Marzo es un mes que parece tener una carga especial en la historia política de Paraguay. En los últimos años, hemos sido testigos de cómo este mes ha sido escenario de crisis, protestas y movilizaciones ciudadanas que han puesto en jaque a los gobiernos de turno.
Así ocurrió en 2017, cuando el intento de reelección del entonces presidente Horacio Cartes generó una ola de indignación y repudio que derivó en la quema del Congreso Nacional. Así ocurrió también en 2021, cuando la falta de medicamentos e insumos para enfrentar la pandemia del COVID-19 provocó una masiva manifestación que exigió la renuncia del presidente Mario Abdo Benítez y todo su gabinete.
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Pero antes de estos episodios, hubo otro acontecimiento que marcó un antes y un después en la vida democrática del país. Fue el primer evento catalogado como “Marzo Paraguayo”, ocurrido en 1999, tras el magnicidio del vicepresidente Luis María Argaña.
El 23 de marzo de ese año, Argaña fue asesinado por un grupo armado que interceptó su vehículo en plena calle. Su muerte desató una crisis política sin precedentes, que involucró al presidente Raúl Cubas Grau y al desaparecido general Lino Oviedo como presuntos responsables intelectuales del crimen.
La ciudadanía se movilizó masivamente para exigir justicia y defender la Constitución Nacional, enfrentándose a las fuerzas represivas del Estado. El saldo fue trágico: ocho jóvenes perdieron la vida durante aquellas jornadas.
¿Qué pasó realmente aquellos días? ¿Qué consecuencias tuvo para el futuro político del país? En esta crónica te contamos los detalles de uno de los hechos más impactantes de la historia paraguaya.
¿Quién era Luis María Argaña?
Luis María Del Corazón de Jesús Dionisio Argaña Ferraro fue un abogado y político paraguayo que se desempeñaba como vicepresidente de la República cuando fue asesinado en 1999. Fue uno de los últimos grandes caudillos del Partido Colorado, el cual dominó la escena política nacional durante más de seis décadas.
Su carrera política comenzó en 1954, cuando se afilió al Partido Colorado y participó en el golpe de Estado que llevó al poder al general Alfredo Stroessner. Durante la dictadura stronista, ocupó diversos cargos públicos, como ministro de Justicia y Trabajo (1968-1970), presidente del Banco Central (1970-1976), ministro del Interior (1976-1989) y presidente del Partido Colorado (1989-1991).
Tras el derrocamiento de Stroessner en 1989, Argaña se convirtió en uno de los líderes del Movimiento Tradicionalista Republicano Independiente (TRI), una facción interna del Partido Colorado que se oponía a la renovación impulsada por el presidente Andrés Rodríguez. En 1993, se presentó como candidato presidencial por el TRI, pero perdió las elecciones ante Juan Carlos Wasmosy por un estrecho margen. Argaña denunció fraude electoral y acusó a Wasmosy de pactar con Lino Oviedo, un general golpista que había apoyado su candidatura.
En 1998, Argaña volvió a postularse a la presidencia por el TRI y ganó las elecciones internas del Partido Colorado con una amplia ventaja sobre Oviedo. Sin embargo, este último fue indultado por el presidente Wasmosy y se alió con Raúl Cubas Grau, un empresario colorado que aceptó ser el candidato a vicepresidente de Oviedo. La fórmula Oviedo-Cubas logró vencer a Argaña en las elecciones generales con el apoyo de sectores populares y militares.
La situación dentro del coloradismo se tornó preocupante cuando Oviedo fue descalificado por el Tribunal Superior de Justicia Electoral debido a una condena judicial que pesaba en contra de este. En caso de acefalía de la candidatura presidencial, la ley dispone que el candidato a vicepresidente suplirá al descalificado y para suplir al vicepresidente, según los estatutos internos del partido, se le asignará al que haya salido en segundo lugar de las elecciones y en este caso, el lugar fue para Argaña.
El caudillo colorado aceptó ser el vicepresidente de Cubas Grau bajo la condición de que este respetara la Constitución Nacional y no permitiera la reelección de Oviedo. Sin embargo, dentro de las 48 primeras horas siendo presidente, Cubas Grau liberó a Oviedo de una condena por intento de golpe de Estado y lo nombró comandante en jefe del Ejército. Esto provocó una fuerte oposición política y social contra Cubas Grau, quien fue sometido a un juicio político por mal desempeño de sus funciones.
Argaña era visto como el posible sucesor de Cubas Grau en caso de que éste fuera destituido por el Congreso Nacional. Pero los planes se truncaron un 23 de marzo de 1999.
El Magnicidio
El martes, 23 de marzo de 1999, encontró a Asunción en un día soleado, con cielos despejados y un calor intenso. Si bien el ambiente político era inquietante, nadie podía saber lo que ocurriría esa mañana.
Según testigos, el entonces vicepresidente había salido de su casa temprano en la mañana para reunirse con representantes del Partido Colorado, luego de desayunar con su esposa Marilyn. Iba a bordo de una camioneta Nissan Patrol, color rojo. Lo acompañaba Victor Barrios Rey como su chofer, además de su custodio asignado, el suboficial de policía Francisco Barrios González.
Todo parecía transcurrir con normalidad, pero alrededor de las 8:35 de la mañana, varios hombres armados interceptaron el vehículo en el que se movilizaba. Esto ocurrió en la calle Diagonal Molas, a 40 metros antes de alcanzar Venezuela, en plena capital del país.
Dos atacantes descendieron de un Fiat Tempra, color verde oscuro, mientras uno quedaba al volante. Y allí empezaron los disparos contra el vehículo del caudillo colorado.
El chofer, con sangre fría, logró maniobrar la camioneta haciendo una maniobra arriesgada, pero necesaria para escapar. Retrocedió a toda velocidad, logró girar en redondo y se estrelló contra una casa vecina.
“¡Agáchense, hay que salir de acá…!”, gritó el vicepresidente desde el asiento trasero, según relató el conductor. Los atacantes se aproximaron disparando contra el vehículo. El chofer abrió la portezuela y agachándose pudo correr hacia atrás, metiéndose al patio de una vivienda vecina.
El segundo agresor llegó hasta la ventana trasera, que ya estaba destrozada, y encontró a Argaña escondido en el asiento. Hasta entonces, no había recibido disparos.
De acuerdo con la reconstrucción del ataque, el asesino sacó su revólver .38 por el agujero de la ventanilla y apuntó al cuerpo del político, quien levantó su brazo como protección. El primer tiro lo hirió en el antebrazo, seguido de otros dos en el pecho. Argaña cayó sin vida sobre el asiento después de recibir el cuarto y último tiro, un proyectil que penetró en la espalda, rompió un riñón y alcanzó su corazón.
El silencio reinó en la escena del crimen, mientras la realidad de la tragedia iba calando en la mente de quienes habían sido testigos de lo sucedido. Tras acabar con la vida de Argaña y su custodio Barrios González, los agresores lanzaron un artefacto explosivo en las cercanías de la camioneta, para después abordar el Fiat y escapar a toda velocidad.
Por suerte, la granada no llegó a detonar y fue desactivada por las fuerzas policiales en la zona. Pasado el suceso, los investigadores encontraron el vehículo utilizado por los criminales unas cuadras más adelante, reducido a cenizas con la intención de borrar cualquier evidencia.
El cuerpo del vicepresidente fue sacado del vehículo y trasladado en una ambulancia hasta el Sanatorio Americano, sobre la avenida España casi Washington, donde los médicos confirmaron su deceso.
Consecuencias
El ataque desató un gran revuelo en la ciudad, llenando de incertidumbre a la población, la cual temía que el hecho pudiera desencadenar una crisis aún mayor en el país. Que finalmente ocurrió en lo que se conoce como el primer Marzo Paraguayo.
Se catalogó al ataque como el crimen político más grave de la era democrática. Tal hecho desencadenó una serie de movilizaciones populares que exigían justicia y el fin del gobierno de Raúl Cubas Grau, además de la encarcelación del general Lino Oviedo, acusado de ser el autor intelectual del magnicidio.
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Tras el atentado contra Argaña, miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar contra el gobierno y pedir su renuncia. El clima social se tensó aún más cuando Cubas Grau ordenó reprimir las manifestaciones. Entre el 25 y 26 de marzo, grupos armados dispararon contra los manifestantes frente al Congreso Nacional, causando la muerte de ocho jóvenes conocidos como “los mártires del Marzo Paraguayo”.
De esta manera, el “Marzo Paraguayo” fue la mayor expresión popular contra un gobierno desde la caída de la dictadura stronista en 1989. Fue también un punto de inflexión en la historia política del país, que marcó el fin del predominio absoluto del Partido Colorado y abrió paso a una mayor pluralidad democrática.
Aunque los procesos de investigación han sido influenciados por cuestiones políticas, se han logrado obtener evidencias concretas, como la identificación del vehículo utilizado en el homicidio, la identificación del propietario original del automóvil y a partir de allí, la identificación de los autores materiales de los disparos, entre los cuales se encuentran Pablo Vera Esteche, Luis Rojas, Fidencio Vega y Reinaldo Servín, quien es un reconocido partidario de Oviedo.
Los cruces de llamadas telefónicas, registradas en sus teléfonos móviles han permitido su vinculación objetiva. Todos ya fueron condenados por el asesinato de Argaña, a excepción de Fidencio Vega, que junto al político Víctor Galeano Perrone (líder del UNACE y muy cercano a Lino Oviedo) fueron declarados prófugos por la justicia paraguaya.
No se ha podido hallar pruebas objetivas irrefutables sobre la autoría moral del magnicidio de Argaña. El caso quedó trabado principalmente por chicanas y la huida de algunos de los implicados, mientras que Oviedo se refugió en Brasil. Eventualmente, en el 2004 se entregó y sometió a proceso por la muerte de Argaña y otros delitos.
A pesar de su implicación en varios delitos graves, la justicia paraguaya movida por hilos políticos otorgó a Oviedo dos hábeas corpus y anuló una condena previa por sedición. Esto envalentonó al general, y después de su liberación, volvió a la política. Incluso, pudo presentarse como candidato a presidente en 2008, hasta su controvertida muerte en 2013.
A 24 años del atentado contra Argaña, todavía existen preguntas, teorías, e inclusive leyendas urbanas sobre lo ocurrido. Algunas siguen resonando a casi un cuarto de siglo del atentado.
El asesinato de Luis María Argaña fue un episodio más de la turbulenta y oscura política paraguaya, que a pesar de los esfuerzos por construir una democracia, todavía muestra signos de debilidad y corrupción. No obstante, es importante recordar que la consolidación de una democracia sólida es un proceso largo y complejo, que requiere de la participación activa de la sociedad civil, de la vigilancia constante de las instituciones y de la promoción de una cultura de paz y diálogo.