¿Influyen las emociones en el comportamiento electoral de la ciudadanía?

El clima político se va tejiendo en un entramado de incertidumbres acumuladas al punto de implosionar. Tanto el cansancio físico como el emocional son los principales síntomas de este malestar social que, desde marzo del 2020, con el inicio de las medidas implementadas ante el contexto pandémico, y durante los años siguientes, la ciudadanía paraguaya viene padeciendo.

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Por Patricia Silva Casco*

Nos encontramos ante un escenario expectante a las posibilidades o no-posibilidades que tendrían los resultados de estas elecciones en un ambiente de extremas desigualdades sociales, extrema corrupción y extrema desconfianza hacia las instituciones del Estado.

La sensación de hartazgo, frustración, angustia y desánimo, son emociones no saludables vinculadas a pensamientos distorsionados, catastrofistas, alimentados por el constante bombardeo de noticias desesperantes y desesperanzadoras, de informaciones que segundo a segundo recorren sin ningún filtro las redes sociales y los grupos de mensajería instantánea.

La inmediatez a la que nos estamos malacostumbrando también se vuelve un recurso para la sobrevivencia, porque eso es lo que muchos paraguayos y paraguayas hoy llevan como estilo de vida, sobrevivir. No hay tiempo para reflexionar o pensar en el futuro, no hay tiempo para cuestionar, elementos esenciales para la toma de decisiones, para elegir, para votar en las elecciones.

Las motivaciones, la percepción, los pensamientos y los valores forman parte de los procesos psicológicos implicados en la toma de decisiones, que es justamente lo que nos exige el acto de elegir, que no es un proceso simple, sino complejo. Por ello, las emociones son respuestas innatas a sucesos que percibimos como relevantes y tienden a orientar nuestro comportamiento.

De esto saben muy bien los que buscan captar o desorientar los votos, y apelan precisamente a las emociones no saludables como el miedo, la ira, la incertidumbre. Instalan la idea de potenciales enemigos imaginarios, pero no se atreven a enfrentar a los enemigos que ya existen, que están aquí y ahora.

Del “voto bronca” del 2008, hoy podemos hablar del “voto vyropama”, y no porque ya todo es macanada o tontería, sino porque el cansancio generalizado y la desesperanza, sumados a la incertidumbre, generan emociones no saludables como los mencionados, influyen en la tendencia de los votantes a rechazar a candidatos o partidos que no respondan con sus creencias. En cambio, las emociones saludables influyen en el comportamiento de voto hacia los candidatos o partidos que generen buenas sensaciones.

*Lic. en Psicología (R.P. N° 7.256). Esp. en Didáctica Universitaria (UNE), Esp. en Ciencias Forenses (UNAE), Esp. en Derechos Humanos en América Latina (UNILA). Maestranda en Psicología Clínica (UNA).

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