Julio Benegas cuenta que antes de ejercer el periodismo, escribía relatos libres. “Incluso cometí el adolescente delito de hacer poesías (por suerte no existen más que una o dos evidencias sueltas de aquel delito, ja) y un borrador de novela. Una novela en la que no avancé, una novela en manuscritos que se perdieron en tantas mudanzas”, expresa.
Recuerda que cuando comenzó a ejercer el periodismo en 1993, se distanció de la literatura unos cuantos años, hasta que en el 2003 publicó Tereré en la Plaza, a la que describe como “una obra muy menor pero que ya registra -a su criterio- esa vasta transición del mundo rural al mundo urbano, transición traumática para millones de personas en nuestro país”.
Un recorrido por las obras de Julio Benegas
“Luego de Tereré en la plaza, escribí mi primera novela: Soledad. Soledad es un borrador de temas ya urbanos, generaciones enteras que se discutían relaciones, la soledad, nuevas formas, y trataban de justificar por qué hacían lo que hacían y por qué dolían por lo que le dolían. El escenario, Asunción y alrededores ya de plena violencia sistémica en el apogeo de las migraciones forzosas del campo a la ciudad”, cuenta.
El tercer libro de Julio Benegas se llama La vida y la bronca. Es un compendio de artículos periodísticos de un poco más de diez años y de un ensayo sobre el Estado paraguayo. “Escogí los artículos que pintaban esa gran transformación de la sociedad agrícola, la que fue hegemónica hasta los 70, una sociedad minifundiaria que a fuerza de la expansión de la agricultura empresarial fue desapareciendo de extensos territorios, recreándose en las ciudades”, explica.
El cuarto libro del escritor es de una amplia investigación periodística sobre la masacre de Curuguaty, ocurrida 15 de junio de 2012. “Tal vez mi mayor aporte desde el campo del periodismo. Una investigación severa que luego se desarrolló en clave periodismo narrativo (literario le dicen algunos), al estilo Rodolfo Walsh en su Operación masacre. Hoy anda por su cuarta edición”, dice.
Del periodismo de investigación regresa a la literatura con la novela Vuela Soledad: “Vuela Soledad, edición agotada, lamentablemente (pieeenso hína reeditarla), ya fue mi apuesta más seria en el campo de la ficción. Ya el mundo urbano es como lo conocemos, ya los telediarios son sangre y puñales, un giro de esquina ya es una mecha explosiva, ya la vida es un cruce salvaje de llamadas y mensajes. Soledad, la protagonista, es mi mejor y más logrado personaje, creo, hasta ahora, aunque algunos insistirán, con fe, de que a mis personajes mejor logrados habrá que buscarlos en La cuarentena de Ñasaindy”.
El origen de “La Cuarentena de Ñasaindy”
“Después de Vuela Soledad me dije: ‘Julio, tu próxima obra será planificada de principio a fin. Debe ser tu obra mejor ambientada, mejor personificada, con un juego de escenas y de diálogos súper elaborado’. Entonces fue que decidí trabajar lo que sería luego La cuarentena de Ñasaindy, pero justo cuando estaba trabajando las primeras escenas, unos amigos se acercaron para pedirme la elaboración de la semblanza de Francisco Estigarribia, un histórico líder de niños y niñas trabajadores. Como iba yo a negarme ante un pedido que me llegaba al corazón. ‘Bueno, Julio, tranqui nomas. Volverás sobre tu “obra mejor planificada” cuando termines la semblanza de Francisco Estigarribia’. Francisco era un amigo, compañero, capé, que murió a los 29 años, cuando, un poco antes de entrar en la calle que lo conduciría a su casa, un coche giró 90 grados, cruzó la calzada y lo llevó por delante”, cuenta.
Al terminar la semblanza de Francisco, volvió a su plan original: “La historia de Ñasaindy. La historia de una mujer que por un hecho concreto, en Suiza, desecha el alemán de su esposo y habla únicamente su idioma de origen: el guaraní. El hijo. Que deconocía la lengua y el verdadero origen de su madre, desespera. Comienza así una historia de la búsqueda del origen”.
Agrega que: “Era una historia que la tuve en la cabeza mucho tiempo y que por considerarla de una profundidad humana e histórica muy superior a mis posibilidades de cronista nunca la abordé, hasta ese momento en que me dije: “Julio, es una historia que hay que contarla”.
“Y como te decía, planifiqué, por primera vez, la historia completa, de inicio a cierre. El tejido dramático se debía desarrollar en una comunidad guaraní originaria, pero, como, maldición de Mandinga, se estableció la cuarentena mundial por el COVID19”, cuenta.
Por lo que comenta, Julio Benegas, encontró en la construcción de la obra, una manera de expresar todas las emociones que generó el encierro a causa de la pandemia. “Todos entramos en cuadro de angustia, pánico y terror. Fue entonces que, envuelto yo en ese mundo en el que no había fórmulas posibles para recuperar cierta razón, decidí meter a todos los personajes de la novela en cuarentena, a padecer lo que todos padecimos, a vivir ese tiempo del encierro, de la angustia, de la sinrazón de lavarse a cada rato la mano sin nadie alrededor, de no dormir sin ver cuantos infectados al día hubo en el país y en el mundo. Entonces, el tejido dramático que debió, originalmente, desarrollarse en una comunidad guaraní originaria, se desarrolló en el contexto de la pandemia. La pandemia se convirtió en la gran trama. Entrevisté a muchísima gente de acá y de otros lugares donde está ambientada la obra (Suiza y Nueva York) para darle una textura súper sincera, verídica, y en tiempo real”, explica.
El autor sostiene que esta novela ayudará a comprender mejor este período de la pandemia. La Cuarentena de Ñasaindy se presenta el próximo 2 de marzo, en el museo El Mensú, ubicado en la Municipalidad de Ciudad del Este.
¿Qué busca trasmitir esta nueva obra a sus lectores?
“Hay un tema profundo, histórico, que la obra recrea: el sometimiento colonial y neocolonial al que estamos expuestos todos, y en especial, y más particularmente, las comunidades originarias, un sometimiento de reacumulación de un capital que depreda y desecha todo, hasta convertirnos en seres enajenados. La historia de Ñasaindy encarna, brutalmente, esta historia más profunda, en clave narrativa, sencilla, amable, y con recursos de la crónica periodística, mi oficio y mi pasión”, finaliza Julio Benegas.