Hoy es un día que algunos aún llaman “fecha feliz” en Paraguay, un recuerdo de días de adulaciones, poder absoluto y lealtades forzadas. En colaboración con Sergio “Puche” Sánchez, historiador y conocedor profundo de la historia paraguaya, El Urbano presenta una mirada descarnada sobre un pasado que algunos prefieren recordar con nostalgia, haciendo la vista gorda a los altos costos de una dictadura que moldeó el país con mano de hierro y silenció a miles.
Se solía decir que en Paraguay se festejaba “el 1 de noviembre, día de todos los santos; el 2, día de todos los muertos; y el 3, día de todos los vivos,” ya que era el cumpleaños del dictador Alfredo Stroessner. Toda la lacra del país se hacía presente desde temprano en el Palacio de Gobierno para rendir pleitesía a quien, durante la dictadura más larga de América del Sur, fue dueño de la vida y hacienda de todos.
En otros tiempos, miles de bombas sonaban y grandes festejos se organizaban en una fecha en la que se rendían adulaciones y cultos: cada 3 de noviembre era la “fecha feliz” para los stronistas. Ese día era asueto y fiesta patronal. En Mburuvicha Róga se reunían los altos jefes militares, los presidentes de poderes del Estado, el titular de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y el nuncio apostólico, decano del cuerpo diplomático, de acuerdo con el relato que hacía la Cadena Oficial de Emisoras de transmisión obligatoria.
Era una especie de ritual. Allí pasaban quienes estaban en gracia e incluso, si el coraje les daba, aquellos que habían caído en desgracia habiendo sido parte de su entorno, mientras todo era registrado por sus tembiguái más cercanos. Desde el día siguiente, comenzarían a comportarse con cada uno de los “saludadores” de acuerdo a lo que habían interpretado de la fugaz entrevista.
“La historia señala que el olvido tiene como alto precio repetir los mismos errores. No hay otro camino para el que quiera mejorar las cosas en un país como este, que conocer el pasado para entender el presente y construir el futuro”, resalta “Puche”.
Don Alfredo Stroessner Matiauda, quien sería reelecto más de ocho veces como presidente de la República, tuvo la dictadura más larga en América del Sur y posicionó a Paraguay en las estadísticas globales como uno de los países más desiguales del mundo.
SU HISTORIA
Stroessner nació el 3 de noviembre de 1912 en la ciudad de Encarnación, Itapúa. Fue hijo de un inmigrante alemán. Se unió al ejército a los 16 años y, a los 20, defendió al país en la Guerra del Chaco con el rango de cadete de artillería. En 1947 desempeñó un papel importante en la victoria de la Asociación Nacional Republicana (el Partido Colorado) al que estaba afiliado, durante la guerra civil.
Fue nombrado comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Paraguay en 1951, con solo 39 años. Llegó al poder a los 41 años derrocando al presidente electo Federico Chaves, encabezando el golpe de estado. Tras el nombramiento de un presidente provisional, Stroessner fue designado candidato del Partido Colorado en las elecciones de 1954, sin tener otros contendientes.
Pocos imaginaban que ese militar ostentaría el poder por casi tres décadas y media, a fuerza de una brutal represión policial, escuadrones de la muerte y la imposición de la ley marcial.
Durante su dictadura, más de 20.000 personas fueron torturadas y 423 desaparecidas, de las cuales 151 desaparecieron el día de su detención o fueron ejecutadas extrajudicialmente, sobre todo comunistas y sindicalistas, según informó la Comisión Verdad y Justicia de Paraguay en 2008.
Stroessner retuvo el control político disolviendo el Parlamento, prohibiendo los partidos de oposición y purgando al Partido Colorado.
Cada cuatro años realizaba elecciones fraudulentas en las que siempre arrasaba, gracias a que también modificó la Constitución Nacional para permitir la reelección permanente.
Lea más: Parodia, farsa y burlas: así eran las “elecciones” en época de Stroessner
Con el descubrimiento del Archivo del Terror se devela la parte más atroz y terrorífica de la dictadura de Alfredo Stroessner.
Allí se documentan los horrores y se constituye en un acervo histórico de la lucha del pueblo paraguayo contra la opresión, siendo este el mayor y más importante archivo descubierto de un régimen dictatorial y ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio Documental Mundial, en el Registro “Memoria del Mundo”.
La prensa, al darle una cobertura al hallazgo de este archivo, como al contenido del mismo, puso en evidencia ante la comunidad nacional e internacional el sistema represivo que existió durante la dictadura y a los responsables directos de las innumerables violaciones de los derechos humanos. El archivo descubierto se encuentra actualmente en el Palacio de Justicia con el nombre de “Museo de la Justicia y Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos” (M-CDyA), y está abierto para investigadores y público en general.
Es importante recordar que este hecho fue el primer resultado de la nueva Constitución Nacional, vigente desde junio de 1992. La Comisión Bicameral de Investigación de Ilícitos, al investigar los hechos denunciados de tráfico, descubrió las intervenciones telefónicas realizadas por la compañía telefónica por orden de los servicios de inteligencia, que ni siquiera podrían argumentar “razón de estado” pues los teléfonos espiados no solo fueron los de los opositores al sistema político, sino que llegaba al propio corazón del sistema, ya que el propio presidente de la República también era espiado.
Ante el pedido del primer “Habeas Data” –nuevo derecho ciudadano otorgado por la reciente constitución democrática vigente– por parte de un antiguo prisionero político del régimen stronista, la dirigencia policial, proveniente del antiguo régimen dictatorial y todavía en funciones durante el nuevo gobierno, ordenó el ocultamiento, de manera rápida y desprolija, del archivo de Investigaciones de la Policía de la Capital con el objetivo de destruirlo.
La persona que descubrió los archivos fue el Dr. Martín Almada, quien estuvo detenido ilegalmente en 1974, en Emboscada, por cuatro años como “preso político”, para luego ir al asilo en Panamá. Almada sufrió largas torturas sistemáticas que incluyeron a su primera esposa, quien falleció de un infarto al escuchar telefónicamente las sesiones de torturas que sufrió Almada, y a quien tuvo que enterrar en el patio de su casa por orden expresa del general Alfredo Stroessner.
Aparentemente, datos filtrados de la propia policía permitieron a Almada y al juez Agustín Fernández constituirse en el local de la Dirección de Producción de la Policía de la Capital, en Asunción, el 22 de diciembre de 1992.
Lea más: En memoria de Martín Almada: un héroe civil
OBRAS DEL DICTADOR
Desde reprimir estudiantes, coartar movimientos sindicales, disolver el congreso, torturar al que no piense igual, hasta desaparecer y liquidar a opositores figuran entre sus obras más destacadas, así como hacer que el 1,6% de la población sea dueña del 80% del suelo, de acuerdo con Oxfam.
Según este organismo, el stronismo es directamente responsable, pues entre 1954 y 1989 se distribuyeron unas 8 millones de hectáreas de forma irregular entre amigos del poder.
Lea más: El problema de las tierras malhabidas hoy
En diez años, únicamente un hospital: el actual Hospital del Trauma y el Hotel Guaraní (un hotel construido con fondos del Instituto de Previsión Social –IPS–) fueron las obras relevantes.
Algunas instituciones atribuidas a su mandato, pero que no fueron de su autoría, son: el Banco Nacional de Fomento (BNF, 1942), la Flota Mercante (1945), el Instituto de Previsión Social (1953), la Administración Nacional de Telecomunicaciones (Antelco, 1947), la Administración Nacional de Electricidad (ANDE, 1948), la Corporación de Obras Sanitarias (Corposana, 1950) o el Policlínico (1952). Ni siquiera el tranvía eléctrico (1913) forma parte de sus obras.
El Puente de la Amistad, inaugurado en 1965, fue un obsequio brasileño que permitió a nuestras rutas conectar con el sistema de carreteras de Brasil. Esto dio paso a la utilización del puerto franco de Paranaguá como alternativa terrestre al tráfico fluvial tradicional a través de Buenos Aires.
Sin embargo, no fue una concesión desinteresada, ya que Brasil estaba en plena expansión de la frontera agrícola hacia el oeste desde Santa Catarina, lo que daría lugar a los extensos cultivos de soja hoy propiedad de aquellos que anteriormente se conocían como “brasiguayos”.
En 1956, Brasil había aceptado financiar el estudio de factibilidad de la represa Acaray-Monday. El proyecto fue presentado en 1961, las obras iniciaron en 1966 (siempre con financiamiento externo) y fueron inauguradas en 1968.
Durante la década de los 60, el Gobierno gastaba casi la mitad de su presupuesto de inversión pública en transporte, comunicación o electricidad, con pocos resultados. La estructura tributaria era ineficiente, el gasto estaba descentralizado y sin control, y cada ministerio operaba como un feudo.
El 80% del déficit se financiaba con créditos externos. Cuando Stroessner asumió, la deuda externa era de 12 millones de dólares. En 1970, ascendía a 210 millones de dólares.
“Así llegamos al periodo de Itaipú. El conflicto con Brasil y su “efecto derrame” en la economía paraguaya fue considerable en sectores como la construcción, la electricidad y los servicios básicos. A su vez, Itaipú generó una gran cantidad de empleo directo. En 1978, poco más de 13.000 paraguayos trabajaban en la empresa. Asimismo, permitió el ingreso masivo de flujos financieros. El impulso de Itaipú terminó en 1981, aunque la obra duró hasta 1983, y con él, la bonanza. Otra obra más falsamente atribuida a Stroessner”, cuenta Sánchez.
Calles, plazas, aeropuertos y ciudades aclamaban su nombre en aquellas épocas, como es el caso del antiguo nombre de Ciudad del Este.
Sobran muchas cosas más de las que hablar sobre este periodo de 35 años, pero este breve repaso vale para recordar que el pasado no fue como cuentan los nostálgicos. Reivindicar a Stroessner y celebrar la “fecha feliz” en nuestros días significa desconocimiento, así como también estar de acuerdo con todo lo que la dictadura más larga de América del Sur logró establecer en el país: la desigualdad, la corrupción y la ignorancia.