algo, quieren ser divisivos. Y lo mejor es estar todos juntos y dejar de romperse las bolas”.
Para el final de la década, los grupos se seguían multiplicando, y a pesar de que muchas bandas emblema de la década se disolvieron (200 Muertos, por ejemplo, se separaría en 1998), se llegó a una actividad y movida constante, que continuaría creciendo lentamente hasta llegar a una verdadera explosión en la década del 2000. En el 2005, salió “Punk y Hardcore Subterráneo En Paraguay”, un compilado que cumple con la gran tarea histórica de rescatar algunas bandas de la década de los 90. Grabaciones precarias mayormente, pero esa es la magia: el envase no importa, lo que vale es transportarte a la época, a la búsqueda – siempre interminable – de respirar y gritar libertad.