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339, de Turkish Blend: el jopará musical que sacudió la estantería del rock paraguayo

Los 90 fueron una década fructífera para el rock local, con lanzamientos importantes de bandas como Deliverans, Krhizya, Enemigos de la Klase y Violent Blue, entre muchos otros. Sin embargo, antes de que termine la década hubo un último e inesperado golpe de timón: el correntino Willy Suchar creaba Kamikaze Records, el primer sello independiente local dedicado exclusivamente al rock y pop paraguayo. Inadvertidamente, este hecho habría de inaugurar la “era moderna” del rock nacional.

Fábrica Martel, Asunción, 1999

La primera tanda de CDs incluyó a “Turbo” (segundo disco de Gaudí que sucedió al exitoso “Radio Fábula”), “Rompe la Piel” de Raza (antes llamados Ashborne y que luego serían Paiko) y “339”, el debut de Turkish Blend: una banda joven, que cantaba mayormente en inglés y no tenía miedo de mezclar en su caldo todo lo que andaba en rotación en el rock internacional de ese entonces.

339 cuadritos blancos y negros

“El nombre 339 sale un día antes de un concierto en H&C, un local del centro en los 90” cuenta Iron Lobo Jr, ex bajista de Turkish Blend. “Hicimos la prueba de sonido y al salir, Gabriel Benitez (el vocalista) aprovechó que estábamos a media cuadra de un estudio de tatuajes, y decidió hacerse uno con el nombre de la banda”.

“La cosa es que él se movía tanto, porque estaba pendiente de la aguja todo el tiempo, y le dijimos (para distraerle) que cuente los cuadros negros de una de las paredes que era como un tablero de damas, blanco y negro a cuadritos. Funcionó, no se movió más y al terminar había contado hasta 339. Así nombramos al tema nuevo que tocaríamos esa noche, y luego nos gustó como nombre para el álbum. Un número se lee y significa lo mismo en todos los idiomas”.

La tapa del CD retrata a un personaje no identificado caminando por las calles de La Habana, Cuba, retratado por Julio Segovia. “La idea del arte fue plasmar visualmente nuestro estilo de vida y los años que pasamos juntos. Lo diseñé yo, los montajes internos y las fotos las hicimos juntos Bruno Ferreiro [guitarrista del grupo] y yo”, explica Iron.

Jopará musical

El contenido sonoro de “339”, por otra parte, (y su impacto en los jóvenes oídos paraguayos de 1999) es algo que resulta difícil de plasmar en tapa alguna. La breve y frenética “Meaningless” abre el CD con rápidos riffs en drop D puntuados por silencios. Sin embargo, cuando uno ya está preparado para dejarse llevar por una ola de alt-metal, el disco no pierde nada de tiempo en descolocarte: “Drifting Away”, la segunda canción, es un pegadizo pop-punk que se transforma en ska en el coro, y que no podría ser más diferente al primer track.

Esa misma sensación de “motaña rusa” prevalece en todo el álbum: hacer un groove pesado con guitarras graves y voces rasposas como “Paralelo” (con participación en las voces de nadie menos que Walter Cabrera de Flow – así se escribía entonces) no les impedia ni intimidaba con ponerse luego en full modo ska band con vientos en “Ooops!” (el gran hit del álbum) y “Nothing Left”.

Otro feat increíble en el disco es el de Fernando “Flex”, vocalista de Toing!, quien con sus furiosos gritos agudos en “Agachate” recuerda a Zack de la Rocha en Inside Out o en los momentos más intensos de Rage Against The Machine.

El lenguaje que de alguna manera unificaba toda esta mezcla era la cultura callejera, y el skateboarding en particular. “La verdad nunca nos encasillamos en un estilo, siempre tocábamos lo que nos gustaba sin pensar en limitaciones en ese sentido”, comenta Iron Lobo Jr. al respecto. “Nos gustaba de todo y creo que eso se puede apreciar en nuestra música. Por suerte fuimos del agrado del público, muy variado por cierto, aparte de los fiele seguidores (skaters)  con los que compartimos siempre mucho más que música”.

“Las influencias siempre fueron muy amplias y variadas, desde Led Zeppelin, Black Sabbath, Motorhead, Celtic Frost, Sepultura, Suicidal Tendencies, Primus, Misfits, Agnostic Front, Biohazard, Fugazi, Red Hot Chili Peppers, Mighty Mighty Bosstones, Less Than Jake, Madness.. podría continuar citando bandas por horas”.

Un disco longevo

Además del atrevimiento musical, otro gesto contundente de Turkish Blend fue el de disolverse casi inmediatamente tras el lanzamiento del disco, y sin llegar a ver los frutos y el fuerte impacto que este causaría en la escena local. “Gabriel estudió ingeniería y siempre trabajó en sonido en vivo, en un punto aplicó y le salió un trabajo en USA para una importante empresa de microfonía, que no podía dejar pasar”, cuenta Iron sobre lo que llevó al cese de actividades del grupo.

“En el momento éramos 4 (Gabriel Benítez en guitarra y voz, Iron Lobo Jr. en bajo, Bruno Ferreiro en guitarra y Julio Iván Ovelar en batería) y concluimos que la banda no sería lo mismo sin Gabe. Entonces decidimos grabar un material y dejar disponible al público un registro de nuestras canciones”.

La idea que comenzó así, como un simple registro de un momento de 4 personas, terminó siendo un CD fundamental en el desarrollo del rock paraguayo en los años subsiguientes. Decir que es influyente es poco: “339” es una parte esencial del ADN de lo que fue el rock local en el siglo XXI. De Revolber a Ripe Banana Skins, pasando por Ese Ka’a, Villagrán Bolaños o Area 69, la historia del rock nacional de las últimas dos décadas está plagada de gente que compró, copió o robó en algún momento el disco debut de Turkish Blend.

Cuestionado sobre lo que piensa de este legado, Iron Lobo Jr. afirma: “Para mi Turkish Blend representa más que nada amistad, familia, libertad y muy buenos momentos compartidos con nuestro público. La música es una de las formas más sinceras de expresión y comunicación. Creo que por eso, por nuestra sinceridad como personas y artistas es que sigue viva nuestra música. Un pequeño gran legado a la historia de nuestra cultura”.

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