¿Cuánto podría valer un libro que en vida perteneció al genio paraguayo ganador del Premio Cervantes? Sería un material invaluable. Pues un lote importante de obras de Augusto Roa Bastos casi fue incinerado en la basura y, casi por casualidad, se salvaron de un trágico final. Hasta parece una historia sacada de una novela.
Detalles sobre este caso fueron compartidos por Mirta Roa, hija del gran Augusto Roa Bastos, quien comentó que los libros salvados van a formar parte de la biblioteca del escritor que está al costado de la plaza de la plaza Uruguaya, por 15 días, luego van a ir a un museo que la hija del escritor está armando.
En entrevista con la radio Ñanduti, Roa explica: “Él había perdido muchos de sus libros cuando huyó a Francia por la dictadura en Argentina en los años 70. Los ejemplares fueron a dar a un depósito cuyo alquiler ya no pudo ser costeado por él (Roa Bastos). Con el tiempo estos fueron adquiridos por una persona en las cercanías de Mar del Plata. Los libros, que estaban en la basura para ser quemados, fueron hallados por unos amantes de la lectura”.
Efectivamente, la familia de Celina Brittez, una socióloga argentina afincada en la ciudad de Balcarce, encontró la biblioteca perdida del escritor paraguayo. A partir de ese hallazgo se produjo una recuperación histórica invaluable.
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Su pareja vio en la banquina un contenedor de basura y lo detuvo la curiosidad. Había un ropero y en su interior bolsas con libros. “¿Te los llevo?”, le preguntó a su novia en el mensaje que acompañaba a la foto y recibió la respuesta que esperaba: “Sí, traémelos que los miramos”.
Las bolsas con los libros llegaron a las manos correctas: Brittez, socióloga y gran lectora, llevó las obras a la casa de sus padres en la ciudad de “Comandante Nicanor Otamendi”, y allí comenzaron a abrir las bolsas. Un amplio garaje sirvió para esparcir 176 libros, fotos, escritos y dedicatorias que pertenecieron a Roa Bastos.
En algún reportaje a finales del siglo XX, Roa Bastos reconoció la pérdida de al menos tres bibliotecas. “Los exilios los cuento por las bibliotecas perdidas y ya perdí tres”, rememoró el autor.
“Siempre mi familia le tuvo un cariño especial por Paraguay porque mi abuelo era chaqueño y se hablaba mucho de ese país. Siempre dijimos en casa lo injusto que se fue con Paraguay y lo que se le arrebató con la Triple Alianza”, recordó Celina. La socióloga indicó desde su “parte romántica de la familia” que “el devolver los 176 libros nos inspiró para decir que: es devolverle un poco al Paraguay desde nuestro humilde lugar”.
A principios de julio, Brittez envió una carta junto a las siete cajas conteniendo los libros y a ese texto lo tituló “Los libros perdidos de Augusto Roa Bastos”. La Fundación Roa Bastos, en agradecimiento, la declaró miembro honorario y le entregaron la medalla conmemorativa del Centenario del escritor ganador del Premio Cervantes.
Roa Bastos, una víctima más de las dictaduras
Con el Plan Cóndor en vigencia, la dictadura de Jorge Rafael Videla tenía a Roa Bastos en su lista negra vía la inteligencia militar paraguaya. “La enemistad del autor con un funcionario de Alfredo Stroessner con cualidades literarias era el verdadero estigma para la persecución, de ahí su escape”, explica el periodista Omar Genovese.
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El exilio en Buenos Aires representó una supervivencia por múltiples oficios, hasta que el trabajo de redactor en el diario Clarín lo acercó a otros íconos de la literatura latinoamericana como Tomás Eloy Martínez, Ernesto Sabato, Jorge Luis Borges.
“Es triste que falte voluntad política para terminar el museo que va a mostrar cómo vivía mi padre, él siendo un escritor tan admirado en todo el mundo era una persona muy sencilla” comentó Mirtha Roa sobre el futuro museo Roa Basto.