Un reciente artículo publicado en el diario oficial del Vaticano, “L’Osservatore Romano”, ha revolucionado la historia del fútbol al proponer que los verdaderos inventores de este deporte universal fueron los guaraníes, habitantes originarios de lo que hoy es Paraguay.
El periodista Gianpaolo Romanato sugiere en “Los guaraníes inventaron el fútbol” que las raíces del balompié se sitúan en el siglo XVII, mucho antes de que el fútbol fuera formalizado por los británicos en el siglo XIX.
Esta afirmación se basa en las crónicas del jesuita catalán José Manuel Peramás, quien en 1793 describió en su obra “De vita et moribus tredecim virorum paraguaycorum” las actividades lúdicas de los guaraníes con quienes convivió en la Reducción de San Ignacio de Miní.
Según el relato de Peramás, los guaraníes practicaban un juego con un balón de goma que golpeaban no con las manos, sino con la parte superior del pie desnudo, mostrando una destreza y precisión que sorprendían al observador.
“L’Osservatore Romano” destaca que estos indígenas, con su habilidad innata, podrían considerarse los precursores del fútbol actual.
La hipótesis se ve reforzada por el cortometraje documental “Los Guaraníes inventaron el Fútbol” (2014) del cineasta paraguayo Marcos Ybáñez y la investigación del especialista en la historia guaraní, el español Bartomeu Melià (1932-2019).
El documental sostiene que los guaraníes ya practicaban el manga ñembosarái —que traducido sería “jugar a la pelota con los pies”— en el siglo XVII, y que este juego podría ser el antepasado directo del fútbol moderno.
El diccionario bilingüe “Tesoro de la Lengua Guaraní”, publicado por el jesuita peruano Antonio Ruiz de Montoya en 1639, contiene la primera referencia conocida a este juego.
En él, “mangaì” se describe como el árbol que proporciona las pelotas utilizadas en el juego, confirmando que la práctica de jugar con un balón de goma era común entre los guaraníes.
El juego, tal como se describe en antiguas crónicas, carecía de las reglas estructuradas del fútbol contemporáneo. No había límite de tiempo ni goles; el equipo que se rendía por agotamiento era el perdedor, lo que evidencia una forma de juego basada más en la resistencia y habilidad que en el marcador.
La pelota, un objeto central en este juego, requería una técnica particular para su fabricación. Hecha de arena húmeda y cubierta con caucho, la esfera se inflaba hasta alcanzar el tamaño deseado, demostrando la ingeniosidad de los guaraníes en el manejo de los recursos naturales.
San Ignacio Guazú, el lugar donde se estableció la primera reducción jesuita en la Cuenca del Plata en 1609, se considera hoy el epicentro de esta tradición histórica. La región no solo reivindica el juego como parte de su patrimonio cultural, sino que también lo celebra como un regalo de su identidad a la comunidad global.
Este reconocimiento por parte de “L’Osservatore Romano” no sólo pone en perspectiva una historia alternativa del fútbol, sino que también destaca la rica cultura guaraní y su contribución al patrimonio deportivo mundial.