A lo largo de su vida escolar, Alejandro García Báez, de 31 años, tuvo que enfrentar el desprecio de propios y extraños. Su origen indígena no pasó desapercibido en Asunción, la capital paraguaya. “Cuando vine a Asunción, mi papá le dijo a mi profesora —del colegio— que yo era indígena”, recuerda.
“Y ella se burlaba…
