Para empezar, hay que explicar el motivo de su llamativo nombre: El “Solitario” George era llamado así porque, a lo largo de casi cuatro décadas, se intentó que se reprodujera con hembras de la misma especie, pero después de 15 años de convivencia y los casi nulos casos de apareamiento, los huevos resultaron infértiles, llevando esta iniciativa al fracaso.
La muerte de esta tortuga, quien fuese el último sobreviviente de su especie, llegó sin que pudiera dejar descendencia. Único en su especie y de unos 100 años, el reptil gigante ha provocado con su muerte la elaboración de una estrategia de manejo de las poblaciones de tortugas en los próximos diez años, con el fin de lograr su restauración.
Este magnífico animal era originario de la isla Pinta la cual forma parte del archipiélago conocido como las Islas Galápagos, que sirvieron de base para la teoría de la evolución de las especies del científico británico Charles Darwin en el siglo XIX.
De hecho, el nombre “Galápagos” significa “tortuga gigante”. Cuando Darwin llegó a las Islas Galápagos se asombró por el tamaño y variedad de formas de estos animales.
Estas tortugas han sufrido una funesta historia de persecución y exterminio a manos del hombre. Su prodigiosa capacidad para vivir muchos meses sin agua ni comida las convertía en fuente de alimento fresco fácilmente almacenable en la bodega de los barcos. Principalmente, los barcos de esclavos llevaban cientos de tortugas, lo que disminuyó su población hasta llevarla a la extinción.
El personaje principal de este artículo fue rescatado en 1972 por un grupo de cazadores de cabras, una especie que fue introducida por el hombre a la isla, la cual provocó que diezmara el hábitat, llevando a la tortuga gigante de esa isla al borde de la extinción. Desde entonces se llevó a cabo el programa de crianza en cautiverio de la DPNG.
Científicos de la Universidad de Yale en Estados Unidos y la Universidad de Oviedo en España secuenciaron y analizaron los genes de la tortuga gigante y descubrieron algo extraordinario: Solitario Jorge poseía en sus genes variantes relacionadas con la reparación del ADN, su respuesta inmunológica y la supresión de células cancerígenas, que podrían ayudar en el futuro al estudio de la longevidad en los seres humanos.
Y un día como hoy, pero del 2012, esta icónica tortuga dejó este mundo. A las 8:00 de la mañana, sus cuidadores lo encontraron en su corral. Tras la necropsia, se confirmó que falleció por causas naturales. Y con su muerte, la especie Chelonoidis abingdonii dejó el planeta. En 2017 su cuerpo fue declarado Patrimonio cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura y Patrimonio de Ecuador.
El Solitario George se convirtió en una especie emblemática para el archipiélago y el mundo. Es un claro ejemplo de los efectos que el impacto humano ha causado en varias especies, pero también representa el esfuerzo de la ciencia por proteger a las que quedan. Su deceso ha guardado e inmortalizado su recuerdo.