Ana Paula, Myriam y Noemí son mamás y en entrevistas con El Urbano, cuentan sus experiencias de vida maternando y las dificultades que conlleva hacerlo en este contexto pandémico. Además, Noemí en su rol de abogada, nos informa sobre los derechos al momento de parir, qué es la violencia obstétrica y qué hacer ante esos casos.
“Llegó un momento en que conciliar todo me fue imposible”
Ana Paula Schmiedel es mamá de cuatro hijos de 16, 9, 6 y 4 años, todos en edad escolar. Cuenta que su día a día maternando en pandemia es agotador. Ella tiene una empresa de consultoría, donde cumple rol de planner de marketing, además de la gestión de cuentas y una parte de gestión administrativa. Trabaja desde casa o lleva sus hijos a la oficina cuando tienen clases virtuales. En la semana que tienen clase presencial, va a la oficina mientras asisten a la escuela. “Es una rutina cansativa para todos”, comenta.
“En el 2020, conciliar el trabajo con las clases virtuales de los 4 fue muy difícil. Los dos menores, en maternal y pre-escolar necesitaban que me sentara con cada uno, porque solos no podían entrar a la clase, ni mucho menos agarrar los materiales o hacer las actividades de sus clases”, agrega.
“Mi otra hija, si bien ya hacía casi todo sola, también necesitaba acompañamiento, porque la computadora o la plataforma de clases siempre podían fallar. Llegó un momento en que conciliar todo me fue imposible y opte por sacar a mi hijo de la escuela para enfocarme en su hermana que estaba en alfabetización”, expresa.
“El encierro, la dificultad de los niños de entender que mamá estaba en casa, pero está trabajando y no podía estar todo el tiempo jugando con ellos, la carga de mantener el orden y la limpieza en el hogar, sumada a la responsabilidad de educarlos fue demasiado para mí. Por la falta de apoyo de mi pareja en las cuestiones de la crianza, decidí separarme y la carga financiera se sumó a las obligaciones”, relata.
Ante las dificultades, Ana Paula buscó apoyo psicológico para poder seguir adelante y equilibrar las demandas de los niños con las suyas. “Fue un año demasiado difícil”, dice. Comenta que ya en 2021, con las clases presenciales alternando con las virtuales, la carga disminuyó un poco y de a poco estableció un ritmo que le permite vivir un mejor tiempo de calidad con sus hijos y que ellos se sientan menos frustrados. “La demanda excesiva sobre mamá disminuyó un poco”, afirma.
Se torna complicado cumplir con la exigencia de la productividad: “Por trabajar con la computadora o el celular, los niños no entienden que una necesita concentrarse para poder escribir o producir. La interrupción es constante. Quieren compartir conmigo, mostrar lo que están haciendo, contarme sus cosas y todo lo que demandan primero piden a mí. Afuera, las personas te demandan igual o más, porque creen que estás en casa sin hacer nada”.
Toda esta situación llevó a Ana Paula a lo que se conoce como síndrome de Burnout, un cansancio extremo que afecta su organismo en lo físico y mental. “Estoy luchando con una enfermedad que a veces me deja en cama, me operé dos veces desde el año pasado. Descansar, reposar con cosas que definitivamente no puedo hacer, lo que dificulta la recuperación”, cuenta. La mamá de Ana Paula se convirtió en un apoyo fundamental para ella, ya que cuida a sus hijos para que pueda trabajar.
“Sé que para muchas, maternar en este contexto es incluso más duro y complicado. Y sí necesitamos apoyo. Quedarse en casa, para nosotras, significa dejar de producir para traer el sustento del hogar. Nos volvemos dependientes y muchas veces, nuestros hijos “una carga” para familiares que nos hacen “favores”. Nos volvimos vulnerables por tener que lidiar solas con la responsabilidad de haber traído hijos al mundo”, señala.
Ante esta situación, Ana Paula propone: “Considerando que guarderías no son viables por la pandemia, pienso que la ayuda económica es la que mejor aplica. También que el Estado incentive a que las empresas apoyen a las familias, permitiendo en algunos casos los hijos puedan acompañar a papá y mamá en su lugar de trabajo o que los colaboradores puedan estar en la casa. Las políticas públicas, que incentiven una paternidad más activa también urgen”.
“Yo pido unión y fuerza para sobrellevar esta situación”
Miryan Rosa Aranda viuda de Ayala tiene 53 años. Es ama de casa, muy activa gestionando un comedor comunitario y mamá de 5 hijos (de 31, 30, 26, 21 y 11 años de edad). Contó que tuvo también un hijo que falleció y actualmente tendría 23 años.
Ella comenta que su vida en esta pandemia transcurre entre el acompañamiento a su hija en edad escolar, la venta de bocaditos que ella misma elabora para generar ingresos y cocinar en el comedor comunitario “Reina de la Paz” del barrio San Roque de Ciudad del Este.
“Mi hija entra en una escuela subvencionada, estudia a través de cuadernillos. Retiramos para la semana, entregamos los trabajos y luego retiramos otro. Pero el año pasado era por zoom, a través del celular, pero muchas veces una no tiene para el saldo y se sufrió bastante. Era difícil porque muchas veces no tenemos forma, medios para hacer los trabajos, muchas veces no entiendo, no puedo realizar con ella sus tareas, pero gracias a Dios desde este año, hacemos el cuadernillo”, contó Miryam.
Aún así, tuvo que contratar una profesora particular para ayudar a su hija, porque ella acompañar las tareas. Su hijo de 30 años es autista y necesita atención especial. Miryam cuenta con el apoyo de sus otros hijos mayores, pero uno de ellos perdió el trabajo debido a la crisis económica. “Siempre nos ayudamos todos”, dijo.
Ella forma parte de la organización “Agua y Vida” que junto a la asociación Callescuela, sostienen un comedor que alimenta a 75 familias del barrio San Roque. “Siempre hay gente benefactora que ayuda y costeamos todo para el comedor. Somos madres servidoras que hace 19 años estamos trabajando”, expresó.
Más información: Comedor Reina de la Paz: 20 años alimentando una comunidad
Finalmente, expresó su deseo por el Día de la Madre: “En nombre de todas las compañeras yo pudo unión, fuerza y que sepamos sobrellevar esta situación, porque esta situación le puede tocar a cualquiera. Gracias a Dios estamos bien, pero muchas vecinas perdieron a sus seres queridos. Entonces eso también afecta mucho. Lo que más pido es que sepamos las compañeras sobrellevar y comprendemos, porque la olla popular y el comedor es costos. Estoy con una hermana en el comedor y uno se pregunta muchas veces ¿qué se puede preparar para mañana? Muchas veces una no tiene y toda esa preocupación se transmite”, comenta.
“Yo como madre de 6 hijos y como servidora de Callescuela y el comedor de San Roque me siento muy alegre y muy bien trabajando con los chicos, pero muchas veces mi capacidad no da, porque la edad no viene sola. Pediría a algunas mamás que puedan entrar con nosotros para poder seguir trabajando. Eso pido, unión de otras mamás. Porque las compañeras ya son de edad y está difícil. Casi no preparamos por falta de insumos, falta muchas cosas, muchas necesidades”, manifiesta Miryam.
“Tuve que aprender a balancear el trabajo profesional con las necesidades de una beba y los quehaceres de casa”
Noemí Barreto es abogada y mamá de una beba de 15 meses. “Mi día a día como mamá y profesional en tiempos de pandemia no ha sido fácil”, comenta.
“Al inicio de la pandemia y con las medidas de aislamiento total decretadas en forma sucesivas, tuve que aprender a balancear el trabajo profesional con las necesidades de una beba pequeña y los quehaceres de la casa, a pesar de contar siempre con la ayuda de mi esposo. Sumado a todo eso, hay que tener en cuenta el estrés y la ansiedad provocados por el aislamiento, el cual juega mucho en contra afectando el bienestar mental y psicológico”, expresó.
Contó que ahora con menos medidas restrictivas del gobierno, retomó el trabajo presencial por las tardes en la universidad y se encarga del cuidado de hija por las mañanas. Los fines de semanas la llevan al parque a respirar aire puro y jugar un poco.
Parir en soledad, una forma de violencia obstétrica
Noemí Barreto es abogada y desde el inicio de la pandemia, denuncia a través de redes sociales la violencia obstétrica y orienta a las mujeres gestantes.
“La principal dificultad que veo es que todos los días muchísimas mujeres están pariendo solas, sin esa contención emocional que están importante. En ese sentido, y según estudios realizados, la pandemia se ha convertido en un factor de riesgo para la violencia obstétrica”, informó.
“Lastimosamente muchas mujeres embarazadas están expuestas a este tipo de violencia todos los días, lo que pone de manifiesto la fragilidad de los derechos de las mujeres”, indicó.
Ella recuerda que existe la Ley Nº 5777/16 De Protección Integral a las Mujeres contra toda forma de violencia. “Esta ley contempla a la violencia obstétrica como una forma de violencia hacia la mujer y establece sanciones penales. Sin embargo esta ley es insuficiente para garantizar todos los derechos de las mujeres embarazadas y sus bebés”, expresó.
Agregó que Paraguay no tiene una ley de parto respetado, como es el caso de Argentina. “Esta ley contempla el derecho de la mujer a dar a luz acompañada, derecho a presentar un plan de parto, derecho a un trato respetuoso, derecho a que no la separen de su bebé sin motivos, derecho a la intimidad, derecho a recibir apoyo e información sobre la lactancia y sus beneficios. Mi meta ahora es trabajar por una ley de parto respetado para nuestro país”, expresó decidida.
Con Noemí contactaron varias mujeres pidiendo información sobre cómo lograr que se respete su derecho de dar a luz acompañadas: “Quiero contarles que en uno de los casos logramos que el hospital otorgue la autorización al padre para asistir al parto. Muchas otras mujeres se animaron también a contar sus terribles experiencias en los posteos que realicé, con los cuales pude evidenciar que muchas de ellas no conocen sus derechos, y que la violencia obstétrica está muy naturalizada e invisibilizada en nuestros país”.
Noemí señala que los casos más comunes de violencia obstétrica son las cesáreas injustificadas, la separación inmediata del bebé de la madre, evitar la lactancia materna y prohibición del acompañamiento durante el parto. “Este último se ha acentuado muchísimo en estos tiempos de pandemia. Los hospitales utilizan la pandemia como justificativo para prohibir la presencia de un acompañante. Sin embargo la OMS, que es la máxima autoridad internacional en materia de salud ha dejado bien en claro que todas las mujeres, incluso las que tienen covid, tienen derecho a dar a luz acompañadas. Por otra parte, y a nivel nacional, no existe ninguna resolución del Ministerio de Salud que prohíba a la mujer dar a luz acompañada”, informó.
Ante un caso de violencia obstétrica, se debe denunciar en la comisaría más cercana (Policía Nacional); el Ministerio Público (Fiscalía) y el Poder Judicial (Juzgado de Paz). “Solo quiero animar a las mujeres a que no se callen ante las violaciones de sus derechos. Que se animen a denunciar y a pelear por sus derechos y el de sus bebés. Que nadie les robe el derecho de un parto digno y respetado”, finalizó Noemí.