Cuando Bolt llegó al Este de Paraguay a inicios del 2022, prometía ser una bocanada de aire fresco en el saturado mercado del transporte privado.
La compañía, que se autodenomina como “una aplicación móvil gratuita que conecta conductores con pasajeros”, prometía transformar la forma en que los ciudadanos se desplazan, ofreciendo un servicio más barato y eficiente que sus competidores, incluyendo Uber y MUV.
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Sin embargo, a poco más de un año de su entrada en el mercado, los testimonios y denuncias de usuarios apuntan a un lado oscuro y perturbador de Bolt en Paraguay. Las promesas de un transporte seguro y económico se han visto empañadas por una serie de incidentes que ponen en duda la integridad y la confiabilidad del servicio.
Una de las desventajas más señaladas por los usuarios es la aparición de cuentas falsas. Muchos pasajeros reportan que al solicitar un servicio, los datos proporcionados por la aplicación, como el nombre del conductor y las características del vehículo, raramente coinciden con la realidad.
Esto ha llevado a situaciones incómodas y potencialmente peligrosas, en las que los usuarios se ven obligados a subirse a vehículos desconocidos, conducidos por personas que no son quienes dicen ser.
La ausencia de controles efectivos en la selección de los conductores también se ha convertido en un punto de discusión. A pesar de que Bolt asegura tener un proceso riguroso para seleccionar a sus conductores, la realidad parece ser otra.
La proliferación de cuentas falsas sugiere que el sistema es fácil de manipular, creando un ambiente de inseguridad e incertidumbre para los pasajeros.
A esto se suma la inaccesibilidad a una comunicación institucional efectiva. A pesar de que Bolt estableció oficinas en Paraguay en 2022, los intentos de localizar estas oficinas y buscar ayuda fueron frustrantemente difíciles. La información en su sitio web es vaga y los recursos de ayuda están predominantemente en inglés, dejando a muchos usuarios en Paraguay sintiéndose abandonados y sin apoyo.
Experiencias de terror
La iluminación suave del celular en una noche paraguaya es el único signo de tranquilidad para M.B.C., una usuaria frecuente de Bolt, que busca volver a casa después de una larga jornada de trabajo. Sin embargo, lo que debería haber sido un viaje rutinario se convierte en una pesadilla cuando el chofer, cuyos detalles no coinciden con los que la app muestra, empieza a gritarle violentamente.
El error en el GPS ha llevado al conductor por una ruta distinta y, en lugar de resolver el asunto de manera profesional, amenaza a M.B.C. con violencia física, dejándola en medio de la ruta, con el corazón palpitando y una sensación de vulnerabilidad que nunca antes había experimentado.
Pero este no es un caso aislado en la vida nocturna paraguaya. F.B., otra usuaria regular de Bolt, comparte una historia similar, pero con un matiz aún más oscuro.
Acompañada por su prima, F.B. solicitó un Bolt tras salir de su trabajo. Lo que esperaba ser un viaje sencillo se convirtió en un enfrentamiento en la medianoche cuando el conductor se negó a llegar al destino pactado, exigiendo un cobro adicional y amenazando con abandonar a las pasajeras en la oscuridad de la noche. La situación se agudizó cuando la mujer comenzó a grabar al conductor, quien intentó agredirla físicamente, llevándola a pedir auxilio a gritos.
Estos incidentes, horrendos en sí mismos, son solo la punta del iceberg. A.C., otra usuaria de Bolt, relata una experiencia que pone los pelos de punta. Al cancelar y luego solicitar nuevamente un Bolt, A.C. se encontró con el mismo conductor, cuya actitud hostil y amenazante la dejó paralizada de miedo.
“Ya lejos de donde me había subido me dice: “¿Por qué me cancelaste? Si estás apurada puedo llevarte cerca y solucionarte tu problema. nadie te
va defender. gente como vos tiene que aprender a respetar. Para que sepas, YO tengo que cancelar el viaje para que te conecte con otro conductor. Y lo hice para que me conozcas y aprendas”, narra el relato de la mujer.
Estos casos de terror no son más que un reflejo de un problema mucho más grande, una epidemia de inseguridad y miedo que se apodera de aquellos que solo buscan un medio de transporte seguro y confiable.
La responsabilidad de estas atrocidades no puede ser pasada por alto, ya sea que recaiga en los nefastos conductores detrás del volante o en la misma aplicación que promete seguridad y conveniencia.
En un país donde la tecnología prometía una revolución en la forma de transportarse, estos incidentes plantean preguntas serias sobre el precio real de esta comodidad. ¿Vale la pena arriesgar la integridad física y mental para ahorrar unos guaraníes? ¿Quién es responsable de estos horrores nocturnos y cómo podemos protegernos de ellos?
El caso de Bolt en Paraguay es un recordatorio claro de que la tecnología, por sí sola, no es suficiente para garantizar un servicio seguro y confiable. Es necesario un sistema de controles y balances efectivos que asegure la integridad del servicio y proteja a los usuarios de posibles peligros.
Lo que debería ser una solución simple y económica al transporte, se ha convertido en una fuente de estrés y preocupación para muchos paraguayos.