“El hogar debe ser transitorio, pero eso no pasa en Paraguay”, comenta Cristina Brítez, una de las fundadoras del Hogar Las Tías. Son muchos los adolescentes que llegaron siendo niños y crecieron en el hogar, lejos de su familia, de sus parientes y sin que su caso se resolviera en la Justicia.
Para muchos de ellos, esa es su casa y las tías, su familia. Actualmente 37 niños, niñas y adolescentes, viven en el hogar por orden judicial, tras haber sido víctimas de abuso sexual, violencia intrafamiliar y/o abandono.
El hogar se sostiene gracias a la solidaridad de personas voluntarias, no cuenta con ningún subsidio estatal. Ahora, la Fundación Las Tías enfrenta un gran desafío: adecuarse a la Ley N° 6486/2020 “De promoción y protección del derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir en familia, que regula las medidas de cuidados alternativos y la adopción”.
Esta normativa establece que: “Cuando la niña, el niño o el adolescente se encuentren en situaciones que señalan la necesidad de protección o apoyo, se aplicarán como medidas: el abrigo residencial, que es el cuidado alternativo asumido por una unidad ejecutora, encargada de la protección de un grupo reducido de hasta seis NNA, en un modelo de similar al de una familia; o la guarda del niño en una familia acogedora, que son las personas que integran la familia ampliada, del entorno afectivo cercano o terceras personas no parientes que asumen el cuidado de uno o más NNA, dispuesto por guarda judicial; habilitadas por el MINNA”.
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Actualmente, el hogar de Las Tías no tiene una infraestructura que permita el abrigo residencial, con grupos de hasta seis niños como establece la ley. Es una de las varias instituciones que deberán aplicar un plan de transformación para adecuarse a la ley.
Para lograr el objetivo, cuentan con dos años de tiempo. Presentaron al MINNA un proyecto arquitectónico que requiere una inversión de 420 mil dólares (2.864.400.000 Gs.) para su ejecución. El proyecto fue aprobado y tiene capacidad para albergar a 74 niños, niñas y adolescentes.
El desafío es grande, pero Cristina Brítez sueña con firmeza y cree que es posible con el apoyo solidario de la gente. “El hogar empezó en 2010, en un tinglado, detrás del centro de salud de Presidente Franco. Y ahora tenemos nuestra casa, que es humilde pero que construimos con mucho sacrificio con la ayuda de mucha gente”, comenta.
Afirma que está conversando con varias personas dispuestas a impulsar una campaña para recaudar los fondos necesarios y realizar la construcción. Mientras se concretan los detalles para la campaña, toca cubrir las necesidades urgentes.
Por ese motivo, organizan un almuerzo para este viernes 29 de octubre. El menú será tallarín con sopa paraguaya y postre. La adhesión tiene un costo de 20.000 guaraníes.
“Lo que juntemos será para pagar salarios y una cuenta en la ferretería”, comenta Cristina Brítez. El hogar cuenta con ocho cuidadores, una cocinera, una lavandera y dos docentes para apoyo escolar.