La primera “orquesta bailable” de la región fue The Starlings, de Presidente Franco, formada en 1972. Miguel Fariña, músico de The Spiders y Frecuencia Joven (entre varios otros grupos) y conductor de nuestra historia, nos cuenta que los Starlings solían ensayar enfrente a la casa de su abuela, por lo cual de niño él solía acercarse a escucharlos. Años después, Miguel llegaría a compartir escenario con varios de ellos.
Entre los integrantes que pasaron por The Starlings, cabe citar a Silverio Mendoza (guitarra), Atilio Paoli (bajo), Carlos Eckert (tecladista), Will Paoli (batería) y Carlos Vasquez (batería y voz), entre otros. Luego, a partir de esa banda, se formó Goldstar, y finalmente Los Megatones, que acabó volviéndose el grupo más exitoso y renombrado de Presidente Franco y supo mantenerse por casi 20 años de trayectoria, desde 1973 hasta 1992. Los Megatones estaban liderados por el tecladista “Chiquito” Aranda; entre los muchos otros músicos que pasaron por sus filas se puede mencionar al vocalista Guillermo Ávila y al guitarrista y vocalista Luis Barrios.
El repertorio de estas y otras bandas consistía básicamente en covers de pop y rock argentino y brasileño; algunos de ellos eran hits del momento y otros llegaban con un poco más de retraso: Los Iracundos, Los Gatos, Roberto Carlos, La Joven Guardia, Alta Tensión, Erasmo Carlos… “Al comienzo, raras veces se tocaba algo en inglés”, cuenta Miguel Fariña. “La banda que empezó a tocar mucho en inglés fue Los Megatones. Temas de los Beatles por ejemplo”.
Bailes en la seccional
En un principio, los lugares en donde por lo general tocaban las bandas eran las seccionales coloradas, sean de Presidente Franco, Ciudad del Este (en ese entonces Ciudad Presidente Stroessner), o Hernandarias, o en cualquier otra pista al aire libre que existiera. “Casi todos los eventos eran en lugares abiertos. Las pistas cerradas en los años 70 no existían; recién a partir de mediados de los 80 empezaron a surgir en Ciudad del Este las primeras discotecas”, relata Miguel.
Las fiestas empezaban por lo general no muy tarde, como máximo a las 10 de la noche, e iban como mucho hasta las 2 de la mañana. En cuanto al sonido, Fariña relata que, por ejemplo, los músicos no tenían retorno para escucharse entre ellos: a veces movían una de las cajas de sonido de la pista de baile hacia ellos para escucharse, otras, trataban de guiarse oyendo el sonido que venía de la propia pista, pero esto era sumamente complicado. Lo que les quedaba era tratar de oírse entre ellos, con el sonido de sus propios amplificadores e instrumentos.
¡Cháke oú PM!
Miguel Fariña cuenta que, si bien cuando él estuvo activo como músico (en los 80), el ambiente en los bailes ya era un poco más relajado y sin tantos líos con la policía, en los 70 las cosas eran distintas. “Los músicos más viejos siempre nos contaban que en los 70, de repente en medio del baile alguien daba el grito de ¡Cháke oú PM! y era terrible”.
Lo que ocurría era que la PM (Policía Militar) de Stroessner aprovechaba la aglomeración de jóvenes e irrumpía en las fiestas para pedir la baja militar a los presentes. El que no tuviera su carnet, era llevado ahí mismo en un camión a cumplir el servicio militar obligatorio. “La seccional tenía un muro, que no era ni muy bajo ni muy alto, y de fino saltaban ese muro los muchachos cuando escuchaban el grito de que venía la PM”, recuerda Fariña.
Otra anécdota, un poco más tardía, guarda relación nada menos que con el golpe del 3 de febrero: “Esa noche salíamos de una de las fiestas donde tocamos, a las 2 de la mañana ya del 3 de febrero, era una fiesta por el aniversario de Ciudad del Este. Yo iba conduciendo; el dueño del grupo me había dado un vehículo para que yo vaya dejando a los músicos, cada uno en su casa. Íbamos hacia el Km. 7 y cuando pasamos en la rotonda del Km. 3, venía saliendo un Toyota de las fuerzas armadas”.
En ese momento, los ocupantes del auto se asustaron, ya que eran comunes las redadas y controles de madrugada, nuevamente por lo mismo: pedirles la famosa “baja” a los jóvenes. Pero el vehículo hizo caso omiso a ellos y siguió circulando. “Resulta que en ese mismo Toyota le estaban llevando a Juan Pereira y a Mario Abdo al batallón, hacia donde nosotros estábamos. Nosotros ni sabíamos que había golpe”, recuerda Fariña.
Las orquestas bailables se multiplican, los estilos se diversifican
Entre las muchas bandas que surgieron en los 70 y 80, se puede mencionar a Sound Power (formada en 1979 y dirigida por Miguel Angel Cardozo), The Spiders, The Walkers, Five Stars, Grupo Sin Tiempo (de Hernandarias) y Frecuencia Joven, formada por Pastor Medina en 1987 y que luego se volvería Frecuencia Trio.
Frecuencia Trio merece especial destaque, por su larga trayectoria y fama pero también por ser una de las primeras en diversificar su repertorio para incluir otros estilos que iban teniendo penetración popular, entre ellos la cumbia. Anteriormente, la mayoría de los grupos se dedicaba al pop, rock y a las baladas. “Era nuestra pelea con Pastor” dice Miguel, que llegó a formar parte del grupo cuando se llamaba Frecuencia Joven. “Me dice Pastor una vez ‘Che Miguel, quitá na un poco este tema, es buenísimo’ y yo le digo ‘A ver, ¿Cuál es?’. Me hizo escuchar y era ‘El Negro No Puede’ [canción de Los Caminantes lanzada en 1986]. Y le dije ‘¡Yo no voy a cantar eso, que se encargue otro de cantar! (risas)”.
A partir de finales de los 80 y principios de los 90, se fueron extinguiendo lentamente las orquestas bailables. Los DJs fueron reemplazando a la música en vivo en las pistas de baile, y a la vez se desarrollaban otras movidas y estilos musicales que seguirían haciendo mucho ruído en los años subsiguientes.