El hombre religioso fue una persona muy querida por las familias del humilde barrio ribereño de la capital: el Bañado Sur, en donde trabajó desde los tiempos en el que llegó al Paraguay, tanto en su labor misional religiosa como en los Derechos Humanos y las causas sociales.
En el mencionado barrio llevaba adelante varios proyectos. Además de predicar en varias capillas, mantenía una escuela de formación secundaria, una radio comunitaria y un comedor para personas con discapacidad. Además, fundó una cooperativa para madres solteras que trabajan en una peluquería y un restaurante en el barrio.
El padre era un hombre con carácter fuerte, pero a la vez muy humilde. Una de sus pasiones eran los medios de comunicación, no sólo por afición sino por convicción, ya que afirmaba que “es la forma en que se envía el mensaje a la sociedad sobre lo que es la justicia social”.
Nació en Sevilla, España, un 14 de octubre de 1928. Terminó los estudios de bachiller con los jesuitas de su ciudad natal el 25 de julio de 1946 e ingresó a la Compañía de Jesús el 7 de septiembre de ese mismo año. Se ordenó sacerdote el 15 de julio de 1941.
Llegó al Paraguay en abril del año 1964. Su destino fue ser director espiritual en Cristo Rey. Según comentó, allí encontró a muchas personas que le enseñaron mucho sobre el país. Trabajó con Jóvenes del Colegio Nacional de la Capital y Nacional de Niñas, del Goethe etc., y con universitarios de medicina e ingeniería.
La otra misión a la que le destinaron fue enseñar Teología e Introducción a los Medios de Comunicación Social.
Fue locutor en varias radios comunitarias y emisoras católicas, y fue así que creó el Departamento de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica (UC) de Asunción.
Sus ideas de justicia social y su denuncia contra los frecuentes atropellos militares en la época del dictador Alfredo Stroessner le valieron una fuerte persecusión que derivó en su exilio. Fue expulsado del país por orden del dictador por 27 largos años.
En ese tiempo fue a vivir y trabajar a Argentina, Nicaragua, Ecuador y, finalmente, volvió a su España natal, donde se volvió a dedicar a los jóvenes durante los últimos 10 años de dictadura stronista.
Posteriormente, en 1996, el padre Oliva volvía definitivamente al Paraguay para trabajar en el Bañado Sur, Cristo Rey, Grupo de San José Obrero, Mil Solidarios, Radio Caritas y Radio UNO.
Fue uno de los que acompañaron a los jóvenes del “Marzo Paraguayo” en 1999 durante la crisis política acaecida por causa del asesinato del entonces vicepresidente Luis María Argaña. En dicho contexto, realizó una misa en medio de la plaza capitalina en donde ocurrían las manifestaciones, para que “no se animen a ir con los tanques contra la gente. La misa podría haber sido eterna, si hacía falta iba a leer la Biblia toda la noche”, recordó el pa’i respecto a lo sucedido.
En el 2013, el padre Oliva le pidió al Senado que apruebe el proyecto de ley contra toda forma de discriminación diciendo que “cualquier tipo de discriminación va contra la esencia del mensaje de Cristo”.
Hacia el final de su vida el religioso venía padeciendo un deterioro paulatino en su salud, y se encontraba bajo los cuidados de la enfermería provincial de los jesuitas, Taita Róga en el barrio Trinidad de Asunción, donde indicaron que se le brindaba atención profesional y mucho cariño.
Admirado por el Papa Francisco y la reina Letizia de España, el Pa’i Oliva, un hombre comprometido con la paz, la democracia y la libertad, deja un legado inmenso al país por medio de su incansable obra. Su lucha servirá como inspiración para las nuevas generaciones.
